Pro­cu­ran­do la Rehabilitación

NOS VIES FOR­MI­DA­BLES. Fran­cia, 2018. Un film de Fabienne Godet

El títu­lo de este sen­si­ble film pue­de resul­tar iró­ni­co por­que su tema con­si­de­ra jus­ta­men­te lo opues­to al aden­trar­se en las dolo­ro­sas expe­rien­cias de un gru­po de per­so­nas que tra­tan de afe­rrar­se a la vida bus­can­do esca­par de la adic­ción que los ha atrapado.

Fabienne Godet en su cuar­ta incur­sión detrás de las cáma­ras, se valió de su expe­rien­cia de tra­ba­jo en el terreno de la salud men­tal para ofre­cer un autén­ti­co y hones­to cua­dro retra­tan­do a los per­so­na­jes de este rela­to a tra­vés de un guión escri­to con la cola­bo­ra­ción de Julie Mou­lier quien es tam­bién su protagonista.

Cédric Marua­ni y Julie Moulier

La acción trans­cu­rre en una resi­den­cia ubi­ca­da en una zona cam­pes­tre de Fran­cia que alo­ja tem­po­ral­men­te a dro­ga­dic­tos de dife­ren­te edad y con­di­ción social; sus inte­gran­tes bajo la direc­ción de un psi­có­lo­go con­for­man una comu­ni­dad tera­péu­ti­ca que tra­ta de des­in­to­xi­car­se de las dro­gas inge­ri­das a tra­vés de los años. El lugar de nin­gún modo se ase­me­ja a una pri­sión y cual­quie­ra de los alo­ja­dos se encuen­tra libre de reti­rar­se a mitad de camino si así lo desea.

Allí lle­ga Mar­got (Mou­lier), pro­ve­nien­te de una fami­lia pro­vin­cia­na de muy bue­na posi­ción eco­nó­mi­ca, quien a par­tir del momen­to en que dejó los suyos para estu­diar en París, ha atra­ve­sa­do por dife­ren­tes esta­dios de dro­ga­dic­ción, inclu­yen­do alcohol y fuer­tes dosis de cocaí­na. En un prin­ci­pio su ros­tro dela­ta la angus­tia inter­na que expe­ri­men­ta y en las tera­pias de gru­po ella se man­tie­ne par­ca y reser­va­da en un prin­ci­pio; con el correr de los días tien­de a abrir­se a medi­da que va extir­pan­do sus demo­nios internos.

Si bien la cáma­ra repo­sa más en Mar­got que en la casi vein­te­na de pacien­tes con los que le toca con­vi­vir eso no obs­ta para que a tra­vés de un rela­to coral se pue­da tener una idea pre­ci­sa de la sole­dad, los sufri­mien­tos, las fisu­ras afec­ti­vas y la frá­gil exis­ten­cia que emer­gen de los par­ti­ci­pan­tes en sus dra­má­ti­cas con­fe­sio­nes. Más allá de las sesio­nes tera­péu­ti­cas, los encuen­tros que tie­nen lugar duran­te las comi­das y en las con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das en los paseos rea­li­za­dos en los jar­di­nes de la resi­den­cia se va evi­den­cian­do la impor­tan­cia de la comu­ni­ca­ción y de qué modo la gran soli­da­ri­dad que se for­ja entre sus miem­bros va des­per­tan­do en ellos la ale­gría de vivir al ir alber­gan­do la espe­ran­za de una com­ple­ta recuperación.

Godet logra un docu­men­to rea­lis­ta e inten­sa­men­te humano, sin caer en el pate­tis­mo ni ape­lan­do a mani­pu­la­ción algu­na para evi­tar de que se sien­ta lás­ti­ma por los afec­ta­dos. Lo remar­ca­ble de la rea­li­za­do­ra es su apti­tud de haber­se invo­lu­cra­do por com­ple­to en el deve­nir de los toxi­có­ma­nos debi­do en gran par­te al sóli­do elen­co que los carac­te­ri­za. Ade­más de Mou­lier, en el mis­mo par­ti­ci­pan Cédric Marua­ni, Bruno Lochet, Jac­ques de Can­dé, Johan Libé­reau, Jade Labes­te, Cami­lle Cayol, Johan Libé­reau, Zoé Héran, Cami­lle Ruther­ford y San­dor Fun­tek, entre otros, quie­nes van refle­jan­do sus varia­das emo­cio­nes median­te las mira­das, expre­sio­nes facia­les y el movi­mien­to de sus cuer­pos; así, se han impreg­na­do total­men­te de la per­so­na­li­dad y psi­co­lo­gía de estos seres huma­nos, al pun­to tal de que al final de la pro­yec­ción el espec­ta­dor duda si asis­tió a un emo­ti­vo rela­to de fic­ción o a un veraz docu­men­tal. En resu­men: un muy buen film. Jor­ge Gutman