Bre­ves Comen­ta­rios de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2019 (Pri­me­ra Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí una bre­ve rese­ña de algu­nos de los fil­mes exhi­bi­dos en el TIFF.

LA ODI­SEA DE LOS GILES (Argen­ti­na)

Esta tra­gi­co­me­dia nue­va­men­te prue­ba que un film de exce­len­te nivel de cali­dad pue­de igual­men­te resul­tar un éxi­to comer­cial. La pelí­cu­la diri­gi­da por Sebas­tián Borensz­tein se basa en la pre­mia­da nove­la La Noche de la Usi­na de Eduar­do Sache­ri y se ubi­ca pocos días antes que esta­lla­ra el corra­li­to; este tér­mino alu­de a la medi­da adop­ta­da por el gobierno del pre­si­den­te argen­tino Fer­nan­do de la Rúa en diciem­bre de 2001 fren­te a la dra­má­ti­ca cri­sis finan­cie­ra por la cual quie­nes tenían su dine­ro depo­si­ta­do en los ban­cos les era per­mi­ti­do reti­rar una ínfi­ma suma sema­nal, que­dan­do indis­po­ni­ble el res­to de sus fondos.

La his­to­ria trans­cu­rre en un pue­blo de pro­vin­cia com­ple­ta­men­te decaí­do eco­nó­mi­ca­men­te; ahí, Fer­mín, un ex juga­dor de fút­bol, deci­de poner en mar­cha un vie­jo sue­ño como lo es cons­ti­tuir una coope­ra­ti­va para que una aco­pia­do­ra de gra­nos que esta­ba aban­do­na­da pue­da ope­rar nue­va­men­te y cons­ti­tu­ya una impor­tan­te fuen­te de tra­ba­jo para sus habi­tan­tes. Con la cola­bo­ra­ción de Anto­nio, su ami­go anar­quis­ta, con­si­guen que varios veci­nos loca­les de dife­ren­te con­di­ción eco­nó­mi­ca apor­ten sus aho­rros dola­ri­za­dos para con­cre­tar la ope­ra­ción. Sin embar­go, cuan­do el mon­to reu­ni­do es depo­si­ta­do en el ban­co del pue­blo, su geren­te ‑sabien­do de ante­mano el ave­ci­na­mien­to de la deba­cle finan­cie­ra- se alía con un mal­sano abo­ga­do local para apo­de­rar­se del dine­ro. Com­ple­ta­men­te esta­fa­dos, estos incau­tos aho­rris­tas se unen para poner en mar­cha un inte­li­gen­te aun­que arries­ga­do plan a fin de recu­pe­rar el dine­ro sustraído.

Borensz­tein mane­ja con gran aplo­mo esta huma­na tra­gi­co­me­dia sal­pi­ca­da de humor, acción sus­pen­so y con­si­de­ra­ble emo­ción. El exce­len­te elen­co este­lar enca­be­za­do por Ricar­do Darín y Luis Bran­do­ni y com­ple­ta­do por Rita Cor­te­se, Daniel Aráoz, Chino Darín, Andrés Parra, Veró­ni­ca Lli­nás, Car­los Bello­so, Mar­co Anto­nio Capo­ni, Ale­jan­dro Gige­na y Gui­ller­mo Jacu­bo­wicz, per­mi­te que el públi­co se iden­ti­fi­que de inme­dia­to con la gale­ría de per­so­na­jes de esta entra­ña­ble historia.

CHI­CUA­RO­TES (Méxi­co)

CHI­CUA­RO­TES

En su segun­do lar­go­me­tra­je como rea­li­za­dor Gael Gar­cía Ber­nal se intere­sa por los pro­ble­mas que atra­vie­san cier­tos sec­to­res depri­mi­dos de Méxi­co cen­tra­li­zan­do su aten­ción en ado­les­cen­tes que al no vis­lum­brar un futu­ro pro­mi­so­rio desean modi­fi­car la reali­dad que los agobia.

Sus pro­ta­go­nis­tas son Cagale­ra (Benny Emma­nuel) y Molo­te­co (Gabriel Car­ba­jal), dos mucha­chos vivien­do en San Gre­go­rio Atla­pul­co, una zona de bajos ingre­sos de Ciu­dad de Méxi­co prác­ti­ca­men­te igno­ra­da. Deses­pe­ra­da­men­te, ellos desean salir de la pobre­za y para ello creen haber encon­tra­do la opor­tu­ni­dad com­pran­do una pla­za en el sin­di­ca­to de elec­tri­cis­tas para de este modo modi­fi­car sus ocio­sas vidas.

En la pri­me­ra esce­na del rela­to se los obser­va dis­fra­za­dos de paya­sos en un ómni­bus local tra­tan­do de atraer la aten­ción de los pasa­je­ros para que con sus gra­cias ellos les retri­bu­yan con pro­pi­nas; al no lograr su obje­ti­vo, repen­ti­na­men­te sacan un arma ame­na­zán­do­los y robán­do­les el dine­ro que por­tan con­si­go. Pron­ta­men­te, ambos se sumer­gen en los bajos fon­dos del mun­do cri­mi­nal de la capi­tal azte­ca con la espe­ran­za de com­prar la liber­tad y esca­par del asfi­xian­te medio en que viven.

Enfo­can­do una his­to­ria rea­lis­ta Gar­cía Ber­nal des­cri­be el lado som­brío de una juven­tud des­es­pe­ran­za­da en el mar­co de una socie­dad con mar­ca­das des­igual­da­des socia­les y en don­de recu­rrir al deli­to pare­cie­ra ser el úni­co recur­so que se impo­ne cuan­do ya no hay nada que per­der. A pesar de que el guión de Augus­to Men­do­za no pue­de evi­tar cier­to exce­so melo­dra­má­ti­co, el rea­li­za­dor com­pen­sa ese obs­tácu­lo con un rela­to hones­to que cons­ti­tu­ye un elo­cuen­te ale­ga­to con­tra la violencia.

LE DAIM (Fran­cia)

Quen­tin Dupieux brin­da una come­dia negra que atrae por su ori­gi­na­li­dad abor­dan­do la alie­na­ción de un hom­bre con uno de sus atuen­dos. En un guión que le per­te­ne­ce, el rea­li­za­dor pre­sen­ta a Geor­ges (Jean Dujar­din), un hom­bre de media­na edad quien mane­jan­do su vehícu­lo en una zona rural, efec­túa un alto en la ruta para com­prar una cam­pe­ra caza­do­ra con fle­cos de piel de gamu­za; debi­do al pre­cio astro­nó­mi­co abo­na­do por esta adqui­si­ción, el ven­de­dor le obse­quia una vie­ja cáma­ra de video digi­tal. Fas­ci­na­do por su cam­pe­ra, goza en con­tem­plar­se en el espe­jo en la habi­ta­ción de un hotel en que se alo­ja tran­si­to­ria­men­te; sin dar­se cuen­ta con­vier­te a la pren­da en un ele­men­to feti­che del cual no pue­de des­pren­der­se e inclu­so man­tie­ne con la mis­ma un diá­lo­go surrealista.

Este indi­vi­duo, que vive una cri­sis exis­ten­cial al estar sepa­ra­do de su mujer que le ha cerra­do su cuen­ta ban­ca­ria, se encuen­tra ines­pe­ra­da­men­te sin dine­ro. Al cono­cer en un bar a Deni­se (Adè­le Hae­nel), una joven aspi­ran­te a mon­ta­jis­ta de cine, la enga­tu­sa hacién­do­le creer que él es un rea­li­za­dor cine­ma­to­grá­fi­co y le pide un prés­ta­mo de dine­ro para seguir fil­man­do, aun­que esa suma tie­ne un des­tino diferente.

En esta fábu­la don­de la cam­pe­ra adquie­re vida pro­pia y obse­sio­na a su due­ño has­ta vol­ver­lo psi­có­pa­ta, el direc­tor logra una his­to­ria absur­da­men­te inge­nio­sa a pesar de su lado som­brío que con­vie­ne no deve­lar. En todo caso aquí se apli­ca el refrán “lo bre­ve si es bueno, dos veces bueno”, por­que en esca­sos 77 minu­tos Dupieux per­mi­te que el públi­co dis­fru­te de esta risue­ña e irre­ve­ren­te película.

FRAN­KIE (Esta­dos Unidos-Francia)

FRAN­KIE

He aquí un film poco agra­cia­do don­de lo que más se apre­cia es la belle­za de Sin­tra, lugar mere­ci­da­men­te apre­cia­do por los turis­tas que visi­tan Por­tu­gal. Es allí don­de el direc­tor Ira Sachs ubi­ca la acción de su rela­to escri­to con Mau­ri­cio Zacha­rias enfo­can­do a Fran­kie (Isa­be­lle Hup­pert), una cele­bra­da actriz fran­ce­sa que enfer­ma de un cán­cer ter­mi­nal es cons­cien­te que le res­ta poco tiem­po de vida; por esa razón reúne a su fami­lia en un hotel de esta esta­ción bal­nea­ria para pasar, lo que pro­ba­ble­men­te será, su últi­ma vaca­ción. Entre otros per­so­na­jes se encuen­tran su aman­te mari­do (Bren­dan Glee­son), el hijo de su matri­mo­nio ante­rior (Jéré­mie Renier), la hija de su mari­do (Vinet­te Robin­son) con su espo­so (Ari­yon Baka­re) e hija ado­les­cen­te (Sen­nia Nanua), su pri­mer mari­do gay (Pas­cal Greg­gory), la pre­sen­cia de una ami­ga neo­yor­ki­na (Mari­sa Tomei) y su ami­go (Greg Kinnear).

El epi­só­di­co rela­to ado­le­ce de cohe­sión narra­ti­va, ade­más de estar pro­vis­to de diá­lo­gos vacuos sin apor­tar nada nue­vo; así, a tra­vés de paseos por la mon­ta­ña, char­las nada pro­fun­das, comi­das en sun­tuo­sos res­tau­ran­tes y algu­na que otra anéc­do­ta como la de una valio­sa pul­se­ra per­di­da, no exis­te enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca que dis­tin­ga a este film; a pesar de que Sachs haya reu­ni­do a un cali­fi­ca­do elen­co enca­be­za­do por Hup­pert, la gran dama del cine fran­cés, las limi­ta­cio­nes del rudi­men­ta­rio guión impi­den que bro­te una legí­ti­ma emo­ción. En suma, esta falli­da pro­duc­ción se ase­me­ja a un tele­film intrascendente.

LA GOME­RA (Ruma­nia)

LA GOME­RA

Cor­ne­lliu Porum­boiu, uno de los más impor­tan­tes rea­li­za­do­res ruma­nos, rati­fi­ca su talen­to en esta livia­na come­dia cuya acción trans­cu­rre en la Isla La Gome­ra, una de las sie­te que inte­gran las Islas Cana­rias. Como un expo­nen­te del cine negro, en esta pelí­cu­la se asis­te a una pecu­liar his­to­ria don­de se entre­mez­clan poli­cías, ladro­nes, mato­nes y trai­do­res den­tro de un mar­co en el que armo­nio­sos sil­bi­dos actúan como telón de fondo.

El per­so­na­je prin­ci­pal es Cris­ti (Vlad Iva­nov), un ins­pec­tor de poli­cía de dudo­sa con­duc­ta que ade­más de sus fun­cio­nes espe­cí­fi­cas cola­bo­ra como infor­man­te de mafio­sos espa­ño­les ocu­pa­dos de tra­fi­car dro­gas; eso lo lle­va a via­jar a La Gome­ra a fin de lograr la recu­pe­ra­ción de un botín de 30 millo­nes de euros, para lo cual debe­rá sacar de la cár­cel a un tur­bio hom­bre de nego­cios. A todo ello Cris­ti debe­rá apren­der el len­gua­je del sil­bo ‑una len­gua ances­tral basa­da en silbidos‑, a fin de poder comu­ni­car­se con los gangs­ters sin nece­si­dad de hablar y evi­tar de este modo que los poli­cías que lo vigi­lan y per­si­guen pue­dan escu­char lo que se dice.

El guión no sigue un orden cro­no­ló­gi­co sino que está estruc­tu­ra­do a mane­ra de un difí­cil rom­pe­ca­be­zas que se tor­na más com­pli­ca­do cuan­do Chris­ti lle­ga a cono­cer y se ena­mo­ra de Gil­da (Catri­nel Mar­lon), una fas­ci­nan­te “mujer fatal”; de todos modos, el espec­ta­dor enfren­ta el desa­fío de poder armar­lo pres­tan­do aten­ción a los varios flash­backs que se van suce­dien­do. En resu­men, Porum­boiu brin­da un buen y vivi­fi­can­te diver­ti­men­to poli­cial median­te una logra­da pues­ta escénica.

BEAN­PO­LE (Rusia)

BEAN­PO­LE

Des­pués de haber vis­to en el Fes­ti­val de Can­nes de 2017 Tes­no­ta, un muy buen film del joven rea­li­za­dor ruso Kan­te­mir Bala­gov, con­si­de­ra­bles expec­ta­ti­vas se gene­ra­ron fren­te a su recien­te tra­ba­jo; afor­tu­na­da­men­te aquí rati­fi­ca su ido­nei­dad y madu­rez rela­tan­do un dra­ma que se desa­rro­lla pocos meses des­pués de haber con­clui­do la Segun­da Gue­rra Mundial.

El guión del rea­li­za­dor co-escri­to con Ale­xan­der Terekhov tie­ne lugar en Lenin­gra­do, una ciu­dad prác­ti­ca­men­te devas­ta­da por el con­flic­to béli­co. Entre sus habi­tan­tes se encuen­tran dos jóve­nes muje­res que anhe­lan recons­truir y dar sen­ti­do a sus vidas. Una de ellas es Iya (Vik­to­ria Mirosh­ni­chen­ko) de natu­ra­le­za pasi­va quien tra­ba­ja en un hos­pi­tal asis­tien­do a los sol­da­dos heri­dos en los com­ba­tes, ade­más de tener a su car­go el cui­da­do del niño Pash­ka (Timo­fey Glaz­kov). La otra mujer es Masha (Vasi­li­sa Perely­gi­na), más con­tro­la­da y emo­cio­nal, que es la gran ami­ga de Iya y que habien­do regre­sa­do del fren­te expe­ri­men­ta el gran dolor de saber que su hiji­to Pash­ka ha muerto.

Gran par­te del rela­to se cen­tra en la ínti­ma amis­tad entre ellas así como las rela­cio­nes sen­ti­men­ta­les de Iya con el jefe médi­co ofi­cial Niko­lay Iva­no­vich (Andrey Bykov) y de Masha que es cor­te­ja­da por el joven Sasha (Igor Shi­ro­kov), hijo de un ofi­cial del Partido.

En este melo­dra­ma intros­pec­ti­vo el rea­li­za­dor cap­ta mag­ní­fi­ca­men­te el perío­do y el esce­na­rio don­de trans­cu­rre la acción y tan­to Mirosh­ni­chen­ko como Perely­gi­na trans­mi­ten las heri­das emo­cio­na­les aún no cica­tri­za­das pro­vo­ca­das por la guerra.

LES MISÉ­RA­BLES (Fran­cia)

LES MISÉ­RA­BLES

Remar­ca­ble es la ópe­ra pri­ma de Ladj Ly, cuyo títu­lo no alu­de a una nue­va ver­sión de la obra de Víc­tor Hugo aun­que tam­bién trans­cu­rre en el subur­bio pari­sino de Mont­fer­meil; es allí don­de se encuen­tran haci­na­dos inmi­gran­tes afri­ca­nos ile­ga­les, musul­ma­nes que tra­tan de impo­ner sus con­vic­cio­nes reli­gio­sas, así como niños y ado­les­cen­tes con pre­ca­rias con­di­cio­nes de vida libra­dos de la mano de Dios. En ese con­tex­to, este duro film rela­ta el accio­nar de una bri­ga­da anti­cri­mi­nal inte­gra­da por tres ofi­cia­les (Damien Bon­nard, Dje­bril Zon­ga y Ale­xis Manen­ti) lidian­do con varios de los pro­ble­mas que afli­gen a la zona; sin embar­go, al abu­sar de su poder con la apli­ca­ción de méto­dos de mano dura gene­ran una inusi­ta­da vio­len­cia, la cual lamen­ta­ble­men­te gene­ra otra más intensificada.

Adop­tan­do un tono docu­men­tal, el direc­tor cap­ta con gran ener­gía la auten­ti­ci­dad de los acon­te­ci­mien­tos den­tro de ese cli­ma de mise­ria, logran­do que su rela­to adquie­ra un poten­te efec­to dra­má­ti­co con un final vis­ce­ral que con­mue­ve viva­men­te al espectador.

ATLAN­TI­QUE (Fran­cia-Bél­gi­ca-Sene­gal)

ATLAN­TI­QUE

En su pri­mer tra­ba­jo para el cine, la direc­to­ra fran­co-sene­ga­le­sa Mati Diop ubi­ca su cáma­ra en uno de los subur­bios popu­la­res de Dakar rela­tan­do la difí­cil situa­ción que atra­vie­sa Sou­lei­man (Ibrahi­ma Trao­ré), uno de los tra­ba­ja­do­res de la cons­truc­ción que al igual que sus com­pa­ñe­ros no ha podi­do cobrar su sala­rio por más de 3 meses; en tal sen­ti­do los patro­nes no con­si­de­ran la difí­cil e injus­ta situa­ción de sus emplea­dos que deben afron­tar los com­pro­mi­sos fami­lia­res en mate­ria de ali­men­ta­ción y habitación.

Simul­tá­nea­men­te, el guión de Diop y Oli­vier Deman­gel pre­sen­ta a la joven Ada (Mama Sané) que man­tie­ne un sóli­do víncu­lo sen­ti­men­tal con Sou­lei­man pero que a tra­vés de un matri­mo­nio arre­gla­do por sus padres está obli­ga­da a casar­se en pocos días más con Omar (Baba­car Sylla), un hom­bre de exce­len­te situa­ción eco­nó­mi­ca, a quien deci­di­da­men­te no ama. La situa­ción se ten­sa cuan­do Sou­lei­man y sus com­pa­ñe­ros deci­den dejar Sene­gal para diri­gir­se a Espa­ña en pro­cu­ra de un futu­ro mejor, uti­li­zan­do una pira­gua como medio de trans­por­te en la inmen­si­dad del océano.

Mez­clan­do el roman­ti­cis­mo con el dra­ma social que gene­ra la inmi­gra­ción clan­des­ti­na, la rea­li­za­do­ra intro­du­ce cier­tos ele­men­tos super­na­tu­ra­les que no logran inser­tar­se flui­da­men­te en la narra­ti­va de una his­to­ria de amor que adquie­re visos fan­tas­ma­gó­ri­cos. Con todo, que­da como resul­ta­do un film que intere­sa en la ilus­tra­ción de las con­di­cio­nes de vida de este país afri­cano y la posi­ción que ocu­pa la mujer en el mar­co de un sis­te­ma social que limi­ta su libertad.