DOWNTON ABBEY. Gran Bretaña, 2019. Un film de Michael Engler
Esta elegante producción de Michael Engler seguramente satisfará a quienes han seguido la serie televisiva ideada y escrita por Julien Fellowes a lo largo de seis exitosas temporada (2010 – 2015) sobre los moradores del castillo Downton Abbey. Sin embargo, para quienes no la hayan visto encontrarán cierta dificultad para identificar a sus numerosos personajes y el modo en que se vinculan.
En lo que parece una continuación del programa televisivo, el guión de Fellowes ubica la acción en el mismo lugar en 1927 y comienza cuando Robert Crawley el conde de Grantham (Hugh Bonneville) y su esposa Cora (Elizabeth McGovern), reciben una carta del Palacio de Buckingham anunciando que el rey George V (Simon Jones) y su esposa (Geraldine James) llegarán al castillo para pasar una noche con motivo de la gira que realizarán en Yorkshire. Es allí que lady Mary (Michelle Dockery), la hija mayor de los anfitriones, se ocupa de los aspectos organizativos a fin de que todo luzca impecablemente durante la estadía de los ilustres visitantes. Como primera medida decide reemplazar momentáneamente al actual mayordomo Thomas Barrow (Robert James-Collier) y logra que el jubilado y más experimentado encargado Carson (Jim Carter) retorne para implementar los detalles concernientes con la visita real instruyendo apropiadamente al amplio personal de servicio de Downton. Sin embargo, la sorpresa es mayor cuando la comitiva real trae a sus propios sirvientes ignorando a los de la mansión.
A diferencia del excelente film Gosford Park (2001) de Robert Altman con guión de Fellowes donde se establece la diferencia social entre amos (los de arriba) y sirvientes (los de abajo), aquí ese aspecto ocupa un lugar secundario. Después de un comienzo promisorio, el relato que está conformado por viñetas de poca cohesión no logra mantener permanente interés. Entre algunas de las situaciones expuestas se encuentra la animosidad existente entre la viuda condesa Violet Crawley (Maggie Smith) y Maud Bashaw (Imelda Staunton), la prima del conde; eso es debido a que Maud, sin herederos legítimos, piensa legar su fortuna a su asistente Lucy Smith (Tuppence Middleton) quien a su vez es cortejada por el republicano Tom Branson (Allen Leech). En otro de los episodios, que nada tiene que ver con el tema central del relato, se destaca la homosexualidad de Barrow, que en esa época su práctica era considerada un grave delito.
Sin que este ligero relato provea legítima emoción, cabe destacar algunos sabrosos diálogos en donde las réplicas del personaje animado por la excelente Smith, constituyen algunos de los momentos más destacados del film. Formalmente, esta producción impresiona visualmente con sus imponentes decorados, magnífico vestuario, la fastuosa cena real, los bailes de salón y todo lo que concierne a las pompas del ceremonial.
El resultado es un film de época bien interpretado, que aunque sin trascender contentará sobre todo al público que disfrutó con la serie original. Jorge Gutman