Crónica de Jorge Gutman
FLEUVE. Texto: Sylvie Drapeau. Dirección: Angela Konrad. Elenco: Alice Bouchard, Sylvie Drapeau, Karelle Tremblay, Marion Vigneault, Samuël Cȏté, Patricia Houle, Théo Macameau, Jeanne Madore, Alex-Aimée Martel, Elle-Séane Martel, Rosalie Payotte, Edward Sheridan Moras. Escenografía: Annick La Bissonnière. Vestuario: Angela Konrad y Pierre-Guy Lapointe. Iluminación: Sonoyo Nishikawa. Música Original: Simon Gauthier. Video: Thomas Payette y Antonin Gougeon Moisan. Duración: 1 hora y 40 minutos sin entreacto. Representaciones: Hasta el 7 de diciembre 2019 en el Théâtre du Nouveau Monde
¿Cómo aceptar la enorme pena que implica la pérdida de un ser querido? Éste es el planteo central de la dramática pieza autobiográfica de la actriz Sylvie Drapeau; cuando después de poco más de hora y media de representación baja el telón, el público asistente obtiene una respuesta aleccionadora sobre la manera de continuar con la vida.
Drapeau ha visto cómo la tragedia afectó su existencia frente a la desaparición de cuatro de sus más íntimos y cercanos familiares. Teniendo como referencia al inmenso río Saint-Laurent en donde se confunde con el mar, alrededor del cual ella nació y creció, sufre la desgracia de comprobar que sus aguas han tragado a su hermano mayor; ese inmenso dolor no puede ser sobrellevado por su madre quien al poco tiempo muere de pena. Otro golpe inmenso sobreviene con el suicidio del hermano menor como consecuencia de su esquizofrenia, para concluir con la pérdida de su hermana mayor debido a un accidente cerebro vascular.
Frente a esta malograda serie de calamidades la actriz resolvió a manera de terapia hablar de ellas en cuatro libros -Le fleuve, Le ciel, L’enfer y La terre- donde a través de la escritura vuelca sus profundos sentimientos y las variadas emociones que en ella se han ido albergando. Es ahora que Drapeau decidió efectuar una adaptación teatral para que de viva voz la audiencia se imponga de su contenido. Para ello contó con la colaboración de Angela Konrad quien con su rigurosa puesta escénica captó toda la riqueza nutrida en la obra a fin de que su representación trascienda.
Con muy buen criterio la directora ha decidido que el texto sea vertido a través de tres monólogos donde cada uno de los mismos responde a una diferente edad de la dramaturga. Así se asiste al relato conmovedor de la pequeña Sylvie, prosiguiendo con la joven futura actriz al ir atravesando los primeros años de su vida adulta para finalmente arribar a su condición actual de mujer efectuando el dramático recuento de su vida.
Unas palabras sobre la interpretación. El rol de Sylvie niña es interpretado en forma alternada por dos actrices; en la representación que presenció quien suscribe estas líneas ha sido Marion Vigneault quien con sus 11 años de edad asombra por la seguridad demostrada en su emotivo monólogo al expresar intensamente el tormento de una niña de ver cómo el río produjo el ahogo de su querido hermano Roch. Si bien Karelle Tremblay defiende con convicción a la joven Sylvie, es Drapeau quien como conductora de la pieza demuestra una extraordinaria capacidad de resiliencia. La autora logra con su exposición una aliviadora catarsis donde través de la misma le permite encontrar un nuevo sentido a su existencia; al hacerlo, ofrece una interpretación penetrante a la vez que desgarradamente conmovedora. A todo ello, un conjunto de extras que incluyen a los familiares de Drapeau se asocian a modo de grupo coral al texto de la obra; en tal sentido, además del tema central, la obra brinda algunas referencias culturales que caracterizan la identidad de Quebec.
Complementando los valores que emergen de esta autobiografía impregnada de poesía, Konrad ha sabido aprovechar el considerable espacio del escenario del TNM para que las tres intérpretes centrales junto con los extras que la rodean otorguen una vitalidad singular a la representación; eso se adiciona con las eficaces proyecciones de video que se acoplan armoniosamente al contenido de la obra.
Queda como resultado, una obra de gran sensibilidad y contenido espiritual en donde la autora al saber aceptar sus sentimientos de tristeza, amargura y frustración ha sabido encauzarlos dejando un mensaje sin duda positivo sobre la manera de sobrellevar el dolor.
En esencia, una gratificadora velada teatral aportada por la excelente autora-actriz Sylvie Drapeau.