Lumi­no­so Can­to a la Vida

LES PLUS BELLES ANNÉES D’U­NE VIE / THE BEST YEARS OF A LIFE. Fran­cia, 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Clau­de Lelouch

El vete­rano rea­li­za­dor Clau­de Lelouch es un explo­ra­dor en bús­que­da de legí­ti­mas emo­cio­nes. En tal sen­ti­do lo ha demos­tra­do des­de muy joven cuan­do con sus 26 años en 1966 reu­nió a dos mons­truos sagra­dos del cine fran­cés para rea­li­zar una de las más bellas pelí­cu­las román­ti­cas de todos los tiem­pos como lo fue Un Hom­me et Une Fem­me; en esa her­mo­sa his­to­ria de amor vivi­da por los per­so­na­jes carac­te­ri­za­dos por Anouk Aimée y Jean Luis Trin­tig­nant los espec­ta­do­res de ese enton­ces se sin­tie­ron ple­na­men­te iden­ti­fi­ca­dos con la suer­te corri­da por los aman­tes Anne Gauthier y Jean-Louis Duroc. La exce­len­te mane­ra en que Lelouch narró su his­to­ria, la natu­ral inter­pre­ta­ción de los acto­res y la bella músi­ca de Fran­cis Lai con­du­je­ron a que obtu­vie­ra la Pal­ma de Oro en el Fes­ti­val de Can­nes, el Oscar a la mejor pelí­cu­la extran­je­ra, ade­más de múl­ti­ples recom­pen­sas internacionales.

Jean-Louis Trin­tig­nant y Anouk Aimée

Es así que 53 años des­pués el imba­ti­ble román­ti­co cineas­ta revi­ve a sus que­ri­dos per­so­na­jes en Les Plus Belles Années d’u­ne Vie, un film de máxi­ma auten­ti­ci­dad que cons­ti­tu­ye un tri­bu­to a los más nobles sen­ti­mien­tos que ani­dan en el ser humano como así tam­bién un lumi­no­so can­to a la vida.

El tema cen­tral radi­ca en explo­rar qué es lo que ha acon­te­ci­do 53 años des­pués con Anne y Jean-Louis. A pesar del amor que los unió en Deau­vi­lle, lugar en que se cono­cie­ron en 1966, final­men­te cada uno de ellos ha lle­va­do una vida sepa­ra­da, en cier­ta for­ma debi­do a la natu­ra­le­za don­jua­nes­ca de Jean-Louis. Anne es hoy día una viu­da de edad madu­ra que rodea­da de su fami­lia inclu­yen­do a su hija Fra­nçoi­se (Souad Ami­dou) está a car­go de un peque­ño nego­cio. Ines­pe­ra­da­men­te, ella reci­be la visi­ta de Antoi­ne Duroc (Antoi­ne Sire), el hijo de Jean-Louis, quien le pide que vaya a visi­tar a su padre que resi­de en un hogar para ancia­nos y que a pesar de su pér­di­da de memo­ria la sigue recor­dan­do con afec­to. Con­se­cuen­te­men­te ella se diri­ge a ver­lo gene­rán­do­se un encuen­tro alta­men­te con­mo­ve­dor don­de el ex corre­dor de auto­mó­vi­les está con­fi­na­do a una silla de rue­das y en un esta­do de con­si­de­ra­ble enve­je­ci­mien­to. Aun­que él no pare­ce reco­no­cer­la, a tra­vés del diá­lo­go que se esta­ble­ce entre ambos sur­gen indi­cios con­tra­rios al oír su voz y obser­var el ros­tro de la mujer que amó y admi­tien­do que es la per­so­na que mayor sig­ni­fi­ca­ción tuvo en su vida. Este film que se com­ple­men­ta con extrac­tos del ori­gi­nal y cuen­ta con el acom­pa­ña­mien­to del tema musi­cal de Fran­cis Lai ‑aho­ra con el arre­glo orques­tal rea­li­za­do por Calo­ge­ro- va des­ti­lan­do una dul­ce nos­tal­gia al com­pro­bar que el paso del tiem­po no ha eli­mi­na­do la pasión de anta­ño de estos dos seres en el cre­púscu­lo de sus vidas.

En este cálli­do rela­to impreg­na­do de con­te­ni­do poé­ti­co y algu­nos momen­tos de apre­cia­ble buen humor, ade­más de las impe­ca­bles actua­cio­nes de Trin­tig­nant y Aimée ‑quien sigue con­ser­van­do su ele­gan­cia, dis­tin­ción y ternura‑, se dis­tin­gue la bre­ve y efi­caz par­ti­ci­pa­ción de Moni­ca Belluc­ci ani­man­do a la hija de Jean-Louis.

Es impor­tan­te resal­tar que a pesar del inexo­ra­ble paso del tiem­po, lo que se con­tem­pla no es una suer­te de “can­to del cis­ne” en la medi­da que el tema de la muer­te que­da bien deja­do de lado; en su reem­pla­zo se encuen­tra la espe­ran­za de seguir alen­tan­do el insos­la­ya­ble deseo de seguir vivien­do. Es así que Lelouch acu­de a Víc­tor Hugo para extraer una de sus fra­ses inol­vi­da­bles: “los mejo­res años de nues­tra vida son aqué­llos que aún nos res­tan por vivir”. Jor­ge Gutman