Lle­ga­dos de Lejos

COME FROM AWAY

Final­men­te el públi­co de Mon­treal ten­drá opor­tu­ni­dad de juz­gar la pie­za Come From Away cuya pre­sen­ta­ción está a car­go de Even­ko. Este con­mo­ve­dor espec­tácu­lo musi­cal se basa en un epi­so­dio que podría pasar des­aper­ci­bi­do pero que gra­cias al libro, músi­ca y letra de Ire­ne San­koff y David Hein lle­ga a trascender.

(Foto: Matthew Murphy)

La tra­ge­dia del 11 de sep­tiem­bre de 2001 tra­jo, entre otras con­se­cuen­cias, la sus­pen­sión de todos los vue­los aéreos que debían par­tir y arri­bar a New York. Es así que la pie­za recrea lo que acon­te­ció en la peque­ña ciu­dad de Gan­der en New­found­land, cuan­do ese día reci­be en su aero­puer­to a 38 trans­atlán­ti­cos vue­los con 7000 pasa­je­ros a bor­do que tenían como des­tino la ciu­dad de New York. En con­se­cuen­cia, Gan­der don­de viven apro­xi­ma­da­men­te 10 mil per­so­nas vio ese día aumen­ta­da su pobla­ción en un 70%. Esa ha sido la oca­sión para que la gen­te local fren­te a los ines­pe­ra­dos visi­tan­tes “lle­ga­dos de lejos” le haya brin­da­do su soli­da­ri­dad, ayu­da, afec­to y empa­tía para que fren­te a las impre­vis­tas cir­cuns­tan­cias no se sin­tie­ran vara­dos sino que por el con­tra­rio reci­bie­sen todo el con­fort nece­sa­rio a fin de ami­no­rar la ten­sión existente.

(Foto: Matthew Murphy)

Tenien­do en cuen­ta lo que pre­ce­de, los auto­res inge­nio­sa­men­te basán­do­se en entre­vis­tas con varias de las per­so­nas invo­lu­cra­das en esta sin­gu­lar expe­rien­cia, con­ci­bie­ron esta obra con per­so­na­jes bien dia­gra­ma­dos don­de emer­gen dife­ren­tes his­to­rias tan­to de los resi­den­tes como de los via­je­ros. Al pro­pio tiem­po, la rique­za de su con­te­ni­do no sos­la­ya las men­ta­li­da­des pro­ve­nien­tes de dife­ren­tes cul­tu­ras étni­cas como así tam­bién el res­pe­to a sus dife­ren­tes reli­gio­nes, don­de cris­tia­nos, judíos y musul­ma­nes ter­mi­nan rezan­do conjuntamente.

Si bien aso­ma algu­na que otra nota dra­má­ti­ca, la obra se encuen­tra sal­pi­ca­da con momen­tos de apre­cia­do humor. El elen­co está inte­gra­do por 12 acto­res que desem­pe­ñan varios pape­les en tan­to que el acom­pa­ña­mien­to musi­cal brin­da­do por un con­jun­to de 9 ins­tru­men­tis­tas inter­pre­ta temas que se aco­plan al con­te­ni­do de la pieza.

El direc­tor Chris­topher Ash­ley insu­fla a la obra un rit­mo diná­mi­co a la vez que ha sabi­do cap­tar el hon­do con­te­ni­do humano que tras­cien­de de la misma.

En una épo­ca en que la vio­len­cia esta­lla sin cesar en varias regio­nes del mun­do, es aus­pi­cio­so con­tem­plar una obra tan emo­ti­va como la pre­sen­te que al exal­tar los nobles sen­ti­mien­tos de la gen­te de Gan­der per­mi­te reco­brar la fe en la humanidad.

Las repre­sen­ta­cio­nes de esta pie­za se efec­tua­rán en la sala Wil­frid Pelle­tier de la Pla­ce des Arts el 26, 27, 28 y 29 de noviem­bre a las 8 PM, el 30 de noviem­bre a las 2 PM y 8 PM y el 1 de diciem­bre a las 2 PM y 7:30 PM.

Para infor­ma­ción adi­cio­nal acu­dir al sitio de Come From Away

Mada­ma Butterfly

UNA NUE­VA TRANS­MI­SIÓN DES­DE EL MET

En la ter­ce­ra trans­mi­sión de la pre­sen­te tem­po­ra­da des­de el Metro­po­li­tan Ope­ra Hou­se de Nue­va York se difun­di­rá en vivo HD la ópe­ra Mada­ma But­terfly, una de las más her­mo­sas crea­cio­nes líri­cas de Gia­co­mo Puc­ci­ni y libre­to en ita­liano de Giu­sep­pe Gia­co­sa y Lui­gi Illica.

Esta ópe­ra en tres actos que tuvo su estreno en 1904 en La Sca­la de Milán es hoy día una de las más repre­sen­ta­das del reper­to­rio ope­rís­ti­co y con­si­de­ra­da la más popu­lar de Puc­ci­ni des­pués de La bohè­me y Tosca.

(Foto: MET)

Una de las razo­nes que moti­van el éxi­to de esta ópe­ra es que ade­más de su rique­za musi­cal y sus cau­ti­van­tes arias, exis­te una dra­má­ti­ca y con­mo­ve­do­ra his­to­ria de amor. El rela­to que trans­cu­rre en la ciu­dad por­tua­ria de Naga­sa­ki a prin­ci­pios del siglo pasa­do pre­sen­ta a Mada­ma But­terfly, tam­bién cono­ci­da con el cari­ño­so apo­do de Cio-Cio, una ino­cen­te joven quien a tra­vés de un arre­glo mari­tal es des­po­sa­da por Pin­ker­ton, un tenien­te de la mari­na de Esta­dos Uni­dos que se encuen­tra en Japón. Cuan­do des­pués de la boda y de una pri­me­ra noche de inti­mi­dad amo­ro­sa, el marino debe retor­nar a su país, But­terfly aguar­da ansio­sa­men­te su regre­so. Si bien para ella ese víncu­lo es algo sagra­do y per­ma­nen­te, a medi­da que pasa el tiem­po su fiel cria­da Suzu­ki tra­ta de con­ven­cer­la que él no retor­na­rá. A los tres años, el marino regre­sa casa­do con una mujer ame­ri­ca­na sin saber que But­terfly tuvo un hijo de él en esa úni­ca y apa­sio­na­da noche román­ti­ca. Al ente­rar­se de la trai­ción del hom­bre con quien se había casa­do y acep­tan­do su trá­gi­co des­tino, la frá­gil y vul­ne­ra­ble Cio-Cio deci­de defen­der su honor optan­do por el suicidio.

Hui He. (Foto: Richard Ter­mi­ne — MET)

En esta opor­tu­ni­dad la ópe­ra retor­na al MET con la bella y sóli­da pro­duc­ción del des­apa­re­ci­do direc­tor Anthony Minghe­lla rea­li­za­da en 2006 y que fue uno de los gran­des éxi­tos del MET de la últi­ma déca­da. La expre­si­va soprano chi­na Hui He ani­ma a la des­afor­tu­na­da geisha But­terfly en tan­to que el tenor ame­ri­cano Bru­ce Sled­ge encar­na al irres­pon­sa­ble ofi­cial naval ame­ri­cano Pin­ker­ton que la aban­do­na; en otros roles impor­tan­tes par­ti­ci­pan la mez­zo soprano ame­ri­ca­na Eli­za­beth DeS­hong en el rol de Suzu­ki y el barí­tono bra­si­le­ño Pau­lo Szot  como el cón­sul esta­dou­ni­den­se en Naga­sa­ki. La direc­ción musi­cal está a car­go del maes­tro Pier Gior­gio Moran­di.

Hui He y Pao­lo Szot. (Foto: Richard Ter­mi­ne — MET)

La pues­ta escé­ni­ca y coreo­gra­fía es de Carolyn Choa, el dise­ño esce­no­grá­fi­co está a car­go de Michael Levi­ne, el ves­tua­rio de Han Feng y la ilu­mi­na­ción de Peter Mum­ford.

La ópe­ra que es can­ta­da en ita­liano con sub­tí­tu­los en inglés será trans­mi­ti­da en vivo y en alta fide­li­dad des­de Nue­va York el 9 de noviem­bre de 2019 en selec­cio­na­das salas de Cana­dá per­te­ne­cien­tes al cir­cui­to Cine­plex y se vol­ve­rá a difun­dir, aun­que no en for­ma direc­ta, el 25, 27 y 29 de enero y el 9 de febre­ro de 2020.

Una Mito­lo­gía Adaptada

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

MYTHIC. Libro y Letra: Mar­cus Ste­vens. Músi­ca y Orques­ta­ción: Oran Eldor.  Direc­ción: Brian Hill. Direc­ción Musi­cal: Nick Bur­guess. Ban­da Musi­cal: Nick Bur­guess, Lucie Cau­chon, Simon Legault, Jason Field, Mike De Masi, Par­ker Bert. Coreo­gra­fía: Avihai Haham. Elen­co: Aadin Church, James Daly, Jes­si­ca Gallant, Heather McGui­gan, Julia McLe­llan, Megan Bry­don, Ale­xia Gourd, Kath­li­ne Gré­co, Patrick Park, Eva Petris, Matt Raffy, Jacob Shef­field. Esce­no­gra­fía: Oli­vier Lan­dre­vi­lle. Dise­ño del Ves­tua­rio: Loui­se Bou­rret. Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Sirois: Soni­do: Patri­ce d’A­ra­gon, Syl­vin Sévigny y Ste­ve Mar­tin. Dura­ción: 1 hora y 35 mii­nu­tos sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 24 de noviem­bre de 2019 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre

Los Dio­ses del Olim­po están entre noso­tros gra­cias a la invi­ta­ción que les for­mu­la­ra Lisa Rubin, la talen­to­sa direc­to­ra artís­ti­ca del Segal Cen­tre. Una vez más, con su bue­na per­cep­ción avi­zo­ró que Mythic podría resul­tar un espec­tácu­lo musi­cal de jerar­quía; sin duda algu­na acer­tó con el resul­ta­do obtenido.

Heather McGui­gan y Julia McLe­llan (Foto : Les­lie Schachter)

Mar­cus Ste­vens como autor del libro y Oran Eldor como com­po­si­tor de los temas musi­ca­les han recu­rri­do a la mito­lo­gía grie­ga para resal­tar aspec­tos de las rela­cio­nes fami­lia­res exis­ten­tes entre padres e hijos. Ese tema cons­ti­tu­ye el hilo con­duc­tor para que por espa­cio de hora y media el públi­co asis­ta a un espec­tácu­lo don­de la par­te dia­lo­ga­da es prác­ti­ca­men­te míni­ma para en cam­bio pri­vi­le­giar la músi­ca a tra­vés de can­cio­nes que se suce­den casi ininterrumpidamente.

Jes­si­ca Gallant (Foto: Les­lie Schachter)

El sen­ci­llo argu­men­to pre­sen­ta a Deme­ter (Heather McGui­gan), la dio­sa de la natu­ra­le­za, quien si bien es una madre abne­ga­da desea man­te­ner con­trol sobre su hija Per­sepho­ne (Julia McLe­llan) quien recha­za ese amor sobre­pro­tec­tor para seguir su camino en pro­cu­ra de su pro­pia iden­ti­dad. Al asis­tir a una fies­ta de los dio­ses la joven lle­ga a cono­cer al apues­to Hades (James Daly), el dios del infierno. Des­pués que sur­ge un amor a pri­me­ra vis­ta entre ellos, él trans­por­ta a su ama­da al infra­mun­do que lide­ra; es allí que a fuer­za de empe­ño y cora­je Per­sepho­ne logra­rá domes­ti­car a su ena­mo­ra­do trans­for­mán­do­lo en un ser más humano: Para­le­la­men­te, la tra­ma pre­sen­ta a Aph­ro­di­te (Jes­si­ca Gallant), la dio­sa del amor, quien no man­tie­ne una rela­ción muy flui­da con su negli­gen­te padre Zeus (Aadin Church). No es con­ve­nien­te ade­lan­tar cómo se vin­cu­lan ambas his­to­rias, sal­vo anti­ci­par que su satis­fac­to­ria reso­lu­ción arro­ja como balan­ce un via­je emo­cio­nal en don­de la diná­mi­ca fami­liar de los dio­ses de la mito­lo­gía grie­ga que­da muy bien refle­ja­da en el com­por­ta­mien­to humano de nues­tra era.

Julia McLe­llan y James Daly (Foto: Les­lie Schachter)

Lo tras­cen­den­te de esta pro­duc­ción resi­de en varios fac­to­res. En pri­mer lugar la pues­ta escé­ni­ca de Brian Hill es remar­ca­ble al haber impre­so un rit­mo flui­do que en nin­gún momen­to decae. En segun­do tér­mino cau­sa admi­ra­ción con­tem­plar tan­to a los 5 pro­ta­go­nis­tas de la tra­ma como a los 7 acto­res res­tan­tes que acom­pa­ñan a mane­ra de un coro grie­go, insu­flan­do inusi­ta­do dina­mis­mo, envi­dia­ble entu­sias­mo y un des­plie­gue físi­co sor­pren­den­te para que todo mar­che de mane­ra sin­cro­ni­za­da como el engra­na­je de un reloj.

Otro ele­men­to des­ta­ca­ble son las 27 can­cio­nes que inte­gran este espec­tácu­lo don­de nue­va­men­te los acto­res se lucen exhi­bien­do sus bue­nas con­di­cio­nes voca­les; entre sus núme­ros, se dis­tin­guen “It’s a Myth (el elen­co com­ple­to), la bella bala­da “Not a Chan­ce in Hell” (Hades, Per­sepho­ne), el con­mo­ve­dor tema “I Will Be Your Home” (Per­sepho­ne, Deme­ter), así como el vibran­te núme­ro final “I Return to You” (el elen­co com­ple­to). En tal sen­ti­do, la mag­ní­fi­ca labor del coreó­gra­fo Avihai Haham per­mi­te que las agra­da­bles can­cio­nes y las dan­zas ofrez­can un des­ta­ca­ble aspec­to visual. Final­men­te es igual­men­te loa­ble la con­tri­bu­ción del con­jun­to musi­cal diri­gi­do por Nick Burguess.

En suma, los fac­to­res men­cio­na­dos per­mi­ten que Mythic cons­ti­tu­ya un entre­te­ni­mien­to de nivel supe­rior que la audien­cia asis­ten­te aplau­di­rá calu­ro­sa­men­te tal como lo ha hecho la que estu­vo pre­sen­te en la vela­da inaugural.

La Lucha por la Libertad

HARRIET. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Kasi Lemmons

La escla­vi­tud de los afro­ame­ri­ca­nos ha sido tema de nume­ro­sas pelí­cu­las. Aquí, una vez más lo abor­da la rea­li­za­do­ra Kasy Lem­mons des­ta­can­do la estoi­ci­dad y valor de Harriet Tub­man, extra­or­di­na­ria líder abo­li­cio­nis­ta de un movi­mien­to ten­dien­te a eli­mi­nar el sojuz­ga­mien­to de la gen­te de raza negra con­si­de­ra­da pro­pie­dad de los pode­ro­sos escla­vis­tas blancos.

Cynthia Eri­vo

El guión de Gre­gory Allen Howard y de la direc­to­ra comien­za en 1849 ubi­can­do la acción en el esta­do de Mary­land don­de Minty (Cynthia Eri­vo), naci­da como Ara­min­ta Ross, es una de las nume­ro­sas escla­vas en la plan­ta­ción de Edward Bro­dess (Michael Marun­de), al igual que sus her­ma­nas y su madre (Vanes­sa Bell Callo­way). Estan­do casa­da con John (Zac­kary Momoh), quien goza de liber­tad, ambos le piden a Bro­dess que tan­to ella como el res­to de su fami­lia que­den libres; ese pedi­do se encuen­tra jus­ti­fi­ca­do por un docu­men­to legal que John con­si­guió don­de cons­ta que el bisa­bue­lo de Bro­dess había dis­pues­to en su tes­ta­men­to la libe­ra­ción de Minty y su fami­lia. Como res­pues­ta a la peti­ción, el des­pia­da­do escla­vis­ta des­tru­ye esa docu­men­ta­ción agre­gan­do que nada habrá de cam­biar y en con­se­cuen­cia Minty segui­rá sien­do su escla­va. Fren­te a esa res­pues­ta y en la medi­da que Minty se ente­ra que su amo tie­ne la inten­ción de ven­der­la, cobra en ella un impul­so de rebel­día que la lle­va a huir del lugar ini­cian­do un lar­go via­je hacia el nor­te en pro­cu­ra de la tan ansia­da libertad.

Esta pri­me­ra par­te del film carac­te­ri­za­da por la per­se­cu­ción de la cual la fugi­ti­va es obje­to por par­te de Gideon (Joe Alwyn), el hijo de Bro­dess, y los nume­ro­sos obs­tácu­los que debe supe­rar para no ser atra­pa­da está muy bien fil­ma­da ade­más de lograr un ade­cua­do sus­pen­so. El rela­to adquie­re mayor vigor cuan­do des­pués de una tra­ve­sía a pie de 100 millas ella logra lle­gar a Fila­del­fia, en el esta­do de Pen­sil­va­nia don­de no impe­ra la escla­vi­tud. Allí cono­ce a William Still (Les­lie Odom Jr.), un hom­bre negro de gran cora­zón quien le pres­ta su ayu­da y la intro­du­ce a Marie Bucha­nan (Jane­lle Monáe); esta mujer negra que nun­ca vivió la expe­rien­cia de ser escla­va le pro­cu­ra un empleo como tra­ba­ja­do­ra domés­ti­ca, le sumi­nis­tra un fal­so docu­men­to de iden­ti­dad indi­cán­do­le la for­ma en que debe actuar para adqui­rir la apa­rien­cia de una mujer libre y ade­más le ense­ña a mane­jar un arma.

A pesar de ser libre Minty — que a par­tir de enton­ces cam­bia su nom­bre por el de Harriet Tub­man- no se con­ten­ta sola­men­te con haber reco­bra­do su liber­tad sino que tam­bién la quie­re para los suyos. Para cum­plir su pro­pó­si­to y res­ca­tar tam­bién a otros afro­ame­ri­ca­nos escla­vi­za­dos deci­de efec­tuar el camino de retorno hacia la plan­ta­ción con­tan­do con el apo­yo de doce­nas de abolicionistas.

La tena­ci­dad demos­tra­da por esta mujer per­mi­te que sea intro­du­ci­da a una red clan­des­ti­na anti­es­cla­vis­ta cono­ci­da con el nom­bre de Under­ground Rail­road (ferro­ca­rril sub­te­rrá­neo) cuyo obje­ti­vo con­sis­te en ofre­cer refu­gio segu­ro a los escla­vos de los esta­dos sureños.

Cuan­do una ley del Con­gre­so de 1850 san­cio­na el Fugi­ti­ve Sla­ve Act (Ley de Escla­vos Fugi­ti­vos) de 1850 aumen­tan­do las penas para los escla­vos que fue­sen cap­tu­ra­dos aun­que lo hayan sido en los esta­dos no escla­vis­tas, Harriet debe supe­rar el desa­fío con­du­cien­do a los escla­vos a tra­vés de un reco­rri­do de 500 millas hacia Cana­dá don­de la escla­vi­tud ha sido abolida.

Así, esta excep­cio­nal mujer median­te más de una dece­na de misio­nes efec­tua­das logró libe­rar apro­xi­ma­da­men­te 70 escla­vos y tras la gue­rra de sece­sión luchó deno­da­da­men­te para con­se­guir el sufra­gio femenino.

Con un muy buen guión y una remar­ca­ble direc­ción, Lem­mons ha rea­li­za­do un épi­co y emo­ti­vo dra­ma retra­tan­do a una mujer excep­cio­nal que ha sido capaz de mover mon­ta­ñas; en tal sen­ti­do, si ella hubie­ra exis­ti­do hoy día sin duda algu­na habría sido la insu­pe­ra­ble repre­sen­tan­te del #metoo.

Final­men­te cabe admi­rar la esplén­di­da inter­pre­ta­ción logra­da por la actriz bri­tá­ni­ca Eri­vo quien trans­mi­te con máxi­ma inten­si­dad la valen­tía, deter­mi­na­ción y gene­ro­si­dad del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co que arries­gó su vida en pos del dere­cho inalie­na­ble del géne­ro humano como lo es el de su liber­tad. Jor­ge Gutman

Una Maca­bra Tragicomedia

PARA­SI­TE. Corea del Sur, 2019. Un film de Bong Joon-ho

Con­fir­man­do su repu­tación de ser uno de los más impor­tan­tes direc­to­res asiá­ti­cos, Bong Joon-ho ha rea­li­za­do un film que cau­só sen­sa­ción en el últi­mo fes­ti­val de Can­nes y que jus­ti­fi­ca­da­men­te obtu­vo la codi­cia­da Pal­ma de Oro con­ce­di­da por el jura­do ofi­cial. Con gran maes­tría el cineas­ta abor­da aquí el tema de la des­igual­dad social impe­ran­te en su país.

Den­tro del géne­ro de la tra­gi­co­me­dia don­de a su vez no están ausen­tes el sus­pen­so y el terror, el film cons­ti­tu­ye una sagaz metá­fo­ra sobre la frac­tu­ra exis­ten­te entre los pobres mise­ra­bles des­crip­tos por el rea­li­za­dor y los inte­gran­tes de las cla­ses pudien­tes, don­de unos mutua­men­te con­si­de­ran a los otros pará­si­tos de la sociedad.

Song Kang-ho

El guión del rea­li­za­dor y Han Jin-won pre­sen­ta un sóli­do clan fami­liar que vive en con­di­cio­nes de extre­ma humil­dad, Esta fami­lia está con­for­ma­da por Ki-taek (Song Kang-ho) un des­em­plea­do indi­vi­duo, su espo­sa Chung-Sook (Chang Hye-jin), y sus dos hijos adul­tos Ki-woo (Choi Woo-shik) y Ki-jung (Park So-dam) vivien­do en el sub­sue­lo de un edi­fi­cio veni­do a menos ubi­ca­do en un dis­tri­to de la cla­se obre­ra de Seúl.

La vida ruti­na­ria del gru­po fami­liar cobra un vuel­co sor­pre­si­vo cuan­do Ki-Woo, reci­be un ofre­ci­mien­to de empleo por par­te de su ami­go Min; como éste debe par­tir al extran­je­ro, el tra­ba­jo con­sis­te en reem­pla­zar­lo como pro­fe­sor de inglés de la ado­les­cen­te Da-hye, (Jung Ziso), quien es la hija de Dong-ik Park (Lee Sun-kyun), un arqui­tec­to millo­na­rio, y de Yeon-kyo (Cho Yeo-jeong); así, sin gran esfuer­zo y valién­do­se de un fal­so diplo­ma Ki-Woo logra ese empleo.

Al visi­tar por pri­me­ra vez la lujo­sa man­sión ultra­mo­der­na en don­de cum­pli­rá sus fun­cio­nes de tuto­ría, el mucha­cho que­da des­lum­bra­do al con­tem­plar ese ambien­te com­ple­ta­men­te nue­vo y has­ta enton­ces des­co­no­ci­do por él como así tam­bién por el extra­or­di­na­rio con­fort del que gozan los inte­gran­tes de esta opu­len­ta familia.

Des­pués de haber con­quis­ta­do la sim­pa­tía de su alum­na y de su pro­tec­to­ra y cré­du­la madre el ave­za­do mucha­cho con­ci­be una astu­ta estra­te­gia para que sus padres y her­ma­na pue­dan ser con­tra­ta­dos por los due­ños de la fami­lia Park a fin de rea­li­zar dife­ren­tes tareas, lograr un buen sala­rio y poder aspi­rar a un nivel de vida más aus­pi­cio­so. Así y sin reve­lar a sus due­ños el víncu­lo de él con los suyos, Ki-woo con­si­gue que su pro­ge­ni­tor sea reclu­ta­do como cho­fer, su her­ma­na como exper­ta pro­fe­so­ra de arte del niño sor­do­mu­do Da-song (Jung Hyeon-jun) de la fami­lia y que su madre sea con­cha­ba­da como ama de lla­ves des­pués de haber logra­do que la pre­ce­den­te fue­ra despedida.

Si has­ta aquí el rela­to adquie­re el tono de una remar­ca­ble come­dia satí­ri­ca don­de el direc­tor con­tra­po­ne habi­li­do­sa­men­te los esti­los de vida de dos estra­tos socia­les radi­cal­men­te opues­tos, lo que sobre­vie­ne des­pués cons­ti­tu­ye una sor­pre­sa mayor para el espec­ta­dor que no con­vie­ne develar.

Gra­cias a un inge­nio­so guión que ofre­ce unas vuel­tas de giro impo­si­bles de pre­ver anti­ci­pa­da­men­te, la his­to­ria es con­du­ci­da hacia un maca­bro des­en­la­ce. Resuel­ta con gran ima­gi­na­ción y a tra­vés de una estu­pen­da pues­ta escé­ni­ca el rea­li­za­dor efec­túa con esta des­car­na­da fábu­la un devas­ta­dor retra­to ilus­tran­do la grie­ta social exis­ten­te entre los pode­ro­sos y los des­am­pa­ra­dos de su tie­rra. El resul­ta­do final es una remar­ca­ble pelí­cu­la don­de lo expues­to por el cineas­ta no es exclu­si­vo de Corea del Sur en la medi­da que la lucha de cla­ses adquie­re dimen­sión uni­ver­sal.  Jor­ge Gutman