El Des­afor­tu­na­do Héroe

RICHARD JEWELL. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Clint Eastwood

Pro­si­guien­do con su pro­pó­si­to de rese­ñar a héroes que sobre­vi­vie­ron momen­tos de gran ten­sión, como en Ame­ri­can Sni­per (2014) y Sully (2016), entre otros títu­los, Clint East­wood retor­na con un sóli­do rela­to sobre el vía cru­cis vivi­do por un ino­cen­te individuo.

Sam Rock­well y Paul Wal­ter Hauser

Paul Wal­ter Hau­ser encar­na a Richard Jewell, un regor­de­te bona­chón de 33 años que se toma muy en serio su car­go de guar­dia de segu­ri­dad en el Cen­ten­nial Olym­pic Park de Atlan­ta. El 27 de julio de 1996 — en ple­na cele­bra­ción de las Olim­pia­das de verano con una mul­ti­tud con­tem­plan­do un con­cier­to popu­lar– des­cu­bre una mochi­la aban­do­na­da en el sue­lo; con gran dina­mis­mo y rapi­dez aler­ta a las auto­ri­da­des poli­cia­les y cuan­do éstas arri­ban al lugar des­cu­bren que en el inte­rior del sos­pe­cho­so bol­so hay una bom­ba a pun­to de deto­nar. A pesar de que pos­te­rior­men­te la explo­sión se pro­du­ce con el resul­ta­do de dos muer­tos y más de 100 heri­dos, el valien­te acto de Richard per­mi­te sal­var las vidas de la mayo­ría de las per­so­nas que allí se encuen­tran. Aun­que pro­cla­ma­do como el gran héroe de la memo­ra­ble jor­na­da, su cele­bri­dad será de cor­to alcance.

Basa­do en el artícu­lo “Ame­ri­can Night­ma­re: The Ballad of Richard Jewell” de Marie Bren­ner, el efec­ti­vo guión de Billy Ray ha sido exce­len­te­men­te apro­ve­cha­do por East­wood en la muy bue­na des­crip­ción de sus per­so­na­jes; así, Jewell está mag­ní­fi­ca­men­te retra­ta­do como un indi­vi­duo bon­da­do­so que vive y man­tie­ne una entra­ña­ble rela­ción con su que­ri­da madre Bobi (Kathy Bates). Dada su natu­ra­le­za un tan­to infan­til y algu­nos aspec­tos dis­cu­ti­bles vin­cu­la­dos con ante­rio­res tra­ba­jos, poco tiem­po des­pués que se pro­du­ce el trá­gi­co atentado,Tom Shaw (Jon Hamm) y Dan Ben­net (Ian Gomez), dos fun­cio­na­rios del FBI, creen que la ima­gen de Richard no corres­pon­de pre­ci­sa­men­te a la de un héroe y para peor sos­pe­chan que él ha sido el autor del aten­ta­do. Cuan­do Shaw reve­la estas dudas a la perio­dis­ta Kathy Scruggs (Oli­via Wil­de) que tra­ba­ja en el dia­rio local Atlan­ta Jour­nal-Cons­ti­tu­tion, ella logra que el perió­di­co publi­que el 30 de julio en pri­me­ra pla­na de que el pro­cla­ma­do héroe pudo haber plan­ta­do la bom­ba. Es enton­ces cuan­do inter­vie­ne el abo­ga­do Watson Bryant (Sam Rock­well) quien habien­do cono­ci­do a Jewell años atrás en un gabi­ne­te de tra­ba­jo rea­li­zan­do tareas de lim­pie­za, con fir­me deter­mi­na­ción se apres­ta a defen­der­lo al estar con­ven­ci­do de su inocencia.

Fun­da­men­tal­men­te la his­to­ria se cen­tra en el via cru­cis vivi­do por el pro­ta­go­nis­ta que prác­ti­ca­men­te ha sido vic­ti­mi­za­do por el FBI y por los medios de difu­sión, sin que exis­tie­ra evi­den­cia algu­na que pudie­ra pro­bar su culpabilidad.

Aun­que East­wood expo­ne los hechos tra­tan­do de evi­tar sen­ti­men­ta­li­dad algu­na, su narra­ción no pue­de evi­tar momen­tos de incon­te­ni­ble emo­ción. Así, Bates ofre­ce una anto­ló­gi­ca esce­na cuan­do en una con­fe­ren­cia de pren­sa no pudien­do ocul­tar sus lágri­mas Bobi se diri­ge al Pre­si­den­te Clin­ton y al FBI supli­cán­do­les que dejen en cla­ro y sin duda algu­na el buen nom­bre de su que­ri­do hijo. Otra mag­ní­fi­ca pres­ta­ción es la de Rock­well que adop­ta la posi­ción de un que­ri­ble padre hacia Richard y que en su con­di­ción de abo­ga­do defen­sor rea­li­za el máxi­mo esfuer­zo posi­ble para demos­trar su ino­cen­cia. Si bien el res­to del elen­co se desem­pe­ña irre­pro­cha­ble­men­te, el que se lle­va las pal­mas es Hau­ser quien, ade­más de guar­dar un gran pare­ci­do físi­co con Jewell, se sumer­ge de lleno en su per­so­na logran­do una inter­pre­ta­ción nada menos que fascinante.

En este dra­ma, que­da cla­ra­men­te evi­den­cia­da la denun­cia de East­wood sobre los abu­sos del poder a tra­vés del accio­nar del FBI y de los medios de difu­sión quie­nes duran­te 3 meses han hecho inso­por­ta­ble las vidas del incul­pa­do y de su madre, al pun­to de inva­dir su hogar. En tal sen­ti­do y tal como lo ha veni­do rea­li­zan­do en varios tra­ba­jos de su fil­mo­gra­fía, el direc­tor demues­tra de qué mane­ra los idea­les de una per­so­na hones­ta e ínte­gra pue­den des­plo­mar­se fren­te a la reali­dad que lo cir­cun­da. Así, a pesar de las excu­sas brin­da­das por las auto­ri­da­des al haber cla­ri­fi­ca­do su nom­bre por par­te del Depar­ta­men­to de Jus­ti­ca y de las indem­ni­za­cio­nes que Richard Jewell reci­bió, él no logró cica­tri­zar el daño emo­cio­nal sufrido.

Aun­que en el film no se reve­le al ver­da­de­ro cul­pa­ble del aten­ta­do, lo cier­to es que Eric Rudolph que fue arres­ta­do en 2003, con­fe­só en 2005 su cri­mi­nal acto sien­do sen­ten­cia­do a pri­sión per­pe­tua. Lo que sí se anun­cia en los cré­di­tos fina­les es que Jewell murió en 2007 a los 44 años.

Con sus 89 años de edad el vete­rano rea­li­za­dor demues­tra que aún con­ser­va el vigor nece­sa­rio para enca­rar tra­ba­jos de enver­ga­du­ra como el pre­sen­te; en con­se­cuen­cia, con gran expec­ta­ti­va se aguar­da su pró­xi­mo pro­yec­to. Jor­ge Gutman