A 25 años de su estreno

12 MON­KEYS

En pocos días más se repon­drá el film esta­dou­ni­den­se 12 Mon­keys de Terry Gui­lliam, cele­bran­do el vigé­si­mo quin­to ani­ver­sa­rio de su estreno en 1995.

Esta pelí­cu­la basa­da en La Jetée -un cor­to­me­tra­je fran­cés de 1962 de Chris Mar­ker que tuvo un gran éxi­to- sir­vió de ins­pi­ra­ción a Gui­lliam para efec­tuar un rema­ke en lar­go­me­tra­je. Con­tan­do con el buen guión de David y Janet Peo­ples, el direc­tor logró un thri­ller de cien­cia fic­ción que fue uno de los mejo­res rea­li­za­dos duran­te la déca­da del 90.

Esta ver­sión man­tie­ne el espí­ri­tu del cor­to ori­gi­nal situan­do la acción en el año 2035. A cau­sa de una epi­de­mia pro­vo­ca­da por un letal virus que ha cobra­do la vida de millo­nes de per­so­nas, los sobre­vi­vien­tes se ocul­tan en un sub­sue­lo poco aco­ge­dor aguar­dan­do que en algún momen­to se pue­da encon­trar un reme­dio para esta infec­cio­sa enfer­me­dad. Un con­vic­to allí alo­ja­do se ofre­ce como volun­ta­rio a fin de retor­nar al pasa­do y con­se­guir una mues­tra del virus para que los cien­tí­fi­cos estén en con­di­cio­nes de pro­du­cir un antí­do­to. En ese via­je a tra­vés del tiem­po, él tra­ta­rá de loca­li­zar a un gru­po radi­cal ‑el ejér­ci­to de los 12 monos- vin­cu­la­do con la terri­ble plaga.

Bru­ce Willis y Brad Pitt

Dota­do de una febril ima­gi­na­ción Gui­lliam ofre­ce un sin­gu­lar dra­ma den­tro de un mun­do oní­ri­co y apo­ca­líp­ti­co que envuel­ve per­ma­nen­te­men­te al espectador.

El elen­co está pro­ta­go­ni­za­do por Bru­ce Wills, en el rol del con­vic­to; ade­más actúan Brad Pitt como un sin­gu­lar enfer­mo men­tal y Made­lei­ne Sto­we ani­man­do a una bella psi­quia­tra. El elen­co se com­ple­ta con Chris­topher Plum­mer, Jon Seda, Joseph Meli­to, David Mor­se, Michael Chan­ce, Ver­non Camp­bell, H. Michael Walls, Bob Adrian, Simon Jones, Carol Flo­ren­ce, Bill Ray­mond, Ernest Abu­ba, Irma St. Pau­le y Joey Perillo.

En el mar­co de la serie Flash­backs, el film será repues­to a par­tir del 21 de Febre­ro de 2020 en selec­cio­na­das salas del cir­cui­to Cine­plex.

Una Peno­sa Infancia

LES CHA­TOUI­LLES. Fran­cia, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Andréa Bes­cond y Eric Métayer

El tema de la pedofi­lia, ya con­si­de­ra­do otras veces por el cine, es en este caso abor­da­do por quien ha pade­ci­do el trau­ma de haber sido obje­to de abu­so infan­til. Eso se debe a que el guión de Les Cha­toui­lles se basa en la obra escri­ta para el tea­tro por Andréa Bes­cond e,inspirada en su peno­sa expe­rien­cia per­so­nal. Si bien la pie­za ha mere­ci­do varios pre­mios en Fran­cia, su tras­la­do cine­ma­to­grá­fi­co por par­te de Bes­cond y del rea­li­za­dor Eric Méta­yer dis­ta de ser eficaz.

El comien­zo es aus­pi­cio­so ilus­tran­do cómo Odet­te de ocho años (Cyri­lle Mai­res­se) es ino­cen­te­men­te sedu­ci­da por Gil­bert (Pie­rre Dela­don­champs), un ami­go ínti­mo de la fami­lia; este repu­dia­ble indi­vi­duo, a la vez casa­do y padre de tres hijos varo­nes, indu­ce a la niña a jugar al cos­qui­lleo y es así que intro­du­ce su mano en los geni­ta­les de la peque­ña. Inme­dia­ta­men­te vemos a la adul­ta Odet­te (Bes­cond) que visi­ta a una psi­có­lo­ga (Caro­le Franck) para tra­tar de resol­ver el pro­fun­do trau­ma sufri­do en su infan­cia por el pedó­fi­lo; a pesar de que la pro­fe­sio­nal le acon­se­ja que recu­rra a un doc­tor más espe­cia­li­za­do, ella pre­fie­re no cam­biar de terapeuta.

Karin Viard y Andréa Bescond

El rela­to estruc­tu­ra­do entre el pasa­do y el pre­sen­te per­mi­te cono­cer algu­nos aspec­tos de la infan­cia de la pro­ta­go­nis­ta. Gran aman­te de la dan­za clá­si­ca don­de pro­si­gue sus estu­dios en una aca­de­mia espe­cia­li­za­da, vive con Mado (Karin Viard), su domi­nan­te y ego­cén­tri­ca madre y Fabri­ce (Clo­vis Cor­ni­llac) un padre de natu­ra­le­za pasi­va y sin mucha per­so­na­li­dad, ambos aje­nos a lo que le pasa a la niña. En el pre­sen­te se obser­va a Odet­te (Bes­cond) con­ver­ti­da en una bai­la­ri­na con­tem­po­rá­nea que vuel­ca en la dan­za toda la furia que la corroe inte­rior­men­te; a todo ello, el alcohol, la dro­ga y encuen­tros sexua­les imper­so­na­les la con­du­cen a adop­tar una con­duc­ta de malos hábi­tos que le impi­de man­te­ner per­ma­nen­tes rela­cio­nes interpersonales.

Varios son los fac­to­res que aten­tan a lograr un film satis­fac­to­rio. En pri­mer lugar, no que­da bien cla­ro si lo que Odet­te le con­fía a la tera­peu­ta es deci­di­da­men­te cier­to o si par­te de lo que le narra es pro­duc­to de sus per­tur­ba­cio­nes; al pro­pio tiem­po, lo que sí se evi­den­cia es una rela­ción com­ple­ta­men­te inusual entre ambas don­de hay ins­tan­cias en que los roles de psi­co­ana­lis­ta y psi­co­ana­li­za­da pare­cie­ran rever­tir­se. Otro aspec­to que resul­ta difí­cil de com­pren­der es la razón por la que ya como adul­ta Odet­te nun­ca haya mani­fes­ta­do a sus padres su pro­fun­da heri­da emo­cio­nal; lo que resul­ta aún más difí­cil de acep­tar es que ella haya per­mi­ti­do que el depra­va­do hom­bre cau­san­te de su pro­ble­ma con­ti­nua­se visi­tan­do el hogar de sus padres como si nada hubie­ra ocu­rri­do. Pero más allá de estas refle­xio­nes, el pro­ble­ma mayor de este dra­ma es la for­ma en que con­fu­sa­men­te está narra­do y en don­de lo actual con lo pasa­do se inter­co­nec­tan de mane­ra poco efi­caz sin que el rela­to encuen­tre el pre­ci­so tono entre la reali­dad y la fan­ta­sía asu­mi­da por la pro­ta­go­nis­ta en sus sue­ños e imaginaciones.

A la ende­ble adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca se agre­ga el pro­ble­ma de una narra­ción irre­gu­lar que impi­de con­sus­tan­ciar­se ple­na­men­te con el dra­ma vivi­do por Odet­te. Con todo, más allá de las serias obje­cio­nes apun­ta­das, el film es váli­do en denun­ciar un tema can­den­te demos­tran­do la nece­si­dad de ven­cer el temor o la ver­güen­za en reve­lar a los pre­da­do­res sexua­les; al hacer­lo, es posi­ble que el cas­ti­go de los vic­ti­ma­rios pue­da ate­nuar el trau­ma emo­cio­nal cau­sa­do a sus víc­ti­mas. Jor­ge Gutman

Nota­ble Melo­dra­ma de Spielberg

THE COLOR PURPLE

En pocos días más se podrá vol­ver a apre­ciar en la gran pan­ta­lla de los cines The Color Pur­ple, el exce­len­te film de Ste­ven Spiel­berg rea­li­za­do en 1985.

En ese enton­ces el céle­bre rea­li­za­dor ya había logra­do gran popu­la­ri­dad con bue­nos fil­mes de entre­te­ni­mien­to masi­vo, pero es con esta pelí­cu­la film don­de enca­ra por pri­me­ra vez un tema social de con­si­de­ra­ble envergadura.

El film basa­do en la pre­mia­da nove­la homó­ni­ma de Ali­ce Wal­ker se desa­rro­lla a prin­ci­pios del siglo pasa­do en algúin lugar no espe­ci­fi­ca­do del sur de Esta­dos Uni­dos. Es allí don­de Celie, una ado­les­cen­te negra de 14 años que está emba­ra­za­da de su pro­pio padre, tra­ta de lograr su iden­ti­dad des­pués de haber sido abu­sa­da y ade­más sufrien­do con­ti­nuas humi­lla­cio­nes dada su con­di­ción femenina.

Whoo­pi Goldberg

Con gran sen­si­bi­li­dad, Spiel­berg rela­ta esta his­to­ria des­cri­bien­do sin com­pla­cen­cia algu­na una tris­te reali­dad social don­de la dis­cri­mi­na­ción racial y la mar­ca­da des­igual­dad entre ricos y pobres son sus ele­men­tos prevalecientes.

Ade­más de nota­ble narra­dor, Spiel­berg es un remar­ca­ble direc­tor de acto­res y en tal sen­ti­do logra que la mag­ní­fi­ca actriz Whoo­pi Gold­berg trans­mi­ta de mane­ra vis­ce­ral la des­gra­cia de una mujer que por su con­di­ción feme­ni­na es piso­tea­da y que en con­se­cuen­cia lucha por la dig­ni­dad y res­pe­to que todo ser humano mere­ce. A su lado tam­bién se dis­tin­gue Danny Glo­ver en el rol del mise­ra­ble padre, como asi­mis­mo el res­to del elen­co inte­gra­do entre otros por Oprah Win­frey, Mar­ga­ret Avery, Adolph Cae­sar y Lau­ren­ce Fishburne.

Den­tro del ciclo Clas­sic Films , este exce­len­te melo­dra­ma será repues­to a par­tir del 14 de febre­ro en selec­cio­na­das salas del cir­cui­to Cine­plex.

El Trai­dor

IL TRA­DI­TO­RE. Ita­lia-Fran­cia-Ale­ma­nia-Bra­sil. Un film de Mar­co Bellochio

Con medio cen­te­nar de pelí­cu­las rea­li­za­das el casi octo­ge­na­rio rea­li­za­dor Mar­co Belloc­chio sigue ofre­cien­do sóli­das obras, sobre todo de natu­ra­le­za polí­ti­ca vin­cu­la­das con Ita­lia, su país de ori­gen. Aun­que el tema de la Cosa Nos­tra ha sido enfo­ca­do en nume­ro­sas opor­tu­ni­da­des, el direc­tor ita­liano lo con­si­de­ra por pri­me­ra vez en Il Tra­di­to­re; para tal pro­pó­si­to, recons­ti­tu­ye a tra­vés de dos déca­das la his­to­ria de Tom­ma­so Bus­cet­ta (Pier­fran­ces­co Favino), un mafio­so sici­liano que actuó como infor­man­te para el gobierno de Italia.

Pier­fran­ces­co Favino

El film comien­za en 1980 cuan­do Bus­cet­ta des­pués de haber hui­do de Sici­lia resi­de en Bra­sil jun­to a su espo­sa bra­si­le­ña Cris­ti­na (Maria Fer­nan­da Cân­di­do) don­de de este modo logra un res­pi­ro en la gue­rra enta­bla­da entre los dife­ren­tes padri­nos de la mafia sici­lia­na por el trá­fi­co de heroí­na; aun­que los gru­pos riva­les acuer­dan una tre­gua, la mis­ma es de efí­me­ra dura­ción. En Bra­sil Bus­cet­ta se ente­ra que la fami­lia enemi­ga ase­si­nó en Paler­mo a dos de sus hijos y a su her­mano, entre otros parien­tes cer­ca­nos. Cuan­do es extra­di­ta­do a Ita­lia por las auto­ri­da­des bra­si­le­ñas, al lle­gar a des­tino y temien­do que él pue­da ser la pró­xi­ma víc­ti­ma, deci­de que­brar el pac­to de silen­cio que exis­te en la mafia, tes­ti­mo­nian­do ante el juez Gio­van­ni Fal­co­ne (Faus­to Rus­so Ale­si) bajo el ampa­ro del pro­gra­ma de pro­tec­ción de tes­ti­gos. Sus decla­ra­cio­nes reve­lan los crí­me­nes ocul­tos del clan enemi­go lide­ra­do por el padrino Sal­va­to­re Toto Rii­na (Nico­la Cali) y su anti­guo aso­cia­do Totuc­cio Con­torno (Lui­gi Lo Cas­cio), así como las vin­cu­la­cio­nes de la Cosa Nos­tra con las altas esfe­ras polí­ti­cas del gobierno inclu­yen­do a Giu­lio Andreot­ti y otros jerar­cas del Par­ti­do Demó­cra­ta Cris­tiano. Como resul­ta­do de su denun­cia cer­ca de 400 inte­gran­tes de la mafia sici­lia­na fue­ron encarcelados.

Belloc­chio se abs­tie­ne de juz­gar la mora­li­dad de Bus­cet­ta aun­que eso no le impi­de efec­tuar un buen estu­dio psi­co­ló­gi­co de su per­so­na. Impri­mien­do un rit­mo ágil a su narra­ción el rea­li­za­dor logra igual­men­te una muy bue­na recons­truc­ción de los hechos y de los múl­ti­ples jui­cios que tie­nen lugar. Rela­ta­do sóli­da­men­te con algu­nos memo­ra­bles pla­nos secuen­cia, el vete­rano rea­li­za­dor encon­tró un gran apo­yo en la inter­pre­ta­ción pro­ta­gó­ni­ca de Favino; este actor ofre­ce una impe­ca­ble carac­te­ri­za­ción de un mafio­so de com­ple­ja per­so­na­li­dad y gran­des con­tra­dic­cio­nes, quien guia­do por su pro­pio códi­go de honor no se con­si­de­ró un trai­dor al haber dela­ta­do a quie­nes ante­rior­men­te lo habían trai­cio­na­do matan­do a sus seres que­ri­dos. El efi­cien­te mon­ta­je de Fran­ces­ca Cal­ve­lli per­mi­tió que este poten­te dra­ma de ven­gan­za y trai­ción logra­se máxi­ma flui­dez, así como la foto­gra­fía de Vla­dan Rado­vic y la músi­ca de Nico­la Pio­va­ni son otros dos fac­to­res que real­zan a esta his­to­ria real.

La úni­ca obser­va­ción a efec­tuar resi­de en la inmen­sa acu­mu­la­ción de datos así como los nume­ro­sos inci­den­tes del rela­to que impi­den su com­ple­ta absor­ción en una pri­me­ra visión; sin embar­go, esta obje­ción no lle­ga a eclip­sar los méri­tos de esta exce­len­te cró­ni­ca de la mafia ita­lia­na logran­do que el públi­co la siga con mar­ca­da atención.
Jor­ge Gutman

Un Artis­ta Figurativo

Lucian Freud

Nue­va­men­te Exhi­bi­tion on Screen ofre­ce al públi­co aman­te de la pin­tu­ra una inmer­sión cine­ma­to­grá­fi­ca de uno de los más impor­tan­tes maes­tros del arte con­tem­po­rá­neo. En el docu­men­tal Lucian Freud: A Self Por­trait del direc­tor David Bic­kers­taff  se pue­de apre­ciar la obra de este pin­tor y gra­ba­dor bri­tá­ni­co con­si­de­ra­do como un tras­cen­den­te y revo­lu­cio­na­rio artis­ta figu­ra­ti­vo del siglo XX.

Boy Smo­king. (Foto: Tate)

La Real Aca­de­mia de Artes (Royal Aca­demy of Arts) de Lon­dres, en cola­bo­ra­ción con el Museo de Bellas Artes de Bos­ton ha rea­li­za­do una expo­si­ción de los auto­rre­tra­tos de Lucian Freud (1922 – 2011), que comen­zó en octo­bre de 2019 y fina­li­zó hace dos sema­nas. A tra­vés de más de 50 pin­tu­ras, impre­sos y dibu­jos que­dan reve­la­dos aspec­tos de su vida pri­va­da y su vin­cu­la­ción con sus obras. En el espa­cio de más de seis déca­das de crea­ti­vi­dad sus auto­rre­tra­tos pro­por­cio­nan una fas­ci­nan­te apro­xi­ma­ción de su psi­quis y su desa­rro­llo como pin­tor, des­de sus pri­me­ros tra­ba­jos rea­li­za­dos en 1939. Cuan­do se los obser­va en con­jun­to, sus retra­tos repre­sen­tan un absor­ben­te estu­dio de la diná­mi­ca del enve­je­ci­mien­to y el pro­ce­so de auto-representación.

Man with a Thistle (Self-Portrait).(Foto : Tate)

Entre algu­nas de sus pin­tu­ras exhi­bi­das se encuen­tran Man’s Head (Self Por­trat III), Man’s Head (Self Por­trait I), Man with a Thistle (Self Por­trait) y Boy Smo­king. Ade­más el docu­men­tal pre­sen­ta impor­tan­tes entre­vis­tas rea­li­za­das por el docu­men­ta­lis­ta a ami­gos del pin­tor, como así tam­bién a impor­tan­tes exper­tos de arte como Tim Mar­low (jefe eje­cu­ti­vo y direc­tor del The Design Museum), Mar­tin Gay­for (crí­ti­co y escri­tor), Cathe­ri­ne Lam­pert (cura­do­ra de arte y escri­to­ra), William Fea­ver (cura­dor de arte y escri­tor() y Sebas­tian Smee (crí­ti­co de arte).

Man’s Head (Self Por­trait III). (Foto:National Por­trait Gallery. Londres)

Este docu­men­tal es pre­sen­ta­do a audien­cias de Gran Bre­ta­ña y de 65 paí­ses del mun­do, En Cana­dá se podrá juz­gar­lo a par­tir del 16 de Febre­ro de 2020 en selec­cio­na­dos cines de Cine­plex