HOPE GAP. Gran Bretaña, 2019. Un film escrito y dirigido por William Nicholson.
Ciertamente no existen lecciones de felicidad conyugal y es así que en la mayoría de las veces los factores que asisten a la armonía de un matrimonio o a su insatisfacción siguen siendo un misterio que está asociado a la naturaleza humana de las partes que lo integran. Esta introducción viene al caso porque este film de William Nicholson expone la disolución de un vínculo conyugal después de 29 años de vida conjunta.
La historia gira en torno de Grace (Annette Bening) y Edward (Bill Nighy), ambos de edad madura, cuyo hogar se encuentra en la zona costera del este de Sussex, en Gran Bretaña; ella, ya retirada, es una mujer intelectual implicada en un libro de versos; él es un erudito profesor de escuela. Desde las primeras imágenes el guión permite compenetrarse en sus personajes, donde la personalidad de Grace, abierta y espontánea, contrasta con la de su marido quien ofrece la impresión de un individuo cansado en seguir las conversaciones que su esposa trata de generar con indisimulado entusiasmo.
Cuando Edward invita a su adulto hijo Jamie (Josh O’Connor), que vive en Londres, a pasar el fin de semana en su hogar, al llegar le comunica ‑antes que lo sepa Grace– que decidió dejar a su madre. Cuando ella recibe de su esposo la dramática noticia diciéndole que conoció a una joven mujer que lo colma de satisfacción, la conmocionada Grace no se resigna a aceptar la situación y se dispone a luchar desesperadamente para revertir un proceso que al parecer es irreversible.
Nicholson cuyo guión está basado en la obra teatral que escribió transmitiendo su propia experiencia vivida al separarse sus padres, utiliza al personaje de Jamie como su alter ego. En la ficción se comprobará cómo involuntariamente el joven es utilizado por Grace para que actúe de intermediario ante su padre a fin de convencerlo para que retorne al hogar.
Dicho lo que antecede se asiste a un íntimo drama familiar que no agrega algo diferente a los temas de desintegración matrimonial ya considerados por el cine en varias ocasiones donde últimamente lo trató el director Noah Baumbach en su excelente drama Marriage Story. En este caso, Hope Gap no alcanza el mismo nivel y eso se debe en parte a que no se llega a saber qué es lo que sustentó la vida en común de esta pareja durante casi tres décadas y cómo es posible que Grace no se haya percatado que algo no funcionaba bien en esa relación, ignorando que la conducta apática de su esposo se debió al desafecto que sentía por ella.
Más allá de las observaciones señaladas, la gravitación de este film solventemente realizado reside en las sólidas actuaciones de Bening y Nighy. La veterana actriz se desenvuelve estupendamente transmitiendo las conflictivas emociones que experimenta una persona que sin haber enviudado sufre los sinsabores del abandono y de sentirse sola en el mundo. Por su parte Nighy cumple a la perfección el comportamiento de un hombre retraído, silencioso y poco comunicativo aunque consciente del impacto que su decisión causa en su cónyuge. Finalmente O’Connor es todo un hallazgo al transmitir la difícil situación de un hijo que comprendiendo a sus progenitores realiza el tremendo esfuerzo de permanecer imparcial; ese es precisamente el mérito del realizador al no tomar partido alguno por ninguna de las dos partes permitiendo de este modo que el público juzgue por sí mismo el comportamiento de sus personajes. Jorge Gutman