Sono­ros Silbidos

THE WHISTLERS. Ruma­nia-Fran­cia-Ale­ma­nia, 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Cor­ne­liu Porumboiu

Den­tro del pano­ra­ma del cine rumano actual Cor­ne­liu Porum­boiu es, uno de los más impor­tan­tes rea­li­za­do­res. Habien­do delei­ta­do al públi­co con fil­mes tan efi­ca­ces como 12:08 east of Buca­rest (2006), su ópe­ra pri­ma que ganó la Cáma­ra de Oro en el Fes­ti­val de Can­nes, Poli­ce, Adjec­ti­ve (2009), y The Trea­su­re (2015), entre otros títu­los, aquí rati­fi­ca su talen­to con The Whistlers que en 2019 com­pi­tió en Can­nes. El nom­bre ori­gi­nal de esta livia­na come­dia es La Gome­ra por­que la mayor par­te de su acción trans­cu­rre en dicha isla que es una de las sie­te que inte­gran las Islas Canarias.

Una esce­na de THE WHISTLERS

Como un expo­nen­te del cine negro, en esta pelí­cu­la se asis­te a una pecu­liar his­to­ria don­de se entre­mez­clan poli­cías, ladro­nes, mato­nes y trai­do­res den­tro de un mar­co en el que sono­ros sil­bi­dos actúan como telón de fondo.

El per­so­na­je prin­ci­pal es Cris­ti (Vlad Iva­nov), un ins­pec­tor de poli­cía rumano de dudo­sa moral que ade­más de sus fun­cio­nes espe­cí­fi­cas tra­ba­jan­do con su cole­ga Alin (Geor­ge Pis­ter­nea­nu) y repor­tan­do a su jefa Mag­da (Rodi­ca Lazar), al mis­mo tiem­po actúa como infor­man­te de mafio­sos espa­ño­les ocu­pa­dos de tra­fi­car dro­gas. Así, este “ser­vi­dor de dos patro­nes” (sin paren­tes­co alguno con el pro­ta­go­nis­ta de la obra de Car­lo Gol­do­ni) se ve obli­ga­do a via­jar a La Gome­ra a fin de lograr la recu­pe­ra­ción de un botín de 30 millo­nes de euros, para lo cual debe­rá sacar de la cár­cel a un tur­bio hom­bre de nego­cios. A todo ello Cris­ti debe­rá apren­der el len­gua­je del sil­bo ‑una len­gua ances­tral basa­da en silbidos‑, a fin de poder comu­ni­car­se con los gangs­ters sin nece­si­dad de hablar y evi­tar de este modo que los poli­cías que lo vigi­lan y per­si­guen pue­dan escu­char lo que se dice.

El guión del rea­li­za­dor no sigue un orden cro­no­ló­gi­co sino que está estruc­tu­ra­do a mane­ra de un com­pli­ca­do rom­pe­ca­be­zas que se tor­na más pro­ble­má­ti­co cuan­do Cris­ti lle­ga a cono­cer y se ena­mo­ra de Gil­da (Catri­nel Mar­lon), una fas­ci­nan­te “mujer fatal”; de todos modos, el espec­ta­dor enfren­ta el desa­fío de poder armar este puzz­le pres­tan­do aten­ción a los varios flash­backs que se van suce­dien­do. Agre­gar algo más a lo dicho sería pri­var al espec­ta­dor del pla­cer de des­cu­brir cómo cul­mi­na­rá esta historia.

Con una sutil comi­ci­dad deci­di­da­men­te absur­da, Porum­boiu acier­ta con su efi­caz pues­ta escé­ni­ca logran­do entre­te­ner sana­men­te con este buen y vivi­fi­can­te diver­ti­men­to poli­cial. Jor­ge Gutman