L’OPÉRA DE PARIS / THE PARIS OPERA. Francia, 2017. Un film escrito y dirigido por Jean-Stéphane Bron. 110 minutos
El propósito de este documental es el de ofrecer una visión de lo que acontece en la Ópera de París, una emblemática institución que desarrolla sus espectáculos de ópera, ballet y recitales en el histórico Palacio de la Ópera Garnier y en el moderno Palacio de la Ópera de la Bastille
Para ello, el realizador Jean-Stephane Bron se centró en las actividades que tuvieron lugar en la temporada 2015 – 2016, que es la primera de Stéphane Lissner como director general del organismo. En líneas generales el film no atrae como debiera dado que está estructurado a modo de un collage integrado por escenas de breve duración que no guardan un orden cronológico y sin la cohesión necesaria.
Cuando al principio se supone que se quieren exponer las características que asume el proceso de producción de una obra, a los pocos minutos el interés se desvanece. Eso ocurre con los ensayos de la ópera Moses y Aaron de Schönberg donde curiosamente se expone a un toro que es conducido al escenario. Inmediatamente se pasa a otra escena donde el presidente de la nación François Hollande es invitado a asistir a un espectáculo, para después presenciar el homenaje que la institución realiza a las víctimas del atentado terrorista ocurrido en el teatro Bataclan de París en noviembre de 2015.
Entre otros aspectos, el documental alude a vuelo de pájaro al conflicto suscitado entre la institución y el coreógrafo y director de ballet Benjamin Millepied. En otras instancias se asiste a los problemas que Lissner debe enfrentar frente a amenazas de huelga del personal técnico. Asimismo se lo muestra integrando el comité directivo donde se discute sobre la reducción del elevado precio de las entradas para permitir una mayor afluencia de público así como su preocupación de contar con el financiamiento necesario para montar los espectáculos. No menos importante es cuando durante la preparación de Los maestros cantores de Núremberg de Wagner uno de sus principales barítonos debe cancelar su actuación por enfermedad y se necesita encontrar de inmediato un reemplazante.
El documental adjudica especial atención a la contratación de Micha Timoshenko, un joven barítono bajo de Rusia que avizora la oportunidad de consagrarse internacionalmente.
Con el discutible montaje de Julie Lena, las viñetas expuestas sólo brindan un muy somero retrato sobre el manejo de la Ópera de París. Finalmente, quienes esperan presenciar la representación de algunas óperas, más allá de las ya mencionadas además de Rigoletto de Verdi, quedarán desencantados; algo semejante ocurre con los adictos al ballet donde apenas se pueden apreciar algunos pasos de baile de La Bayadère con música de Ludwig Minkus.
En última instancia, a pesar de la buena intención de Blois esta relevante institución cultural es merecedora de un tratamiento cinematográfico superior al de esta endeble crónica. Jorge Gutman