TARGET NUMBER ONE / SUSPECT NUMÉRO UN. Canadá, 2020. Un film escrito y dirigido por Daniel Roby. 135 minutos.
Un documento de investigación informativa es lo que se aprecia en Target Number One basado en un episodio real.
No ha sido la primera ni única vez que una persona inocente es injustamente inculpada por la justicia. Ese ha sido el caso acontecido con Alain Olivier, un joven canadiense que desde 1989 hasta 1997 estuvo encarcelado en Bangkok en condiciones lastimosas.
Este episodio fue objeto de un exhaustivo trabajo periodístico por parte de Víctor Malarek, un devoto reportero del matutino Globe and Mail de Toronto que durante su carrera siempre se impuso develar en sus reportes la desnuda verdad de los acontecimientos que ha testimoniado. En mérito a lo que antecede el director Daniel Roby en un guión que le pertenece reproduce los hechos utilizando nombres ficticios salvo el del periodista.
Antoine Olivier Pilon anima con brío a Daniel Léger (personaje basado en Alain Olivier), un joven ex toxicómano, que en 1989 siendo pagado por la Royal Canadian Mounted Police (RCMP) viaja a Tailandia en una operación involucrada en una transacción de drogas de la filial asiática. Cuando es detenido por las autoridades del país asiático descubre que por sus antecedentes de drogadicto ha sido manipulado y arrinconado por la institución canadiense. Asi, llegado el momento del juicio la RCMP deslinda toda responsabilidad achacando a Léger ser un narcotraficante. A pesar de que el inculpado clama vivamente su inocencia, su súplica no es tomada en cuenta siendo condenado a 100 años de prisión.
Frente a ese episodio el sagaz olfato de Malarek (Josh Hartnett) lo hace sospechar que hay algo oculto en los motivos por los que Léger fue condenado. Arriesgando su vida y la de su familia, el tenaz periodista viaja a Tailandia de manera encubierta para poder descubrir las circunstancias que rodearon la detención de Léger. Como resultado de su investigación queda en evidencia la corrupción y mala fe de ciertos agentes de la RCMP, sobre todo la del policía Frank Cooper (Stephen McHattie), así como la acción poco efectiva de la diplomacia canadiense para salvar a un inocente.
En materia actoral, Pilon transmite con extraordinaria intensidad física y emocional el vía crucis de Léger; en tanto que Hartnett con persuasión caracteriza la carismática personalidad de Malarek.
Con pulso firme Roby ha logrado un dinámico thriller de acción cuya acertada reproducción de época otorga convincente realismo a su narración; la única objeción es haber incorporado ciertas escenas irrelevantes y a veces un tanto confusas que distraen la atención central del relato. De todos modos, el film logra su propósito de ilustrar cómo el periodismo de investigación puede en ciertas ocasiones devenir un paladín de la justicia. Jorge Gutman