Dra­ma de Hon­do Con­te­ni­do Moral

UN FILS (Bik Eneich). Túnez-Fran­cia-Líbano-Qua­tar. 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Meh­di M. Bar­saoui. 96 minutos.

Con la reaper­tu­ra de las salas de cine en Cana­dá, el públi­co tie­ne la oca­sión de juz­gar en la pan­ta­lla gran­de un muy buen dra­ma del novel direc­tor y guio­nis­ta tune­cino Meh­di M. Bar­saoui. En Un Fils ade­más de expo­ner la angus­tia que enfren­ta un matri­mo­nio fren­te a la posi­bi­li­dad de per­der a su hijo, el rea­li­za­dor ilus­tra algu­nos aspec­tos socio­cul­tu­ra­les pre­do­mi­nan­tes en su país.

Sami Boua­ji­la y Naj­la Ben Abdallah

La acción trans­cu­rre en Tataoui­ne, al sudes­te de Túnez en el verano de 2011, meses des­pués de la lla­ma­da revo­lu­ción del jaz­mín que moti­vó la caí­da del dic­ta­dor Ben Ali. Allí se encuen­tran de vaca­cio­nes Fares (Sami Boua­ji­la), su mujer Meriem (Naj­la Ben Abda­llah) y Aziz, (Yous­sef Khe­mi­ri), el hijo úni­co de 11 años. Des­de las pri­me­ras imá­ge­nes se pue­de apre­ciar un feliz cua­dro fami­liar don­de nada hace pre­su­mir las oscu­ras nubes que se avecinan.

Des­pués de un pic­nic entre ami­gos don­de se cele­bra la pro­mo­ción de Meriem como direc­to­ra de recur­sos huma­nos de una impor­tan­te com­pa­ñía que ope­ra en el Medio Orien­te y el nor­te de Áfri­ca, esta fami­lia se dis­po­ne a rea­li­zar un paseo por la zona cir­cun­dan­te con el Ran­ge Rover mane­ja­do por Fares. Duran­te el tra­yec­to, tran­si­tan­do en medio del desier­to ines­pe­ra­da­men­te irrum­pen rebel­des isla­mis­tas inte­rrum­pien­do el pla­cen­te­ro via­je de sus pasa­je­ros; al ser el vehícu­lo ame­tra­lla­do por los terro­ris­tas, una bala alcan­za a Aziz que le per­fo­ra el híga­do deján­do­lo gra­ve­men­te heri­do. Lle­va­do de inme­dia­to al hos­pi­tal local, tras varias horas de tra­ta­mien­to, el ciru­jano jefe (Noo­men Ham­da) comu­ni­ca a los deses­pe­ra­dos padres que aun­que el niño está vivo, su esta­do es muy deli­ca­do requi­rien­do con urgen­cia un tras­plan­te de híga­do por haber per­di­do el 80% de ese vital órgano. Para ello es nece­sa­rio que uno de los dos inte­gran­tes del matri­mo­nio se pres­te a trans­fe­rir­lo, pero pre­via­men­te es nece­sa­rio efec­tuar­les un test de san­gre para veri­fi­car si son com­pa­ti­bles con la del menor; como resul­ta­do del mis­mo, se reve­la que por dife­ren­tes razo­nes ni Meriem ni Fares pue­den ser su dadores.

A par­tir de allí, el rela­to cobra con­si­de­ra­ble inten­si­dad en la nece­si­dad de con­se­guir un donan­te; si bien se pue­de recu­rrir a un órgano pro­ve­nien­te de dado­res anó­ni­mos, prác­ti­ca que no es fre­cuen­te en Túnez; con todo hay una lar­ga lis­ta de espe­ra don­de el niño no podría aguar­dar esa demo­ra sin antes sucum­bir. Es allí que la his­to­ria se com­pli­ca cuan­do un per­so­na­je som­brío (Slah Msad­dak) ofre­ce a Fares, a cam­bio de una impor­tan­te suma de dine­ro la posi­bi­li­dad de con­se­guir un donan­te median­te un pro­ce­di­mien­to ilegal.

A tra­vés del tema cen­tral, el remar­ca­ble guión per­mi­te apre­ciar de qué modo la con­se­cuen­cia del gra­ve acci­den­te afec­ta la sóli­da rela­ción con­yu­gal cuan­do el pro­ble­ma de la filia­ción entra en jue­go; simul­tá­nea­men­te la his­to­ria impac­ta por razo­nes adi­cio­na­les. Así resul­ta de inte­rés impo­ner­se sobre la tra­di­ción islá­mi­ca don­de la reli­gión esta­ble­ce que la dona­ción de órga­nos deba rea­li­zar­se a tra­vés de los fami­lia­res más cer­ca­nos; asi­mis­mo resul­ta abe­rran­te com­pro­bar la prác­ti­ca del trá­fi­co de niños des­pro­te­gi­dos don­de sus órga­nos son obje­to de tran­sac­ción comercial

Bar­saoui ha logra­do inter­pre­ta­cio­nes exce­len­tes de los prin­ci­pa­les pro­ta­go­nis­tas quie­nes se aden­tran mag­ní­fi­ca­men­te en la psi­co­lo­gía de sus per­so­na­jes. Boua­ji­la, que obtu­vo por su pres­ta­ción el pre­mio al mejor actor en el fes­ti­val de Vene­cia de 2019, trans­mi­te vigo­ro­sa­men­te el sen­ti­mien­to de pater­ni­dad que atra­vie­sa su per­so­na­je; por su par­te, Aba­da­llah expre­sa con gran con­vic­ción el dolor de una madre que no pue­de elu­dir enfren­tar acon­te­ci­mien­tos del pasado.

En esen­cia, median­te una arti­cu­la­da narra­ción que ori­gi­na una inusi­ta­da ten­sión sin decaer en momen­to alguno, el joven cineas­ta demues­tra poseer una excep­cio­nal madu­rez al haber logra­do una ópe­ra pri­ma de pro­fun­do con­te­ni­do moral y emocional.
Jor­ge Gutman

Viñe­tas Culturales

C’EST ÇA LE PARA­DIS / IT MUST BE HEA­VEN. Fran­cia-Qatar-Ale­ma­nia-Cana­dá-Pales­ti­na-Tur­quía, 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Elia Sulei­man. 97 minutos

Con el pro­pó­si­to de reafir­mar el sen­ti­do de per­te­nen­cia a su tie­rra natal Elia Sulei­man deci­de explo­rar en It Must be Hea­ven el com­por­ta­mien­to de la gen­te en dos de las ciu­da­des más impor­tan­tes del mun­do para veri­fi­car si hay algu­na dife­ren­cia con el pre­do­mi­nan­te en Palestina.

Elia Sulei­man

A tra­vés de una serie de viñe­tas cul­tu­ra­les el direc­tor pales­tino per­so­ni­fi­cán­do­se a sí mis­mo obser­va lo que acon­te­ce a su alre­de­dor comen­zan­do por Naza­reth, lugar don­de resi­de. Allí, entre algu­nas de las esce­nas se encuen­tra la de un vecino que se apro­pia de los fru­tos de un limo­ne­ro que no le per­te­ne­ce, la visi­ta de Sulei­man a un cemen­te­rio, su encuen­tro con un extra­ño caza­dor y con un anciano ori­nan­do en la calle en una noche llu­vio­sa, así como la de dos sol­da­dos que via­jan­do en un auto­mó­vil lle­van en el asien­to tra­se­ro a una joven arres­ta­da con los ojos vendados.

Pos­te­rior­men­te Sulei­man via­ja a París don­de entre otras situa­cio­nes con­tem­pla un des­fi­le mili­tar en el día de la fies­ta patria, se inquie­ta via­jan­do en metro por la pre­sen­cia de un hom­bre tatua­do que lo está miran­do fija­men­te y des­de la terra­za de un café diri­ge su vis­ta a los habi­tan­tes que tran­si­tan por el lugar. Lo más des­ta­ca­do de su esta­día pari­si­na es su encuen­tro con un pro­duc­tor de cine quien habien­do leí­do el guión de un nue­vo pro­yec­to del direc­tor, gen­til­men­te se lo recha­za por­que su con­te­ni­do no es lo sufi­cien­te­men­te palestino.

De allí Sulei­man se tras­la­da a Nue­va York don­de un locuaz taxis­ta que lo tras­la­da des­de el aero­puer­to le pre­gun­ta de dón­de vie­ne a lo que él le res­pon­de “Naza­ret” para inme­dia­ta­men­te agre­gar “soy pales­tino”, las tres úni­cas pala­bras que pro­nun­cia a lo lar­go del film. En otra de las esce­nas neo­yor­ki­nas obser­va cómo los clien­tes de un super­mer­ca­do por­tan armas, pre­su­mi­ble­men­te para defen­der­se fren­te a even­tua­les actos de vio­len­cia. La nota deci­di­da­men­te gra­cio­sa del film se refle­ja en la ante­sa­la de una pro­duc­to­ra don­de estan­do pró­xi­mo a Gael Gar­cía Ber­nal, oye cómo el popu­lar actor y direc­tor en una con­ver­sa­ción tele­fó­ni­ca mani­fies­ta su frus­tra­ción por haber­le sido pro­pues­to rea­li­zar un film sobre Her­nán Cor­tes y la con­quis­ta de Méxi­co pero dia­lo­ga­do en inglés.

Cuan­do al final de su peri­plo Sulei­man regre­sa a su hogar des­pués de haber com­pro­ba­do que nada de lo que vio se dife­ren­cia mucho de lo que ocu­rre en don­de habi­ta, el reen­cuen­tro con su gen­te a la que ve can­tan­do y bai­lan­do con fer­vor le per­mi­te rati­fi­car su iden­ti­dad palestina.

A dife­ren­cia de sus sóli­dos tra­ba­jos pre­ce­den­tes, este liviano docu­fic­ción care­ce de enver­ga­du­ra rele­van­te al no haber con­flic­tos ni mayo­res sor­pre­sas pre­sen­tan­do una suce­sión de bos­que­jos incon­clu­sos que cual­quier turis­ta podría cons­ta­tar visi­tan­do otros cen­tros urba­nos del mun­do occi­den­tal. Sin embar­go estas obser­va­cio­nes no ame­dren­ta­rán a los fie­les segui­do­res de Sulei­man que se com­pla­ce­rán apre­cian­do su expre­sión facial imper­tur­ba­ble como pro­ta­go­nis­ta de esta come­dia surrea­lis­ta nutri­da de cier­to humor absur­do que bor­dea con la cari­ca­tu­ra. Jor­ge Gutman

Elo­gia­da Pro­duc­ción Musical

HAMIL­TON. Esta­dos Uni­dos, 2020. Una obra musi­cal de Lin-Manuel Miran­da diri­gi­da por Tho­mas Kail. 160 minutos

Des­de su estreno en 2015 en el Tea­tro Públi­co de Nue­va York has­ta su tras­la­do a Broad­way poco tiem­po des­pués, Hamil­ton ha sido la obra musi­cal más elo­gia­da por la crí­ti­ca y públi­co en lo que va del pre­sen­te siglo. Su gran reper­cu­sión más los pre­mios obte­ni­dos ‑Pullitzer, Grammys y Tonys, entre otros– moti­vó a los estu­dios Dis­ney a adqui­rir los dere­chos exclu­si­vos de la fil­ma­ción de este espec­tácu­lo para estre­nar­lo comer­cial­men­te en octu­bre de 2021; sin embar­go, los pla­nes de la com­pa­ñía cam­bia­ron al deci­dir su pre­sen­ta­ción en línea a par­tir del 3 de julio en su pla­ta­for­ma strea­ming Dis­ney+; en con­se­cuen­cia eso facul­ta a sus millo­nes de abo­na­dos poder juz­gar­la con­for­ta­ble­men­te des­de sus hogares.

Lin-Manuel Miran­da

La fil­ma­ción se reali­zó con el elen­co ori­gi­nal duran­te 3 repre­sen­ta­cio­nes efec­tua­das en junio de 2016 en el tea­tro Richard Rod­gers de Broad­way en don­de Tho­mas Kail, que había diri­gi­do el musi­cal, asu­mió la super­vi­sión del roda­je; median­te el empleo de varias cáma­ras enfo­ca­das de dife­ren­tes ángu­los logra cap­tar en pri­me­ros pla­nos la expre­si­vi­dad de los acto­res. obte­nien­do un resul­ta­do inmejorable.

El alma de esta pro­duc­ción es Lin-Manuel Miran­da quien ha sido el autor (basa­do en el libro Ale­xan­der Hamil­ton de Ron Cher­now), así como el com­po­si­tor de la músi­ca, las letras de las can­cio­nes y el actor protagónico.

En una bre­ve sín­te­sis, el rela­to gira en torno de Ale­xan­der Hamil­ton (1755 – 1804), el cari­be­ño de humil­de ori­gen que logró con­ver­tir­se en uno de los revo­lu­cio­na­rios héroes de la inde­pen­den­cia ame­ri­ca­na. Así, bajo el logo de “soy como mi país, joven, pobre y ham­brien­to”, él ha sido uno de los fun­da­do­res de la patria de Esta­dos Uni­dos así como par­ti­ci­pó acti­va­men­te en la ela­bo­ra­ción de la Cons­ti­tu­ción. Como nota­ble eco­no­mis­ta, abo­ga­do y ave­za­do polí­ti­co cuan­do Geor­ge Washing­ton asu­mió como pri­mer pre­si­den­te (1789 – 1797) de la nue­va nación, él se con­vir­tió en el Secre­ta­rio del Teso­ro y ade­más tuvo una impor­tan­te influen­cia en las medi­das eco­nó­mi­cas y finan­cie­ras adop­ta­das por el gobierno. En todo caso el pro­pó­si­to de Miran­da no ha sido ofre­cer una lec­ción de his­to­ria sino, adop­tan­do cier­tas licen­cias, brin­dar un recuen­to de algu­nos momen­tos de la actua­ción polí­ti­ca de Hamil­ton en sus encuen­tros y des­en­cuen­tros con algu­nas de las figu­ras pro­mi­nen­tes de su épo­ca; entre ellos su rela­ción con su ami­go revo­lu­cio­na­rio y pos­te­rior­men­te archi­ene­mi­go Aaron Burr, así como sus víncu­los con otros patrio­tas como John Adams, Tho­mas Jef­fer­son y James Madi­son. Al pro­pio tiem­po Miran­da otor­ga cier­to espa­cio a la vida sen­ti­men­tal en su rela­ción román­ti­ca con Eli­za Schuy­ler con quien con­tra­jo enlace.

En esta obra per­ma­nen­te­men­te can­ta­da, la músi­ca adquie­re vital impor­tan­cia; en tal sen­ti­do cabe dis­tin­guir la super­vi­sión y orques­ta­ción efec­tua­da por Alex Laca­moi­re com­bi­nan­do hip hop con jazz y músi­ca popu­lar afro­ame­ri­ca­na en las nume­ro­sas can­cio­nes que impul­san mag­ní­fi­ca­men­te el desa­rro­llo de la tra­ma. A ello se agre­ga la exce­len­te coreo­gra­fía de Andy Blan­ken­buehl y en espe­cial la nota­ble pues­ta escé­ni­ca de Kail per­mi­tien­do que esta his­to­ria crea­ti­va­men­te narra­da cons­ti­tu­ya un espec­tácu­lo de con­si­de­ra­ble nivel.

Ade­más de Miran­da, que tras­cien­de más como escri­tor que como voca­lis­ta, el espec­tácu­lo se nutre con un elen­co mul­ti­cul­tu­ral de exce­len­tes pro­fe­sio­na­les quie­nes a tra­vés de la actua­ción, el can­to y el bai­le trans­mi­ten un con­ta­gio­so brío y dina­mis­mo al espec­tácu­lo; entre algu­nos nom­bres a des­ta­car se encuen­tran los del exce­len­te Les­lie Odom Jr como Aaron Burr, Daveed Diggs en el rol dual del Mar­qués de Lafa­yet­te y Tho­mas Jef­fer­son, Phi­lli­pa Soo como Eli­za Hamil­ton, Renée Eli­se Golds­berry como Ange­li­ca Schuy­ler, Anthony Ramos en el doble rol de John Lau­rens y Phi­lip Hamil­ton (el hijo de Ale­xan­der), Chris­topher Jack­son ani­man­do a Geor­ge Washing­ton y espe­cial­men­te Jonathan Groff quien a pesar de su bre­ve inter­ven­ción brin­da momen­tos de inne­ga­ble hila­ri­dad con su per­so­nal carac­te­ri­za­ción del monar­ca Geor­ge III.

Más allá de sus valo­res intrín­se­cos rese­ña­dos, esta pie­za ha teni­do un impor­tan­te impac­to cul­tu­ral en la medi­da que la apro­xi­ma­ción his­tó­ri­ca de Miran­da resal­ta los nobles idea­les sus­ten­ta­dos por los padres de la nación ame­ri­ca­na bus­can­do de uni­fi­car a su gen­te; pre­ci­sa­men­te eso es más rele­van­te que nun­ca fren­te a la dra­má­ti­ca pola­ri­za­ción y divi­sión que en la actua­li­dad vive el país. Jor­ge Gutman

Al Ser­vi­cio de la Verdad

MR. JONES. Polo­nia-Ucra­nia-Gran Bre­ta­ña, 2019. Un film de Agniesz­ka Holland.
118 minu­tos. Dis­po­ni­ble en VOD en varias pla­ta­for­mas de streaming

La pres­ti­gio­sa cineas­ta pola­ca Agniesz­ka Holland vuel­ve a ofre­cer un sóli­do thri­ller polí­ti­co des­ta­can­do la valen­tía de Gareth Jones, un ínte­gro perio­dis­ta galés que deno­da­da­men­te refle­ja­ba en sus repor­tes la vera­ci­dad de los acon­te­ci­mien­tos testimoniados.

James Nor­ton

El guión de Andrea Cha­lu­pa ubi­ca el rela­to en 1933 intro­du­cien­do a Jones (James Nor­ton) como ase­sor del pri­mer minis­tro bri­tá­ni­co Lloyd Geor­ge (Ken­neth Cranham), quien había adqui­ri­do con­si­de­ra­ble noto­rie­dad al haber sido el pri­mer perio­dis­ta extran­je­ro que logró entre­vis­tar al recién desig­na­do can­ci­ller de Ale­ma­nia Adolf Hitler; es así que al regre­sar a Lon­dres trans­mi­te al alto man­da­ta­rio sus rece­los sobre la per­so­na­li­dad de su entre­vis­ta­do y los peli­gros que podrían ace­char al mun­do con su gran caris­ma e influen­cia en el pue­blo alemán.

Pos­te­rior­men­te, como repor­te­ro free­lan­ce está deter­mi­na­do en entre­vis­tar a Sta­lin; por lo tan­to, des­pués de obte­ner una visa para visi­tar la Unión Sovié­ti­ca lle­ga a Mos­cú a fin de lograr su come­ti­do. Allí es reci­bi­do por Wal­ter Duranty (Peter Sars­gard), el jefe de la repre­sen­ta­ción del New York Times en Rusia, quien es un cíni­co par­ti­da­rio de Sta­lin. Al poco tiem­po, Jones alcan­za a vis­lum­brar un muro de silen­cio sobre situa­cio­nes equí­vo­cas que exis­ten en la URSS y que son sutil­men­te con­fir­ma­das por infor­ma­cio­nes brin­da­das por la perio­dis­ta bri­tá­ni­ca Ada Brooks (Vanes­sa Kirby) que inte­gra el equi­po de Duranty; eso lo impul­sa a via­jar a Ucra­nia, a pesar de la inter­dic­ción a extran­je­ros de movi­li­zar­se fue­ra de Mos­cú, para com­pro­bar por sí mis­mo el “mila­gro” de la colec­ti­vi­za­ción soviética.

Al des­cen­der del tren que lo con­du­ce a des­tino, el pano­ra­ma que Jones con­tem­pla a pri­me­ra vis­ta deja que desear; a tra­vés de las zonas mon­ta­ño­sas de Ucra­nia cubier­tas de nie­ve duran­te el duro invierno obser­va cuer­pos api­la­dos así como a pobres gran­je­ros que se encuen­tran impo­ten­tes de com­pro­bar cómo sus gra­nos cose­cha­dos son trans­por­ta­dos a Mos­cú en tan­to que el ham­bre cun­de en la región. Tras cons­ta­tar la mise­ria rei­nan­te, el momen­to más dra­má­ti­co que expe­ri­men­ta es cuan­do des­pués de haber com­par­ti­do una cena con una fami­lia de huér­fa­nos des­cu­bre horro­ri­za­do de dón­de pro­vino la comida.

Habien­do sigo tes­ti­go de la tre­men­da e inten­cio­nal ham­bru­na ins­tau­ra­da en Ucra­nia por los jerar­cas de la URSS, cuan­do regre­sa a Ingla­te­rra Jones inten­ta des­mi­ti­fi­car la pro­pa­gan­da esta­li­nis­ta para que a tra­vés de sus artícu­los se lle­gue a cono­cer la expe­rien­cia vivi­da: sin embar­go él es cen­su­ra­do y des­acre­di­ta­do por­que su país no desea crear fric­cio­nes diplo­má­ti­cas con Rusia. No obs­tan­te, final­men­te la ver­dad lle­ga a impo­ner­se cuan­do William Hearst, el céle­bre mag­na­te de la pren­sa bri­tá­ni­ca, publi­ca su infor­me alcan­zan­do amplia reper­cu­sión internacional.

Una vez más Holland rati­fi­ca su maes­tría en la pues­ta escé­ni­ca de este sóli­do dra­ma basa­do en una his­to­ria real que ade­más se valo­ri­za por la remar­ca­ble carac­te­ri­za­ción que Nor­ton obtie­ne del idea­lis­ta y osa­do repor­te­ro. Al pro­pio tiem­po la direc­to­ra ofre­ce un mere­ci­do tri­bu­to al perio­dis­mo libre e inde­pen­dien­te a tra­vés de la per­so­na­li­dad de Jones, un hom­bre valien­te y empren­de­dor no dis­pues­to a clau­di­car de su com­pro­mi­so con la ver­dad y que de algu­na mane­ra ha sido ago­re­ro de lo que suce­de­ría años des­pués con la gue­rra mun­dial pro­vo­ca­da por Hitler. Jor­ge Gutman

Un Ser­vi­cial Aprendiz

DOC­TEUR?. Fran­cia, 2019. Un film de Tris­tan Ségué­la. 90 minutos

Al comen­zar el film se acla­ra que la his­to­ria del mis­mo está basa­da en hechos reales y que sus auto­res man­tie­nen toda su con­fian­za en la pro­fe­sión médi­ca. Si lo que se ve en Doc­teur? pudo haber acon­te­ci­do o no poco impor­ta pero el espec­ta­dor está pre­ve­ni­do de ante­mano para apre­ciar una come­dia y a no tomar­se muy seria­men­te lo que el direc­tor Tris­tan Ségué­la rela­ta en la misma.

Hakim Jemi­li y Michel Blanc

El vete­rano actor y rea­li­za­dor Michel Blanc inter­pre­ta a Ser­ge, un soli­ta­rio médi­co pari­sino que en la noche de la vís­pe­ra navi­de­ña, mien­tras todo el mun­do se dis­po­ne a fes­te­jar en fami­lia, él atien­de los lla­ma­dos de emer­gen­cia. Des­de la pri­me­ra esce­na en que aus­cul­ta a un bebé recién naci­do delan­te de sus ansio­sos padres, ya mues­tra su carác­ter espe­cial de indi­vi­duo de poca pacien­cia que cum­ple su obli­ga­ción de mane­ra mecá­ni­ca y sin mucho entusiasmo.

Una lla­ma­da urgen­te requie­re su pre­sen­cia para asis­tir a Rose (Solè­ne Rigot), una joven que ha tra­ga­do un con­si­de­ra­ble exce­so de pas­ti­llas medi­ci­na­les; como ella no pue­de abrir­le la puer­ta del edi­fi­cio dado su esta­do, logra acce­der al mis­mo gra­cias a Malek (Hakim Jemi­li), un joven repar­ti­dor Uber de comi­da a domi­ci­lio que esa noche lle­ga al mis­mo inmue­ble para entre­gar un pedi­do. Curio­sa­men­te se pro­du­ce un víncu­lo entre el hura­ño médi­co y el jovial y ani­ma­do mucha­cho cuan­do Ser­ge, debi­do a sus fuer­tes dolo­res de colum­na que le han sobre­ve­ni­do, se encuen­tra prác­ti­ca­men­te inmo­vi­li­za­do para con­ti­nuar sus con­sul­tas y enton­ces le pide a Malek que lo reem­pla­ce don­de éste ter­mi­na acep­tan­do el inau­di­to requerimiento.

El peso del rela­to des­can­sa en las dife­ren­tes situa­cio­nes que el fal­so doc­tor debe enfren­tar aten­dien­do a pacien­tes afec­ta­dos por dis­tin­tas cau­sas, don­de su diag­nós­ti­co se basa en lo que tele­fó­ni­ca­men­te Ser­ge le trans­mi­te des­de el vehícu­lo en que se encuen­tra. En ese accio­nar se pro­du­cen situa­cio­nes gra­cio­sas, como cuan­do Malek exa­mi­na a un niño con alta tem­pe­ra­tu­ra mien­tras que su padre que es ciru­jano con­tem­pla su extra­ño com­por­ta­mien­to; otro caso es cuan­do debe asis­tir a una mujer con fuer­tes dolo­res de estó­ma­go y en ese momen­to se le rom­pe la bol­sa de agua por estar pron­ta a dar a luz.

Aun­que Ségué­la no siem­pre logra un rit­mo nive­la­do, el film adquie­re brío gra­cias a sus dos acto­res pro­ta­gó­ni­cos. Blanc da en el tono pre­ci­so como el des­en­can­ta­do pro­fe­sio­nal cuyo carác­ter se ha avi­na­gra­do a cau­sa de haber per­di­do a su hijo en un acci­den­te años atrás; con todo, a ins­tan­cias de Malek logra­rá vol­ver a cobrar huma­ni­dad con Rose, que ha sido la com­pa­ñe­ra del difun­to. Aun­que bien cono­ci­do en Fran­cia como ver­sa­do humo­ris­ta, en su debut para el cine Jemi­li impre­sio­na gra­ta­men­te como el ama­ble y ser­vi­cial apren­diz de Serge.

Que­da como resul­ta­do una afa­ble come­dia que sin mayor pre­ten­sión des­pier­ta la son­ri­sa que hoy día es tan nece­sa­ria para ate­nuar la ten­sión vivi­da a cau­sa de la malé­fi­ca pan­de­mia. Jor­ge Gutman