THE HATER. Polonia, 2020. Un film de Jan Komasa. 135 minutos. Disponible en Netflix
Después de haber impresionado gratamente en Corpus Christi (2019) abordando el delicado problema de la fe, el director Jan Komasa retorna con The Hater, un notable segundo film que aunque temáticamente diferente tiene amplia resonancia en los tiempos actuales. Nuevamente ha contado con la valiosa participación del guionista Mateusz Pacewicz quien concibió una historia que aterra por sus connotaciones realistas demostrando hasta dónde el empleo de la moderna tecnología digital puede ocasionar incomensurables daños. Por sus innegables méritos la película fue premiada como la mejor en el Festival Internacional de Tribeca de este año, a pesar de haber sido cancelado por la pandemia.
El protagonista del relato es Tomasz (Maciej Musialowski), un joven estudiante polaco de abogacía cuyo rostro de ningún modo refleja su personalidad malsana y maquiavélica. En la primera escena se lo ve frente a las autoridades de la universidad donde es recriminado por la grave falta ética cometida al haber plagiado un trabajo que tenía a su cargo; sintiéndose arrinconado y al serle denegado una segunda oportunidad no puede impedir el ser despedido del establecimiento.
Habiendo sido sus estudios financiados por Robert y Zofia (Jacek Koman y Danuta Stenka), un matrimonio amigo de la familia, en la cena que comparte ese día con ellos y con su hija Gabi (Vanessa Aleksander), él les oculta lo sucedido actuando como si nada hubiese pasado. Mediante un ingenioso ardid consistente en ocultar su teléfono celular, Thomasz llega a enterarse de que sus benefactores lo desprecian y que Gaby, de quien está enamorado desde su temprana edad, no está interesada en su persona. El despecho producido así como su expulsión universitaria constituyen los factores que incentivarán el profundo sentimiento de resentimiento y odio generado en este joven.
Para implementar su venganza, Tomasz se vincula con una turbia agencia de relaciones públicas cuya empleadora (Agata Kulesza) lo contrata gracias a sus conocimientos de informática y a su sagaz manejo de las redes sociales. Su primera tarea es denigrar a una figura de la televisión mostrando cómo promociona una bebida que deja rastros en las manos de los consumidores, sin que eso sea cierto. El paso siguiente es el lanzamiento de una campaña de desinformación tendiente a desprestigiar y sabotear a Pawel Rudnicki (Maciej Stuhr), un político liberal que en su campaña electoral aspira a ocupar el puesto de alcalde de Varsovia y que además es el candidato al que Robert y Zofia apoyan.
Si bien la trama de Pacewicz alcanza momentos de firme tensión lo que más gravita en la misma es la forma en que ilustra cómo puede resultar sencillo manosear las informaciones transmitidas. Eso es realmente alarmante en la medida que una noticia falsa puede adquirir visos reales según cómo se difunda y la manera en que llega a propagarse a través de los medios de comunicación que hoy día se emplean. Hilando fino, lo que precede podría perfectamente aplicarse a las estadísticas referidas al número de infecciones y víctimas ocasionadas por la actual pandemia donde ciertos gobernantes parecieran no estar de acuerdo con la información suministrada por los agentes de salud pública.
A pesar de que algunos personajes secundarios no están suficientemente descriptos, los valores de este perturbador film están sustentados por la acertada puesta escénica de Komasa quien imprime un ritmo febril a su narración como así también al excelente guión de Pacewicz por haber concebido una intriga que estimula permanentemente la ansiedad del espectador. A todo ello cabe remarcar la excepcional interpretación de Musialowski introduciéndose en la personalidad de un individuo moralmente repudiable quien con su infame odio no tiene recelo alguno en difamar y destruir la vida de terceros con tal de satisfacer sus mezquinos intereses.
En esencia, a pesar de no basarse en una historia real, este inquietante drama adquiere hoy más que nunca plena vigencia. Jorge Gutman