TJFF 2020 en Linea

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Tal como esta­ba pre­vis­to, el Toron­to Jewish Film Fes­ti­val (TJFF) comen­za­rá el 22 de Octu­bre la segun­da par­te de su 28ª edi­ción que habrá de exten­der­se has­ta el 1 de Noviem­bre. En esta opor­tu­ni­dad, nue­va­men­te su difu­sión se efec­tua­rá en línea en toda la pro­vin­cia de Onta­rio. Su pro­gra­ma­ción abar­ca poco más de 50 pelí­cu­las de con­te­ni­do judío pro­ce­den­tes de Cana­dá y de otros paí­ses del mundo.

A con­ti­nua­ción se efec­túa una bre­ve eva­lua­ción de 6 lar­go­me­tra­jes programados..

El film de aper­tu­ra es Sublet (Israel-Esta­dos Uni­dos) de Eylan Fox quien abor­da la sin­gu­lar rela­ción esta­ble­ci­da entre dos per­so­nas de dife­ren­te gene­ra­ción. John Ben­ja­min Hic­key da vida a Michael, un perio­dis­ta gay de 56 años que vive en pare­ja con David (Peter Spears) en Manhat­tan y tra­ba­ja en el New York Times como colum­nis­ta de via­jes. Con tal pro­pó­si­to arri­ba a Tel Aviv para vol­car sus impre­sio­nes de esta cos­mo­po­li­ta ciu­dad; pre­via­men­te a su lle­ga­da había subal­qui­la­do por inter­net un depar­ta­men­to de Tomer (Niv Nis­sim), un joven israe­lí estu­dian­te de cine de vein­ti­tan­tos años e igual­men­te homo­se­xual. Cir­cuns­tan­cias espe­cia­les con­cu­rren para que Michael invi­te a Tomer a resi­dir con él duran­te su esta­día de 5 días y acep­tar el ofre­ci­mien­to de ser su guía turís­ti­co. Ese es el motor que impul­sa al guión del rea­li­za­dor e Itay Segal para refle­jar el con­si­de­ra­ble con­tras­te exis­ten­te entre estas dos per­so­nas; así la acti­tud madu­ra, dis­ci­pli­na­da y orde­na­da de Michael es dia­me­tral­men­te dife­ren­te a la de Tomer quien des­or­de­na­da­men­te espon­tá­neo y de libre espí­ri­tu se opo­ne por com­ple­to a la mono­ga­mia. No obs­tan­te, al final de la esta­día sur­gi­rá entre ambos hom­bres un cáli­do víncu­lo don­de el vete­rano Michael recon­si­de­ra­rá su acti­tud de adop­tar la pater­ni­dad con su pare­ja des­pués de haber sufri­do la pér­di­da de un bebé recién naci­do, mien­tras que Tomer adqui­ri­rá mayor madu­rez al com­pren­der que más allá del hedo­nis­ta pla­cer sexual pre­do­mi­na un con­te­ni­do emocional.

Sublet

Sobria­men­te diri­gi­do, Fox ha logra­do un deli­ca­do melo­dra­ma aden­trán­do­se ple­na­men­te en la psi­co­lo­gía de dos per­so­na­jes de dife­ren­tes esti­los de vida, impe­ca­ble­men­te carac­te­ri­za­dos por Hic­key y Nis­sim quie­nes entre ellos man­tie­nen una exce­len­te sin­to­nía. Al mar­gen del tema cen­tral, el film ofre­ce aspec­tos vívi­dos de la res­plan­de­cien­te ciu­dad israe­lí a tra­vés de su gen­te en la pla­ya, res­tau­ran­tes, como tam­bién una visión cul­tu­ral en un espec­tácu­lo expe­ri­men­tal de dan­za y una visi­ta al Museo de Arte de la ciu­dad don­de está expues­ta la obra del artis­ta israe­lí David Tartakover.

En Afri­ca (Israel) el novel direc­tor y guio­nis­ta Oren Ger­ner entre­mez­cla fic­ción y reali­dad cen­tran­do su aten­ción en su padre en una eta­pa crí­ti­ca de su vida. Meir (Meir Ger­ner) es un inge­nie­ro jubi­la­do de 68 años, quien duran­te tres déca­das en su pue­blo de Nirit se encar­gó de orga­ni­zar, una tra­di­cio­nal cere­mo­nia que se cele­bra anual­men­te; repen­ti­na­men­te des­cu­bre que esta vez ha sido reem­pla­za­do por jóve­nes de la región sin expe­rien­cia en la mate­ria. Con su orgu­llo pro­fun­da­men­te heri­do tra­ta­rá de demos­trar a sí mis­mo que es aún vital y pleno de ener­gía vol­can­do sus esfuer­zos en la cons­truc­ción de una cama de made­ra para su nieto.

Afri­ca

Lo que pre­ce­de es la excu­sa para que el rea­li­za­dor ilus­tre el sen­ti­mien­to que expe­ri­men­ta una per­so­na en el cre­púscu­lo de su vida al tener que ceder lugar a la joven gene­ra­ción. En este caso resul­ta más evi­den­te al ser Meir cons­cien­te de que su cuer­po lo está trai­cio­nan­do y es así que se pro­du­ce una cri­sis exis­ten­cial al no que­rer acep­tar la dura reali­dad. Ade­más del tema cen­tral, el guión inter­ca­la algu­nas con­ver­sa­cio­nes del pro­ta­go­nis­ta con sus seres que­ri­dos como así Meier revi­ve el pasa­do median­te cin­tas hoga­re­ñas en las que con­tem­pla un via­je rea­li­za­do a Nami­bia con su espo­sa Maya (Maya Gerner)

Glo­bal­men­te con­si­de­ra­do, el rea­li­za­dor ofre­ce un peque­ño film, ínti­mo y de sabor nos­tál­gi­co que está bien narra­do y sobre todo natu­ral­men­te actua­do, tenien­do en cuen­ta que los pro­ta­go­nis­tas son los ver­da­de­ros padres del rea­li­za­dor. En suma, un afec­tuo­so tri­bu­to de un hijo a sus pro­ge­ni­to­res a tra­vés del len­gua­je del cine.

En Min­yan (Esta­dos Uni­dos) el rea­li­za­dor Eric Steel abor­da el pro­ce­so de madu­rez de un ado­les­cen­te median­te un rela­to que ya ha sido expues­to en varia­das opor­tu­ni­da­des sin que en este caso apor­te algo nue­vo que lo pue­da distinguir.

Min­yan

El guión del rea­li­za­dor escri­to con Daniel Pear­le ubi­ca la acción en 1986 en la comu­ni­dad judía de Brigh­ton Beach de Brooklyn pre­sen­tan­do a David (Samuel H. Levi­ne) de 17 años de edad e hijo de una fami­lia judía pro­ve­nien­te de Rusia. Efec­tuan­do sus estu­dios reli­gio­sos, sien­te más afi­ni­dad estan­do con su abue­lo Josef (Ron Rif­kin), recien­te­men­te viu­do, que con sus padres Rachel (Broo­ke Bloom) y Simon (Gera Sand­ler). Sin ser fer­vien­te devo­to, es evi­den­te que su ros­tro cir­cuns­pec­to expe­ri­men­ta el con­flic­to de ser gay sin que los suyos estén al corrien­te de su pro­ble­ma identitario.

Dis­cu­rrien­do a tra­vés de una zig­za­guean­te narra­ti­va, la tra­ma abar­ca varios tópi­cos sin que nin­guno de los mis­mos alcan­ce a desa­rro­llar su poten­cial; así en prin­ci­pio el tema de la tra­di­ción reli­gio­sa, se entre­mez­cla con la soli­da­ri­dad y apo­yo que David ofre­ce a dos viu­dos ancia­nos, Hers­chel (Chris­topher McCann) y Itzik (Mark Mar­go­lis) quie­nes viven cer­ca de don­de habi­ta su abue­lo, para final­men­te cen­tra­li­zar su aten­ción en su pri­me­ra rela­ción homo­se­xual que man­tie­ne con Bruno (Alex Hurt), el bar­man de un club de dan­za gay; es con él don­de se halla ple­na­men­te rea­li­za­do aun­que su feli­ci­dad será de cor­to alcan­ce al ser pos­te­rior­men­te recha­za­do por su aman­te al mani­fes­tar­se igno­ran­te de la cri­sis del SIDA.

No obs­tan­te la impe­ca­ble actua­ción de Levi­ne, éste dra­ma de fe reli­gio­sa e iden­ti­dad sexual es dema­sia­do con­te­ni­do y sin impre­sio­nar como debie­ra por su dis­per­sión y exce­si­va longitud.

Sha­lom Tai­wan (Argen­ti­na) es una come­dia que sin ser pre­ten­cio­sa resul­ta atra­yen­te enfo­can­do las vici­si­tu­des de un rabino de Bue­nos Aires que devo­to en su fe quie­re lo mejor para la comu­ni­dad que acu­de a su templo.

El direc­tor Wal­ter Tej­blum se vale del guión que con­ci­bió con San­tia­go Korovsky pre­sen­tan­do a Aarón (Fabián Rosenthal), buen mari­do de Lai­la (Mer­ce­des Funes) y que­ren­dón padre de fami­lia, aun­que como apa­sio­na­do rabino invo­lun­ta­ria­men­te pue­de en cier­tas oca­sio­nes dejar de lado a sus seres que­ri­dos. Ansio­so de remo­de­lar el tem­plo en el que pro­fe­sa se ha endeu­da­do en 150 mil dóla­res con la espe­ran­za de que obten­drá dona­cio­nes que sufra­guen el mon­to. Al acer­car­se la fecha del ven­ci­mien­to de la deu­da sin haber logra­do su pro­pó­si­to, el finan­cis­ta que le con­ce­dió el prés­ta­mo (Car­los Por­ta­lup­pi) le fija un pla­zo peren­to­rio de 10 días para su devo­lu­ción, bajo ame­na­za de que la pro­pie­dad de la ins­ti­tu­ción sea embar­ga­da en caso de incum­pli­mien­to. Todo se com­pli­ca cuan­do la suma a devol­ver es en dóla­res y el pano­ra­ma eco­nó­mi­co del país atra­vie­sa por serias dificultades.

Sha­lom Taiwan

Es así que en una carre­ra con­tra el tiem­po, Aarón se tras­la­da a Nue­va York, espe­ran­do que la ins­ti­tu­ción reli­gio­sa de Brooklyn pue­da ayu­dar­lo. Al fra­ca­sar en su inten­to y tenien­do en cuen­ta que le han ase­gu­ra­do que en Tai­wán pue­de lograr donan­tes de la peque­ña comu­ni­dad judía que habi­ta en Tai­peí, es allí su pró­xi­ma meta.

La sim­ple his­to­ria es el buen pre­tex­to para que se asis­ta a una tra­ma en don­de no fal­tan los momen­tos de humor como así tam­bién otros de rela­ti­va ten­sión; lo más impor­tan­te a des­ta­car es la soli­da­ri­dad y cali­dez reci­bi­da en un país orien­tal, tan dife­ren­te en cul­tu­ra y cos­tum­bres de la de Argen­ti­na pero don­de cier­ta­men­te pre­do­mi­na el sen­ti­mien­to huma­ni­ta­rio como el refle­ja­do por el geren­te del modes­to hotel don­de Aarón se alo­ja. Asi­mis­mo, el rela­to resal­ta la impor­tan­cia del lazo fami­liar que en últi­ma ins­tan­cia pre­do­mi­na en el pro­ta­go­nis­ta del rela­to. Con un des­en­la­ce cier­ta­men­te sen­ti­men­tal el públi­co asis­te a una agra­da­ble come­dia agri­dul­ce que aun­que con­ven­cio­nal­men­te rea­li­za­da per­mi­te que el públi­co emer­ja satis­fe­cho y son­rien­te des­pués de su visión.

La direc­to­ra Johan­ne Hel­ge­land ofre­ce con The Cros­sing (Norue­ga), un con­mo­ve­dor dra­ma que tenien­do como esce­na­rio la Segun­da Gue­rra explo­ra el cora­je, soli­da­ri­dad y amis­tad que se esta­ble­ce entre sus cua­tro protagonistas.

The Cros­sing

El rela­to basa­do en la nove­la de Maja Lun­de publi­ca­da en 2012 y adap­ta­da para el cine por Espen Tor­kild­sen se desa­rro­lla en la cam­pi­ña de un lugar no espe­ci­fi­ca­do de Norue­ga en pleno invierno. Otto (Bo Lind­quist-Elling­sen) y su her­ma­na menor Ger­da (Anna Sofie Sharholt) de 10 años, pre­sen­cian azo­ra­dos el arres­to de sus padres por repre­sen­tan­tes de la fuer­za de ocu­pa­ción nazi al sos­pe­char que alber­gan a chi­cos judíos; en su ausen­cia, ellos com­prue­ban que efec­ti­va­men­te en la bode­ga de la casa se encuen­tran ocul­tos Daniel (Sam­son Stei­ne) y su her­ma­ni­ta Sarah (Bian­ca Ghi­lar­di-Hells­ten). Fren­te a la ame­na­za del ejér­ci­to nazi que tran­si­ta la zona, valién­do­se de un mapa y una brú­ju­la Ger­da y Otto se pro­po­nen ayu­dar a esca­par a estos niños.. Es así que comien­za una lar­ga mar­cha cuyo des­tino es atra­ve­sar la fron­te­ra y lle­gar a Sue­cia. A tra­vés de esa lar­ga tra­ve­sía, los cua­tro pere­gri­nos debe­rán sopor­tar la fati­ga tan­to físi­ca como psi­co­ló­gi­ca, sobre todo por­que los sol­da­dos nazis han ini­cia­do una impla­ca­ble cace­ría tra­tan­do de apre­sar­los; afor­tu­na­da­men­te, gra­cias a la acti­tud cle­men­te de uno de los sol­da­dos ale­ma­nes (Luke Nei­te) logran supe­rar los obs­tácu­los y final­men­te lle­gar a buen destino.

Es enco­mia­ble la labor de la novel direc­to­ra en haber trans­mi­ti­do con nota­ble inten­si­dad la ten­sión laten­te de este rela­to de dis­cri­mi­na­ción racial, ade­más de haber obte­ni­do de los jóve­nes acto­res una inter­pre­ta­ción que se dis­tin­gue por su com­ple­ta natu­ra­li­dad; así entu­sias­ma la remar­ca­ble pres­ta­ción de Skarholt como apa­sio­na­da mos­que­te­ra, Ghi­lar­di-Hells­ten con­qu­jis­ta con su inne­ga­ble gra­cia y dul­zu­ra, como igual­men­te Lilnd­quist-Elling­sen y Stei­ne impre­sio­nan en sus res­pec­ti­vos roles.

Cabe seña­lar que en los cré­di­tos fina­les se des­ta­ca que 771 judíos norue­gos fue­ron depor­ta­dos por los nazis duran­te el san­grien­to con­flic­to béli­co y que más de 1000 pudie­ron esca­par a Sue­cia. Final­men­te se lee que el film está dedi­ca­do a los que huye­ron, a quie­nes ayu­da­ron a hacer­lo y a quie­nes nun­ca retornaron.

Otro nota­ble film del TJFF es When Hitler Sto­le Pink Rab­bit (Ale­ma­nia-Sui­za) de la lau­rea­da direc­to­ra Caro­li­ne Link. Este estu­pen­do dra­ma de fami­lia está basa­do en la nove­la semi auto­bio­grá­fi­ca de la cele­bra­da auto­ra ale­ma­na Judith Kerr, falle­ci­da en mayo de 2019.

When Hitler Sto­le Pink Rabbit

La adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca rea­li­za­da por la cineas­ta jun­ta­men­te con la auto­ra y Anna Brüg­ge­mann con­ser­va los valo­res de la obra ori­gi­nal don­de Link ha logra­do un rela­to vívi­do e inten­sa­men­te emo­cio­nal que no deja indi­fe­ren­te al espec­ta­dor. Anna (Riva Kry­ma­lows­ki) ‑alter ego de la auto­ra- es una niña de 9 años que vive con­for­ta­ble­men­te en Ber­lín rodea­da del cari­ño de sus padres Arthur Kem­per (Oli­ver Masuc­ci) y Dorothea (Car­la Juri) y de su her­mano Max (Mari­nus Hoh­mann) de 12 años. Sin embar­go, todo cam­bia cuan­do pocas sema­nas antes de las elec­cio­nes ger­ma­nas de mar­zo de 1933 que trae­rían al poder a los nazis, su padre que es un des­ta­ca­do ensa­yis­ta, crí­ti­co tea­tral y renom­bra­do perio­dis­ta cri­ti­can­do al nazis­mo con­si­de­ra que su vida se encuen­tra en peli­gro, como así tam­bién la de su fami­lia. Por lo tan­to es el momen­to de hacer las male­tas y dejar rápi­da­men­te Ale­ma­nia antes de que sus pasa­por­tes pue­dan ser anu­la­dos.. Es emo­ti­va la esce­na en que la peque­ña Anna debe dejar su ado­ra­do cone­ji­to de paño rosa por­que no pue­de entrar en la vali­ja, como asi tam­bién la pena que la inva­de al tener que ale­jar­se de su entra­ña­ble nana Heim­pi (Ursu­la Werner).

El pri­mer lugar de exi­lio es Zurich y pos­te­rior­men­te lo será París don­de la fami­lia pasa­rá estre­che­ces finan­cie­ras para final­men­te lle­gar a Lon­dres don­de Arthur logra que su guión sobre la vida de Napo­león sea com­pra­do para su tras­la­do al cine.

Vis­ta des­de la pers­pec­ti­va de Anna, se pue­de apre­ciar cómo ella va apren­dien­do nue­vas len­guas y asi­mi­la dife­ren­tes cul­tu­ras para adap­tar­se como refu­gia­da en paí­ses dife­ren­tes al suyo, así como com­prue­ba los horro­res del nazis­mo con su acé­rri­mo anti­se­mi­tis­mo; al pro­pio tiem­po, el film ‑al igual que la popu­lar nove­la des­ti­na­da al públi­co infan­til y cuya lec­tu­ra ha sido obli­ga­to­ria en muchas escue­las de Alemania‑, resal­ta la impor­tan­cia de los lazos fami­lia­res y de la amis­tad en perío­dos tan cruentos.

La exce­len­te pues­ta escé­ni­ca, el remar­ca­ble guión y el irre­pro­cha­ble elen­co con­fi­gu­ran a dar relie­ve a este con­mo­ve­dor y humano rela­to sobre los pri­me­ros años de Kerr.

Para una lis­ta de los fil­mes y su pro­gra­ma­ción hora­ria, así como las acti­vi­da­des vin­cu­la­das con esta mues­tra pre­sio­ne aquí