THE PROM. Estados Unidos, 2020. Un film de Ryan Murphy 131 minutos. Disponible en Netflix
A pocos días del estreno de Christmas on the Square el público tiene la oportunidad de juzgar otra comedia musical que sin revolucionar al género logra su propósito de entretener sanamente, lo que no es de desdeñar en esta época sombría por la que el mundo atraviesa.
El director Ryan Murphy después de haber estado ausente por 10 años retorna al cine trasladando a la pantalla The Prom cuya obra homónima de Bob Martin, Chad Beguelin y Matthew Sklar fue representada en Broadway en 2018. En líneas generales, la adaptación de Martin y Beguelin sigue los pasos de la versión teatral fusionando algunos entretelones del mundo del espectáculo con el tema de la orientación sexual.
La dúctil Meryl Streep anima a Dee Dee Allen, una legendaria estrella teatral de Broadway quien con su compañero de rubro Barry Glickman (James Corden) acaban de estrenar el musical Eleanor, basado en la esposa de Franklin D. Roosevelt. Después de la primera representación, los dos junto con el elenco participante aguardan en el restaurante Sardi los comentarios de la prensa; cuando los mismos comienzan a aparecer, ellos no pueden dar crédito de las pésimas críticas recibidas donde fundamentalmente se achaca el exacerbado narcisismo de sus protagonistas. Como consecuencia de la negativa recepción la obra baja inmediatamente de cartel y eso obliga a Dee Dee y Barry a buscar la solución para reparar la imagen pública. Para ello nada mejor que realizar una buena acción que les servirá para promocionarse y rehabilitar sus carreras; la ocasión se presenta cuando se enteran por internet que en una pequeña ciudad de Indiana, la estudiante Emma (Jo Ellen Pellman) es impedida de asistir al baile de graduación de su escuela con su novia Alyssa (Arianna De Bose).
Eso motiva a que Dee Dee y Barry acompañados de Angie (Nicole Kidman) y Trent (Andrew Rannells), dos actores colegas, viajen a Indiana para socorrer a Emma. Al llegar a destino el gran desafío del grupo reside en lidiar con la mentalidad homofóbica de la directora de una asociación de padres (Kerry Washington) que de ninguna manera acepta que la lesbiana Emma acuda a la fiesta con una persona de igual sexo. Sin embargo, los visitantes contarán con la benevolencia y comprensión del director afroamericano de la escuela (Keegan-Michael Key), gran admirador de Dee Dee, para que después de ciertos contratiempos los ánimos se apacigüen y llegar finalmente a un complaciente desenlace.
La historia no se caracteriza precisamente por su originalidad aunque su mensaje de tolerancia y aceptación de la identidad sexual siempre es bienvenido. En su narrativa Murphy permite lograr la conexión empática con el personaje de Emma, como también con el de Barry quien tiempo atrás había sido echado de su hogar por ser gay. Igualmente, aunque no sea su principal objetivo, el relato deja entrever el contraste cultural entre los valores que prevalecen en una inmensa ciudad cosmopolita como lo es Nueva York con el comportamiento conservador de los habitantes de pequeñas localidades de Estados Unidos.
Ciertamente hay algunos clisés que pudieron haberse evitado, como por ejemplo lo es el sentimental reencuentro y reconciliación de Barry con su arrepentida madre (Tracey Ullman), pero eso no alcanza a desestimar el encanto de este liviano film. Murphy se maneja idóneamente imprimiendo buen ritmo a The Prom cuya solidez reside en sus buenos números musicales, notable vestuario, impecable diseño de producción una magnífica coreografía y la participación de un homogéneo elenco que se desenvuelve con holgura. Distinción especial merece la excepcional Meryl Streep; la energía y vitalidad que transmite a su personaje, su afinado tono vocal en las canciones que interpreta y sus vistosos pasos de baile contribuyen a que el espectador disfrute plenamente con su presencia. Jorge Gutman