Inda­gan­do la His­to­ria Familiar

ADN. Fran­cia, 2020. Un film de Maï­wenn. 91 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix

La direc­to­ra Maï­wenn, bien cono­ci­da por haber obte­ni­do en Can­nes el pre­mio del jura­do con Polis­se (2011), en ADN con­si­de­ra en prin­ci­pio el due­lo expe­ri­men­ta­do por la pér­di­da de un fami­liar para pos­te­rior­men­te aden­trar­se en la temá­ti­ca de las raí­ces ancestrales.

Maï­wenn

El guión de la rea­li­za­do­ra escri­to con Mathieu Demy pre­sen­ta a Nei­ge (Maï­wenn), divor­cia­da madre de tres hijos que jun­to a ellos y la fami­lia amplia­da con­ver­gen para cele­brar el cum­plea­ños de Emir (Omar Mar­wan), el anciano patriar­ca fami­liar que pade­ce de un avan­za­do Alzhei­mer. Es allí que el home­na­jea­do reci­be el rega­lo de un libro que Nei­ge había enco­men­da­do en don­de se encuen­tran fotos y otros docu­men­tos refe­ri­dos a su his­to­ria per­so­nal des­de que emi­gró de Arge­lia, su tie­rra natal, a París. Des­de el vamos se pue­de apre­ciar que los inte­gran­tes de esta fami­lia se carac­te­ri­zan por su mar­ca­da dis­fun­cio­na­li­dad en don­de la armo­nía luce por su com­ple­ta ausencia.

El dis­pa­ra­dor del con­flic­to se pro­du­ce cuan­do ines­pe­ra­da­men­te Emir mue­re en la resi­den­cia de ancia­nos don­de está alo­ja­do, encon­trán­do­se en ese momen­to acom­pa­ña­do por Kevin (Dylan Robert), uno de sus bis­nie­tos e hijo de Neige.

https://www.youtube.com/watch?v=KYROdUmhLOo

Es allí que la gran fami­lia nue­va­men­te se reúne para con­cer­tar los pre­pa­ra­ti­vos del fune­ral y es en ese accio­nar don­de se encuen­tran los momen­tos más rele­van­tes del rela­to. La rela­ción entre sus inte­gran­tes alcan­za dife­ren­tes gra­dos de ten­sión por los des­acuer­dos pro­du­ci­dos acer­ca de nimie­da­des como por ejem­plo el reves­ti­mien­to del cajón mor­tuo­rio y la incon­ve­nien­cia de que el fune­ral se efec­túe en un tem­plo musul­mán a pesar de que Emir era deci­di­da­men­te ateo. A todo ello, un momen­to de exas­pe­ra­da vio­len­cia tie­ne lugar en la igle­sia cuan­do Nei­ge al leer los elo­gios del difun­to ve inte­rrum­pi­da su lec­tu­ra por la inter­ven­ción de su dis­tan­cia­da madre Caro­li­ne (Fanny Ardant).

Des­pués del sepe­lio, el rela­to se cen­tra­li­za en Nei­ge quien vivien­do el due­lo por el dece­so de su que­ri­do abue­lo, de mane­ra obse­si­va resuel­ve inda­gar en sus raí­ces arge­li­nas; de allí en más se diri­ge al Con­su­la­do de Arge­lia en París para soli­ci­tar la ciu­da­da­nía de Arge­lia así como el con­si­guien­te pasa­por­te. Apa­ren­te­men­te, sin que que­de bien expli­ci­ta­do pare­cie­ra que ella logra final­men­te defi­nir su iden­ti­dad al conec­tar­se con el país de sus antepasados.

No obs­tan­te tra­tar­se de una his­to­ria basa­da en par­te en las expe­rien­cias de la cineas­ta, la mis­ma no apor­ta sufi­cien­tes datos para com­pren­der mejor la psi­co­lo­gía de sus per­so­na­jes. No mucho se sabe de Emir, excep­to que era un acé­rri­mo comu­nis­ta y la colum­na ver­te­bral de la fami­lia; poco cla­ro es el moti­vo por el que Nei­ge siem­pre ha temi­do a su madre y la tóxi­ca rela­ción man­te­ni­da con ella, como tam­po­co que­da expli­ci­ta­do el víncu­lo con su dis­tan­cia­do padre (Alain Francon).

En esen­cia, más allá de cier­tas incon­gruen­cias del guión, Maï­ween impreg­na a este dra­ma un sen­ti­do huma­nis­ta real­za­do por su bue­na con­di­ción de intér­pre­te ade­más de la irre­pro­cha­ble actua­ción de Ardant; en un papel de apo­yo se des­ta­ca Louis Garrel quien como el ami­go de lar­ga data de Nei­ge es el más racio­nal y madu­ro de todos los per­so­na­jes al pro­pio tiem­po que apor­ta cier­tas notas de bien­ve­ni­do humor que ami­no­ran la atmós­fe­ra de ten­sión de esta his­to­ria. Jor­ge Gutman