JUDAS AND THE BLACK MESSIAH. Estados Unidos, 2021. Un film de Shaka King. 126 minutos. Disponible, entre otras, en las plataformas de Amazon Prime, Cineplex, Google Play, Apple TV/iTunes y Vidéotron.
Una vez más el cine americano incursiona en la historia del movimiento racista que tuvo lugar en Estados Unidos en la década del 60 donde el FBI asoló cruelmente contra los negros. Así como el memorable Martin Luther King fue uno de sus grandes enemigos, después de que fuera asesinado, la mira estuvo concentrada en Fred Hampton. Si bien la historia de este joven activista de los derechos civiles fue objeto de tratamiento en el documental de 1971 The Murder of Fred Hampton aquí nuevamente lo considera el director Shaka King aunque mediante un relato de ficción.
Basado en el guión coescrito por el realizador y Will Berson el relato comienza en 1968 con el arresto en Chicago del afroamericano William O’Neal (LaKeith Stanfield) quien valiéndose de una falsa placa del FBI arrasa en un bar donde se encuentra un grupo de negros y le roba a uno de ellos su coche. Al ser detenido, para evitar su encarcelamiento por un período de seis años y medio, acepta la propuesta de Roy Mitchell (Jesse Plemons), un agente del FBI dirigido por J. Edgar Hoover (Martin Sheen), para actuar como informante de las actividades planeadas por The Black Panthers del cual es miembro. Para Hoover esta organización revolucionaria izquierdista surgida en 1963 constituye una seria amenaza para la seguridad nacional y por lo tanto debe ser desbaratada; el asunto adquiere mayor importancia por el ascendiente del carismático Fred Hampton (Daniel Kaluuya) quien presidiendo la filial de Illinois con asiento en Chicago del movimiento con su brillante oratoria logra persuadir a sus miembros para defender sus legítimos derechos y luchar a muerte contra la brutalidad policial.
Así como Spike Lee utilizó en BlacKkKlansman (2018) a un policía negro para infiltrarse en el Ku Klux Klan, King utiliza un procedimiento similar con O’Neal; este repelente personaje comienza a cumplir fielmente con sus funciones, tratando de ganarse la confianza de Hampton como su chofer y guardaespaldas e incluso llegando a ser su amigo. Así, el delator mantiene informado a Mitchell sobre los pasos de Hampton hasta que finalmente el implacable Hoover considera que ha llegado la hora de deshacerse de él; en consecuencia, con la complicidad del Departamento de Policía de Chicago y la Oficina Federal de Investigaciones Hampton es abatido en su hogar el 4 de diciembre de 1969 a los 21 años de edad y pocas semanas antes del nacimiento de su hijo.
Realizado convencionalmente, el gran mérito de este drama realista reside en el notable lucimiento de su trío actoral. Kaluuya deslumbra al adentrarse plenamente en la personalidad del joven revolucionario. No menos fascinante es la interpretación de Stanfield como un moderno Judas traicionando a Hampton al propio tiempo que experimenta la duda, inseguridad y temor que lo embarga al ser consciente de su corrupción moral. Plemons igualmente sale airoso como el cínico funcionario que sabe cómo manipular a su informante y satisfacer de este modo los requerimientos de Hoover. En un papel de apoyo se destaca Dominique Fisback como Deborah, la fiel y abnegada compañera de Hampton y colaboradora de sus discursos políticos.
Queda como balance un documento sombrío exponiendo uno de los tantos capítulos dolorosos de la historia americana. A pesar de haber transcurrido cinco décadas de los hechos relatados, lamentablemente la intimidación racista subsiste; como triste ejemplo basta recordar el homicidio del negro George Floyd perpetrado por un sádico policía blanco en mayo de 2020. En todo caso resulta positiva la actuación del movimiento Black Lives Matter batallando contra la injusticia, desigualdad y violencia de la que es objeto la comunidad afroamericana en Estados Unidos. Jorge Gutman