He aquí un breve comentario de cada uno de los 5 cortometrajes de ficción nominados al Oscar 2021 que se exhiben en el Cinéma du Parc de Montreal.
FEELING THROUGH (Estados Unidos, 19 minutos)
Aunque no se trata de un documental sino de una ficción, este remarcable corto está asociado al hecho de que Robert Tarango, uno de los protagonistas del relato, es realmente ciego y sordo como el personaje que caracteriza.
Dirigido y muy bien escrito por Doug Roland, la historia se centra en un inusual encuentro nocturno. Tereek (Steven Prescod) después de haber pasado una velada con sus amigos planea reunirse con su novia. Cuando hallándose en la calle texteando con ella por el celular, se topa con Artie (Tarango) comprobando que este hombre carece de visión y del sentido de la audición.
No obstante, mediante papeles y notas escritas se establece una silenciosa comunicación que satisfactoriamente reemplaza a los diálogos hablados; así, Tarango le pide que lo conduzca a la parada del autobús que lo transportará a su hogar y que le ayude a subir cuando el vehículo arribe. A través de esa espera, se va forjando entre ambos un lazo afectivo en donde queda resaltado el espíritu solidario de Tereek brindando apoyo a quien lo necesita. Con interpretaciones que rebosan completa autenticidad, Roland logra un emotivo cortometraje.
THE LETTER ROOM (Estados Unidos, 33 minutos)
Este corto explora la vida carcelaria a través de la visión de uno de sus funcionarios. Richard (Oscar Isaac) es un hombre de existencia solitaria que trabaja en un centro de reclusión en el que su preocupación mayor es mejorar el nivel de vida de los convictos aunque le resulta imposible lograrlo.
Cuando es promovido al cargo de director de comunicaciones, tiene como principal tarea la de verificar cada una de las cartas destinadas a los presos, escanearlas y posteriormente entregárselas a sus respectivos destinatarios. La lectura de esa correspondencia epistolar constituye para él una especial revelación; entre las cartas se encuentra la de Rosita (Alia Shawkat) dirigida a Cris (Brian Petsos), un prisionero condenado a muerte, en donde poéticamente le transmite su profundo amor.
Asimismo, al ir Richard recorriendo los pasillos donde están alojados los prisioneros, desde su celda el penado Jackson (John Douglas Thompson) le intercepta pidiéndole que verifique si hay una carta pendiente que podría haberle escrito su hija de quien hace largo tiempo que no tiene noticias. Gradualmente, Robert se adentra en la intimidad de estos convictos mediante un procedimiento decididamente humanitario. Con gran sutileza la directora Elvira Lind narra esta sensible historia que se encuentra enriquecida con la magnífica interpretación de Isaac transmitiendo la nobleza que emerge de su personaje.
TWO DISTANT STRANGERS (Estados Unidos, 25 minutos)
La tragedia acontecida en mayo de 2020 con el asesinato de George Floyd, ha inspirado a los directores Travon Free y Martin Desmond Roe para realizar este corto. La acción se centra en Carter (Joey Badass), un caricaturista negro que habiendo pasado la noche con su novia (Zaria Simone) despierta sobresaltado por la horrible pesadilla que experimentó.
La misma se refiere a un encuentro con un oficial de policía blanco (Andrew Howard) que lo fuerza a entregar el bolso que lleva consigo para ser revisado; al oponer resistencia Carter es volcado al suelo y sometido al mismo procedimiento que Floyd recibió hasta que se produce su muerte.
Esta pesadilla se vuelve recurrente en los cinco siguientes días, lo que contribuye a que el relato no logre la eficacia deseada. Aunque el urticante tema tiende a demostrar una vez más la triste realidad acerca del tratamiento brutal de la policía a la comunidad negra, su implementación no satisface dado que su constante repetición resulta extenuante.
THE PRESENT (Palestina, 25 minutos)
La novel cineasta Farah Nabulsi ofrece una conmovedora historia exponiendo las vicisitudes que suelen atravesar los palestinos de los territorios ocupados cuando deben trasladarse desde una zona hacia otra.
El guión de la realizadora escrito con Hind Shoufani presenta a Yousef (Saleh Bakri), un palestino viviendo en esa región, quien junto con su mujer Noor (Mariam Basha) se disponen a celebrar el aniversario de bodas; teniendo en cuenta que el refrigerador del hogar no funciona como debiera, Yousef decide obsequiar a su esposa con uno nuevo.
De allí que con su hijita Yasmine (Mariam Kani) se dirigen al sector israelí para efectuar la compra; para ello deben pasar previamente por un puesto de control militar ubicado a escasa distancia de donde ellos habitan. Después de que Yousef es revisado de manera nada amable por los soldados de turno, él y la nena llegan al negocio para efectuar la compra. El conflicto dramático del relato se produce cuando en el camino de regreso transportando la nevera en una una carretilla este hombre después de haber sido sometido al rigor del control no logra pasar por la puerta de franqueo debido al tamaño del aparato que trae consigo; es así que solicita a los guardias de transitar por un sendero paralelo en donde no existe impedimento alguno, pero ese pedido le es denegado porque solamente los israelíes pueden utilizar esa vía. A todo ello la pequeña Yasmine, contemplando la humillación de la que su padre es objeto, de manera ingeniosa consigue superar ese obstáculo. La directora ha logrado una cautivante historia realista dotada de notable autenticidad y realzada con el aporte de Bakri y Kani quienes guardan una perfecta complicidad en el afectuoso vínculo existente entre el tierno padre y su dulce hijita
WHITE EYE (Israel, 21 minutos)
Un relato de connotaciones morales es lo que el escritor y director Tomer Shushan considera en este estupendo corto. La acción se desarrolla en un lugar no especificado de Israel enfocando a Omar (Daniel Gad), un hombre a quien un mes atrás le ha sido robada su querida bicicleta.
Cuando azarosamente llega a encontrarla, estando encadenada y sin poder recuperarla, cree haber localizado al supuesto ladrón. El incriminado es Yunes (Dawit Tekelaeb), un humilde obrero originario de Eritrea que trabaja en una planta empaquetadora de carne; al ser confrontado él se declara inocente alegando que la semana anterior la había comprado legalmente a un desconocido por 250 shekels. Partiendo de esta premisa la trama va adquiriendo marcada tensión por cuanto Omar insiste que esa bicicleta es suya en tanto que Yunes cree ser el legítimo dueño de la misma. El problema se complica aún más cuando interviene la policía para zanjar el conflicto y descubre que el trabajador no posee la visa de residente siendo por lo tanto detenido; ahí es cuando se genera en Omar un sentimiento de culpa.
La imaginativa historia sólidamente construida por Shushan deja abierta la pregunta sobre cómo podría ser resuelto salomónicamente el caso planteado sin que un acto de justicia pudiese generar otro de injusticia. Ciertamente, este drama humano permite que el espectador pueda empatizar con la situación vivida por los dos personajes centrales, magníficamente caracterizados por Gad y Tekelaeb.
Jorge Gutman