Cor­tos Nomi­na­dos al Oscar (2)

A con­ti­nua­ción se comen­ta los 5 cor­to­me­tra­jes nomi­na­dos al Oscar 2021 que per­te­ne­cen al géne­ro docu­men­tal, cuya exhi­bi­ción se rea­li­za en el Ciné­ma du Parc de Montreal.

DO NOT SPLIT (Norue­ga-Esta­dos Uni­dos, 34 minutos)

Aun­que los medios de difu­sión opor­tu­na­men­te han infor­ma­do sobre la intran­qui­la situa­ción impe­ran­te en Hong Kong duran­te los últi­mos años, este docu­men­tal per­mi­te visua­li­zar con mayor deta­lle el enfren­ta­mien­to de los habi­tan­tes de la isla y la poli­cía china.

Esta cró­ni­ca del docu­men­ta­lis­ta Anders Ham­mer enfa­ti­za los esfuer­zos rea­li­za­dos por jóve­nes acti­vis­tas de Hong Kong ante la cre­cien­te intro­mi­sión de las auto­ri­da­des chi­nas tra­tan­do de supri­mir la demo­cra­cia exis­ten­te. El foco que encen­dió la chis­pa del des­con­ten­to popu­lar se pro­du­jo en junio de 2019 con la pro­pues­ta de ley per­mi­tien­do la extra­di­ción a Chi­na con­ti­nen­tal de sos­pe­cho­sos cri­mi­na­les de la isla. De allí en más, a par­tir de octu­bre de 2019 comien­za la vio­len­cia poli­cial para sofo­car las mani­fes­ta­cio­nes de pro­tes­ta. Es allí don­de se refle­ja en toda su dimen­sión la intré­pi­da fil­ma­ción rea­li­za­da por Ham­mer quien bajo el fue­go de las balas y los gases lacri­mó­ge­nos ha logra­do cap­tar inten­sa­men­te las con­fron­ta­cio­nes que se suce­den dia­ria­men­te en las calles de Hong Kong, prác­ti­ca­men­te con­ver­ti­da en un esta­do poli­cial. En ese recuen­to tam­bién se regis­tra el asal­to poli­cial a la Uni­ver­si­dad Poli­téc­ni­ca de la región que que­dó sitia­da por espa­cio de 2 meses.

https://www.youtube.com/watch?v=l7Ind_5Bn1M

La pan­de­mia detu­vo las pro­tes­tas a prin­ci­pios de 2020 pero eso no impi­dió que Chi­na adop­ta­ra medi­das más auto­ri­ta­rias con la san­ción de la Ley de Segu­ri­dad Nacio­nal de junio de 2020. Entre algu­nas de las voces que se hacen oír en el docu­men­tal se encuen­tra la de la joven acti­vis­ta Joey Siu que con dedi­ca­ción y valen­tía defien­de la cau­sa de la demo­cra­cia de la isla aun­que fren­te al pano­ra­ma actual mani­fies­ta su incer­ti­dum­bre sobre la carre­ra docen­te que desea­ba emprender.

Con un muy buen mon­ta­je efec­tua­do por Ham­mer, Mark Luken­bill y Bill Ross, el equi­po de fil­ma­ción ha logra­do un exce­len­te cor­to­me­tra­je refle­jan­do la repre­sión y bru­ta­li­dad ejer­ci­da por Chi­na con­tra la pobla­ción de Hong Kong deseo­sa de pro­te­ger su libertad.

HUN­GER WARD (Esta­dos Uni­dos, 40 minutos)

Loa­ble y huma­ni­ta­ria es la labor empren­di­da por el rea­li­za­dor Skye Fitz­ge­rald con este pene­tran­te cor­to­me­tra­je. Su tema se cen­tra en la mayor ham­bru­na del mun­do ente­ro que acon­te­ce en Yemen, un país seve­ra­men­te fla­ge­la­do por la gue­rra civil ini­cia­da hace más de 5 años. Lo alar­man­te es que los más cas­ti­ga­dos son los niños ‑espe­cial­men­te los que habi­tan en el sur del país- cuya des­nu­tri­ción es alarmante.

Fitz­ge­rald ubi­có su cáma­ra en el Hos­pi­tal Sada­qa y la Clí­ni­ca Aslam del desan­gra­do país, resal­tan­do la enco­mia­ble tarea des­ple­ga­da por la doc­to­ra Aida Hus­sein Alsa­deeq y la enfer­me­ra Mek­kia Mah­di. Con gran devo­ción, estas pro­fe­sio­na­les de la salud luchan deses­pe­ra­da­men­te por sal­var las vidas de niños mal nutri­dos debi­do a la dra­má­ti­ca esca­sez de ali­men­tos que afec­ta al país; en tal sen­ti­do pue­de adver­tir­se la aten­ción brin­da­da a la niña de 6 años Abeer cuyo peso es de ape­nas 5 kilos y medio y a Omei­na que con sus 10 años pesa esca­sos 10 kilos; más tris­te aún es con­tem­plar a la bebi­ta Asi­la cuya piel está com­ple­ta­men­te ulce­ra­da por el ede­ma cau­sa­do por fal­ta de alimentación.

A todo ello el bom­bar­deo aéreo lan­za­do por Ara­bia Sau­di­ta y otros paí­ses ára­bes con­tra el gru­po insur­gen­te de hutíes con­tri­bu­ye a aumen­tar el núme­ro de víc­ti­mas de la pobla­ción civil, inclu­yen­do a los infan­tes. Fren­te al lamen­ta­ble pano­ra­ma la situa­ción se ve más agra­va­da con el blo­que impues­to a Yemen que le impi­de reci­bir comi­da y medi­ci­na pro­ve­nien­te de otros paí­ses. Debi­do a la gue­rra y al ham­bre vigen­te la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal para las Migra­cio­nes con­si­de­ró que en 2020 más de 100.000 per­so­nas de Yemen se vie­ron obli­ga­dos a dejar sus hogares.

En esen­cia, este lace­ran­te y con­mo­ve­dor docu­men­tal cons­ti­tu­ye un lla­ma­do de aler­ta al mun­do civi­li­za­do para que adquie­ra con­cien­cia de lo que suce­de en Yemen y acu­da en su ayuda.

COLET­TE (Fran­cia-Ale­ma­nia-Esta­dos Uni­dos, 25 minutos)

Un epi­so­dio vin­cu­la­do con el geno­ci­dio nazi duran­te la Segun­da Gue­rra es lo que abor­da el rea­li­za­dor Anthony Giac­chino enfo­can­do la espe­cial rela­ción for­ja­da entre dos per­so­nas de dife­ren­te generación.

Aún cuan­do es bien sabi­do que el Holo­caus­to ha pro­du­ci­do 17 millo­nes de víc­ti­mas, el rea­li­za­dor aquí se cen­tra espe­cial­men­te en Jean-Pie­rre Cathe­ri­ne que ha sido ase­si­na­do en el cam­po de con­cen­tra­ción de Mit­te­bau-Dora ubi­ca­do cer­ca de Nordhau­sen. Es la nona­ge­na­ria Colet­te Marin-Cathe­ri­ne, una de las sobre­vi­vien­tes de la gue­rra, que desea retor­nar a Ale­ma­nia para visi­tar el lugar don­de su her­mano ado­les­cen­te que había inte­gra­do la resis­ten­cia fran­ce­sa fue cap­tu­ra­do por los nazis poco antes de que con­clu­ye­se el nefas­to con­flic­to bélico.

Para hacer este via­je des­de Fran­cia don­de habi­ta has­ta Ale­ma­nia, ella cuen­ta con el apo­yo físi­co y espi­ri­tual brin­da­do por Lucie Fou­ble, una joven estu­dian­te de his­to­ria que está rea­li­zan­do un tra­ba­jo docu­men­ta­do de los fran­ce­ses que fue­ron depor­ta­dos a dicho cam­po. Duran­te este tra­yec­to entre ambas muje­res que­da cimen­ta­da una gran empa­tía en don­de la ancia­na con­si­de­ra a Lucie como si se tra­ta­ra de su pro­pia nie­ta por el cari­ño­so tra­to que ella le brin­da. La visi­ta al sitio que había sido el cam­po de con­cen­tra­ción pro­du­ce en la ancia­na una fuer­te con­mo­ción al remo­ver las heri­das trau­má­ti­cas de haber per­di­do a Jean-Pie­rre; para Lucie, cons­ti­tu­ye una vital expe­rien­cia el com­par­tir los sen­ti­mien­tos de Colet­te a tra­vés de los tris­tes recuer­dos que aflo­ran en su memoria.

Con gran sen­si­bi­li­dad Giac­chino sigue el derro­te­ro de estas dos almas huma­nas brin­dan­do una esce­na de gran emo­ción cuan­do en el momen­to de la des­pe­di­da Colet­te ofre­ce a Lucie un obse­quio de su per­te­nen­cia que tuvo espe­cial tras­cen­den­cia en su vida. A todas luces este es un cor­to­me­tra­je deci­di­da­men­te recomendable.

A CON­CER­TO IS A CON­VER­SA­TION. (Esta­dos Uni­dos, 13 minutos)

Este con­ci­so rela­to abor­da al pia­nis­ta de jazz y com­po­si­tor Kris Bowers pre­sen­tan­do a Hora­ce Bowers, su que­ri­do abue­lo de 91 años afec­ta­do de cán­cer. En la con­ver­sa­ción que ambos man­tie­nen van reve­lán­do­se aspec­tos de la genea­lo­gía fami­liar así como los vin­cu­la­dos con la iden­ti­dad negra. A tra­vés de films case­ros de la fami­lia, se pue­de apre­ciar cómo Hora­ce sien­do joven dejó su hogar de Flo­ri­da, por­que debi­do al color de su piel debió enfren­tar el racis­mo y la segre­ga­ción; tras­la­dán­do­se al sur de Los Ánge­les allí con­si­guió un tra­ba­jo en una tin­to­re­ría y años des­pués jun­to con su espo­sa esta­ble­cie­ron su pro­pio nego­cio con exi­to­sos resultados.

En ese ínti­mo diá­lo­go el nie­to des­ta­ca que su logro como músi­co negro se debe a los esfuer­zos rea­li­za­dos por su fami­lia así como los estí­mu­los que de ella reci­bió. De allí que resul­te emo­ti­vo con­tem­plar a Kris acom­pa­ña­do de su abue­lo asis­tien­do a la pri­me­ra eje­cu­ción de su con­cier­to para vio­lín “For a Youn­ger Self” en el audi­to­rio Walt Dis­ney. En sín­te­sis, este sen­ci­llo y cáli­do cor­to es un enco­mia­ble tri­bu­to del com­po­si­tor a su abue­lo y a su que­ri­da fami­lia que con su apo­yo ha lle­ga­do a ser lo que es.

A LOVE SONG FOR LATASHA (Esta­dos Uni­dos, 18 minutos)

Tal como lo enun­cia su títu­lo, la direc­to­ra Sophia Nah­li Alli­son brin­da una can­ción de amor para Latasha, median­te un rela­to que evi­den­cia la mane­ra en que los pre­jui­cios pue­den cobrar vidas inocentes.

El 16 de mar­zo de 1991, Latasha Har­lins de 15 años de edad fue ase­si­na­da por Soon Ja du, una corea­na ame­ri­ca­na que ha esta­do a car­go de una lico­re­ría ubi­ca­da en el cen­tro sur de Los Ánge­les. Ese día la joven de color inten­tó com­prar un jugo de naran­ja por valor de 1,79 $ pero como la due­ña del nego­cio supu­so que esta­ba roban­do le dis­pa­ró un tiro mor­tal en la par­te pos­te­rior de su cabe­za; cuan­do la poli­cía lle­gó al lugar del cri­men com­pro­bó que la chi­ca por­ta­ba un bille­te de 2 dóla­res con la inten­ción de efec­tuar el pago de la bebi­da. La jue­za Joy­ce Kar­lin decla­ró a Soon cul­pa­ble del ase­si­na­to; no obs­tan­te la gra­ve­dad del hecho, el cas­ti­go sola­men­te se limi­tó a rea­li­zar 400 horas de tra­ba­jo comu­ni­ta­rio y pagar 500 $ de mul­ta, sin haber res­trin­gi­do su liber­tad. La muer­te de Latasha, agra­va­da por el homi­ci­dio del acti­vis­ta negro Rod­ney King per­pe­tra­do por la poli­cía blan­ca que había acon­te­ci­do 13 días atrás, fue el fac­tor cata­li­za­dor que ori­gi­nó en 1992 los dra­má­ti­cos dis­tur­bios de Los Ánge­les rea­li­za­dos por afro­ame­ri­ca­nos y latinos.

El epi­so­dio men­cio­na­do ins­pi­ró a la rea­li­za­do­ra revi­vir el dra­má­ti­co caso a tra­vés de los tes­ti­mo­nios brin­da­dos por Tybie O’Bard, la mejor ami­ga de Latasha, así como la de su pri­ma Shir­le­ne Har­lins, don­de a tra­vés de la memo­ria des­ta­can los valo­res huma­nos de la víc­ti­ma y su ambi­ción de lle­gar a gra­duar­se en el futu­ro de abo­ga­da que obvia­men­te no pudo concretarse.

El docu­men­tal es un tra­ba­jo deci­di­da­men­te expe­ri­men­tal basa­do en con­ver­sa­cio­nes que en cier­tos momen­tos se inter­ca­lan con la ani­ma­ción de dibujos.

Aun­que la fil­ma­ción resul­ta un tan­to des­igual, lo que aquí tras­cien­de es el cons­ta­tar cómo en el cri­men de Latasha la jus­ti­cia no supo ser ser­vi­da. Jor­ge Gutman