HYGIĖNE SOCIALE. Canadá, 2021. Un film escrito y dirigido por Denis Côté. 75 minutos
Radical, ecléctico, irreverente, provocativo, son algunos de los calificativos que caracterizan al cine de Denis Côté tal como lo ha demostrado a través de su filmografía integrada por 13 largometrajes y 4 cortos. En Hygiène Sociale nuevamente asombra al espectador ofreciendo una teatral sinfonía pastoral, ciertamente preciosista en su aspecto formal, lo que le ha valido obtener el premio a la mejor realización en la sección Encounters del Festival de Berlín.
Realizado en pleno período pandémico, su tema no está referido a esta maldita plaga, aunque sus personajes estando presentes de a dos a la vez, guardan una distancia social entre 5 y 6 metros a la manera de ciertas obras de autores clásicos del teatro francés como Racine y Corneille.
La historia relatada está conformada por varias viñetas con largos planos fijos filmados a considerable distancia y que transcurren a la luz del día en pleno campo abierto. Su protagonista es Antonin (Maxim Gaudette), un inmaduro adulto tarambana, que sin domicilio fijo pernocta en el coche de un amigo y para subsistir se vale de pequeños robos efectuados a gente desprevenida. Eso no impide que se considere un cineasta, aunque ningun proyecto haya podido concretar.
En la serie de conversaciones duales entre este bribón y cinco mujeres, casi todas ataviadas con vestuario de época, la primera es la que mantiene con su hermana Solveig (Larissa Corriveau) quien le recrimina su conducta irresponsable, haciéndole ver que ya es hora para que siente cabeza y modifique su estilo de vida; sin embargo, sus reproches no llegan a importarle dado que él justifica su modo de actuar. Posteriormente Antonin se enfrenta, siempre a distancia, con su separada mujer Églantine (Évelyne Rompré) quien le incrimina por no cumplir con su compromiso conyugal, aunque no es eso lo que él desea. A continuación se lo ve dialogando con Cassiopee (Éve Duranceau), de quien está enamorado pero la joven prefiere a otro cortejante. Una posterior escena se produce entre él y Rose (Kathleen Fortin), una recaudadora fiscal que le acusa de no pagar sus impuestos; finalmente este antihéroe confronta a la andrógina Aurore (Éléonore Loiselle) que le reclama la devolución de su computadora y la campera de su amigo que le robó de su auto después de haberle roto el parabrisas y uno de los vidrios.
Ciertamente, el contenido argumental risueñamente surrealista es solo una excusa de la que Côté se vale para su singular experimento cinematográfico decididamente anticonvencional. De todos modos, quien quisiera extraer algunas conclusiones podría inferir que el realizador pone a prueba la masculinidad frente al empoderamiento del sexo femenino reflejado en los últimos años; asimismo, la higiene social a la que alude su título podría implicar la distancia a nivel emocional que se produce en la era digital entre personas de igual o diferente sexo en la que finalmente prevalece la soledad humana. Dejando a un lado estas elucubraciones, lo concreto es que el film somete a la audiencia a un desafío intelectual que rinde sus frutos siempre y cuando se involucre en los códigos empleados por el inteligente realizador. Jorge Gutman