RIDERS OF JUSTICE. Dinamarca, 2020. Un film escrito y dirigido por Anders Thomas Jensen. 115 minutos.
Una grata sorpresa es la que ofrece Anders Thomas Jensen en Riders of Justice al combinar con suma eficacia diversos géneros en los que se aprecia humor negro, thriller, drama, comedia absurda a la manera de los buenos relatos de los hermanos Coen, así como también dinámica acción. El director danés, muy conocido en su tierra por la ingeniosidad de sus guiones, aquí se centra en las casualidades y coincidencias que acontecen cuando una inesperada situación conlleva a la siguiente y sucesivamente a otras más, tal como lo que aquí acontece.
La historia comienza con la bicicleta que le es robada a la adolescente Mathilde (Andrea Heicke Gadeberg) con la cual solía dirigirse a la escuela; por ese motivo su madre Emma (Anne Birgitte Lind) se dispone a llevarla en su coche, pero como el vehículo no consigue arrancar resuelven tomar el metro. En el mismo también viaja Otto (Nikolaj Lie Klass), un matemático obsesionado por las cifras estadísticas y probabilidades, quien viendo parada a Emma amablemente le ofrece su asiento. El destino produce una mala jugada cuando al poco tiempo el viaje se interrumpe por una fatal explosión que causa la muerte de varios pasajeros incluyendo a Emma. El pesar de Mathilde que sobrevive al accidente es muy grande como también lo es el de su padre Markus (Mads Mikkelsen), un militar que se encontraba en Estonia cumpliendo una misión y regresó apresuradamente a Dinamarca frente a la tremenda desgracia.
En tanto, Otto está convencido que el accidente no fue casual porque entre las víctimas del metro se encontraban un ex integrante de la banda de delincuentes Riders of Justice y su abogado quienes debían testimoniar ante la justicia sobre las actividades criminales de esos gangsters. Consecuentemente Otto provisto de ciertas informaciones que pudo detectar, invita a Lennart (Lars Brygmann) y Emmenthaler (Nicolas Bro), sus dos pintorescos amigos hackers, para que juntamente puedan probar que existió un atentado. Asimismo el matemático aparece en la puerta del hogar de Markus, explicándole cómo circunstancialmente conoció a Emma y su hija dándole a entender su propósito de desenmascarar a los culpables de la explosión; al enterarse de ello, el desconsolado viudo se une al grupo con el propósito de aniquilar a los asesinos de su mujer. Además del cuarteto mencionado en esta azarosa aventura también están indirectamente involucrados el sensible jovencito Sirius (Albert Rudbeck Lindhart) con quien sale Mathilde y Bodashka (Gustav Lindh), un prostituto gay ucraniano.
Sin entrar en detalles adicionales cabe señalar que lo que prosigue es una calibrada comedia surrealista con instancias decididamente graciosas y otras violentas de convincente tensión cuando Markus y sus compañeros con los mafiosos integrantes de la banda criminal.
La amena forma en que Jensen narra su alocada historia, ciertamente impredecible, permite que el espectador la saboree con gran placer; en gran parte eso se debe a su calificado elenco transmitiendo la variada gama de emociones requerida por el estupendo guión del realizador.
En suma, para atenuar en parte el drama de la reinante pandemia, resulta deseable que el cine continúe brindando muy buenas comedias escapistas como la que se acaba de comentar. Jorge Gutman