BEANS. Canadá, 2020. Un film de Tracey Deer. 92 minutos
Los traumas vividos en la temprana edad de una persona no desaparecen fácilmente con el transcurso del tiempo al quedar registrados en la memoria; eso es lo acontecido con la directora autóctona Tracy Deer que inspirada en su experiencia preadolescente dramatiza en Beans los lamentables acontecimientos de “La Crisis de Oka” que tuvo lugar en la provincia de Quebec.
Considerada como una de los jóvenes talentos emergentes por el TIFF, donde el film tuvo su estreno mundial el año pasado, la realizadora experimentada en el género documental ofrece en su primer trabajo de ficción un vigoroso drama exponiendo el proceso de madurez que atraviesa una niña Mohawk de 12 años durante los violentos incidentes acaecidos.
El conflicto estallado en el verano de 1990 con una duración de 78 días, se originó con el pronunciamiento de un tribunal que autorizó a los blancos propietarios del campo de golf de Oka a que éste se expandiera a través de la deforestación de un bosque de pinos que albergaba el sagrado cementerio donde estaban enterrados los ancestros de dos comunidades Mohawk de Kahnawake. Ese hecho provocó el dramático enfrentamiento de la población autóctona con el Servicio de Policía Provincial de Quebec y el ejército canadiense.
La grave disputa es experimentada por Tekenhentahkhwa (Kiaventiio), de sobrenombre Beans, una excelente estudiante Mohawk que acaba de terminar su educación primaria y vive en Oka con sus padres (Joel Montgrand y Rainbow Dickerson) y su hermana menor (Violet Beauvais). Si bien al principio ella es una chica ingenua, a medida que el incidente va cobrando intensidad observa la crueldad existente en el medio ambiente que la rodea y comienza a comprender lo que significa ser una persona perteneciente a los pueblos originarios; esa transición de la inocencia hasta adquirir conciencia de la realidad que la circunda es en parte debido a su nueva amiga April (Paulina Alexis) quien trata de fortalecerla y enseñarle a luchar frente a los hechos dramáticos que se van desarrollando. A todo ello Beans se debate frente al deseo de su madre de que prosiga sus estudios en una escuela privada y se asimile a la población blanca arriesgando así su identidad autóctona y la de su padre aspirando a que ella no renuncie a sus raíces.
Acertadamente la directora ha utilizado extractos de archivos que se conjugan muy bien con la narración de ficción permitiendo así que el clima de tensión creado adquiera completa autenticidad; entre algunas de las tristes escenas se observa a la gente blanca proliferando insultos a los Mohawk mientras que éstos a través de pancartas ruegan que finalice el apartheid canadiense que sufre su comunidad.
La ágil dirección de Deer se complementa con la magnífica actuación de la adolescente Kiawentiio que prácticamente domina el relato con su presencia confiriendo total veracidad a la indígena Beans. Este conmovedor y vibrante film que ha servido de catarsis para la realizadora, constituye un llamado de atención para que quede definitivamente eliminada la discriminación racial a la que ha sido sometida tanto la población autóctona de Oka como la que habita a lo largo del territorio canadiense. Jorge Gutman