Manual de la Fami­lia Perfecta

LE GUI­DE DE LA FAMI­LLE PAR­FAI­TE / THE GUI­DE TO THE PER­FECT FAMILY. Cana­dá, 2021. Un film de Ricar­do Tro­gi. 102 minutos

Repi­tien­do el éxi­to logra­do en 2015 con Le Mira­ge, el dúo inte­gra­do por el direc­tor Ricar­do Tro­gi y el actor y guio­nis­ta Louis Moris­set­te brin­da una come­dia dra­má­ti­ca sobre la edu­ca­ción de los hijos que ade­más de estar muy bien logra­da adquie­re reso­nan­cia más allá de la pro­vin­cia de Que­bec don­de trans­cu­rre la acción.


Émi­lie Bie­rre y Louis Morissette

Mar­tin (Moris­set­te) es un cua­dra­ge­na­rio casa­do con Marie-Soleil (Cathe­ri­ne Cha­bot) y padre de Mathis (Xavier Lebel), un niño de cin­co años; en su hogar tam­bién con­vi­ve Rose (Émi­lie Bie­rre), su hija de 17 años, que es pro­duc­to de su matri­mo­nio pre­ce­den­te con Caro­li­ne (Isa­be­lle Gué­rard) de quien se había divor­cia­do. En prin­ci­pio se asis­te a la ima­gen de una fami­lia ideal don­de Mar­tin man­tie­ne una armo­nio­sa rela­ción con su actual espo­sa, tie­ne un buen tra­ba­jo como eje­cu­ti­vo en una com­pa­ñía en la que aspi­ra a lograr una pro­mo­ción, al pro­pio tiem­po que se encuen­tra muy orgu­llo­so del exce­len­te pun­ta­je que obtie­ne Rose en su últi­mo año de ense­ñan­za media.

Gra­dual­men­te se obser­va que en la edu­ca­ción de sus hijos se asis­te a un doble están­dar. Mien­tras que Marie-Soleil adop­ta una acti­tud con­des­cen­dien­te con Mathis quien se com­por­ta agre­si­va­men­te, Mar­tin dis­ta de pres­tar mayor aten­ción al niño para con­cen­trar­la en Rose don­de aguar­da que ella se dis­tin­ga no solo en sus estu­dios sino tam­bién en las dife­ren­tes acti­vi­da­des extra­cu­rri­cu­la­res. Cla­ro está que esa mis­ma con­duc­ta la asu­me en su tra­ba­jo coti­diano don­de el joven Pie­rre-Luc (Jean-Carl Bou­cher), uno de sus emplea­dos, no está dis­pues­to a reci­bir la pre­sión que le impone.

El dis­pa­ra­dor de la tra­ma, muy bien esbo­za­da por Moris­set­te con la cola­bo­ra­ción de Fra­nçois Avard y Jean-Fra­nçois Léger, se pro­du­ce cuan­do Rose come­te una gra­ve fal­ta en la escue­la por la cual es sus­pen­di­da por el res­to del perío­do esco­lar y sola­men­te se le per­mi­te que rin­da los exá­me­nes fina­les. Ese moti­vo cons­ti­tu­ye un gol­pe muy fuer­te para Mar­tin pro­vo­can­do que la rela­ción con su ado­ra­da hija comien­ce a ser afectada.

La situa­ción expues­ta per­mi­te que se logre una total empa­tía con su pro­ta­go­nis­ta; por un lado resul­ta com­pren­si­ble que Mar­tin, vivien­do en la socie­dad con­tem­po­rá­nea obse­sio­na­da por el éxi­to, desea que Rose triun­fe en todo lo que enca­ra; pero por otra par­te, en su volun­tad de lograr­lo no tie­ne en cuen­ta que su acti­tud de invo­lun­ta­ria sobre­pro­tec­ción pue­de aca­rrear con­se­cuen­cias nega­ti­vas; así, a pesar del con­ti­nuo con­tac­to man­te­ni­do con su hija, él no ha repa­ra­do has­ta qué pun­to Rose se encuen­tra en un esta­do de pro­fun­da depre­sión que tra­ta de com­ba­tir acu­dien­do al empleo indis­cri­mi­na­do de pas­ti­llas antidepresivas.

No obs­tan­te su tras­fon­do dra­má­ti­co el cineas­ta logra ame­ni­zar el rela­to median­te algu­nas diver­ti­das esce­nas sazo­na­das con sabro­sos diá­lo­gos. Evi­tan­do cual­quier men­sa­je mora­li­za­dor Tro­gi no pre­ten­de ofre­cer un manual sobre el com­por­ta­mien­to de la fami­lia ideal sino ilus­trar a tra­vés de la rela­ción filial, las difi­cul­ta­des que con­lle­va el lle­gar a ser un padre perfecto.

Esta his­to­ria adquie­re com­ple­ta auten­ti­ci­dad gra­cias a la diná­mi­ca rea­li­za­ción, su estu­pen­do guión y la exce­len­te pres­ta­ción de sus dos pro­ta­go­nis­tas. Moris­se­te trans­mi­te ple­na­men­te los dife­ren­tes esta­dos emo­cio­na­les de su per­so­na­je inclu­yen­do la ansie­dad, frus­tra­ción, pate­tis­mo y ter­nu­ra así como la fali­bi­li­dad inhe­ren­te de todo ser humano; por su par­te Bie­rre es suma­men­te expre­si­va como la joven que en el com­ple­jo pro­ce­so de tran­si­ción de la ado­les­cen­cia hacia la eta­pa adul­ta de su vida expe­ri­men­ta la angus­tia al no haber satis­fe­cho las espe­ran­zas que su padre aguar­da­ba de ella. En roles de apo­yo ade­más de la par­ti­ci­pa­ción de Gué­rard y de Bou­cher, igual­men­te se dis­tin­guen Gilles Renaud y Ale­xan­dre Goyette.

He aquí un nota­ble film cana­dien­se que deja sufi­cien­te espa­cio para que el públi­co refle­xio­ne sobre su con­te­ni­do. Jor­ge Gutman