Ni un Paso en Falso

NO SUD­DEN MOVE. Esta­dos Uni­dos, 2021. Un film de Ste­ven Soder­bergh. 115 minu­tos. Dis­po­ni­ble en HBO Max

Den­tro del géne­ro poli­cial que el pro­lí­fi­co rea­li­za­dor Ste­ven Soder­berg ha abor­da­do en su fil­mo­gra­fía en varias oca­sio­nes, en No Sud­den Move vuel­ve a ofre­cer­lo en el mar­co de un rela­to de sus­pen­so imbui­do de cier­ta con­no­ta­ción social.

Beni­cio del Toro y Don Cheadle

La acción se ubi­ca a media­dos de la déca­da del 50 en la ciu­dad de Detroit don­de Curt (Don Chead­le), un delin­cuen­te recién sali­do de la cár­cel, se deja ten­tar por una suma de dine­ro acep­tan­do un tra­ba­jo enco­men­da­do por un tal Jones (Bren­dan Fra­ser) que no pare­ce ser tri­go lim­pio. Él esta­rá acom­pa­ña­do por otros dos des­co­no­ci­dos malan­dri­nes — Rus­so (Beni­cio del Toro) y Char­ley (Kie­ran Cul­kin) — quie­nes debe­rán apo­de­rar­se de una impor­tan­te docu­men­ta­ción de Gene­ral Motors. Para ello pre­via­men­te lle­gan a la casa de Matt (David Har­bour), un impor­tan­te eje­cu­ti­vo de la empre­sa auto­mo­triz, don­de a pun­ta de pis­to­la lo toman como rehén jun­to con su mujer (Amy Sei­metz) y sus chi­cos (Noah Jupe y Lucy Holt). Mien­tras Curt y Rus­so se ocu­pan de cui­dar a la fami­lia evi­tan­do cual­quier paso en fal­so, Char­ley se encar­ga de trans­por­tar a Matt en su coche has­ta la ofi­ci­na de su jefe a fin de fran­quear su cofre de segu­ri­dad y apro­piar­se de los docu­men­tos reque­ri­dos. Como era de espe­rar, nada resul­ta como esta­ba pla­nea­do y la situa­ción se com­pli­ca con un ase­si­na­to de por medio y la apa­ri­ción de un ofi­cial poli­cial (Jon Hamm) tra­tan­do de dilu­ci­dar el homicidio.

De ahí en más el guión de Ed Solo­mon recu­rrien­do con­ti­nua­men­te a giros ines­pe­ra­dos gene­ra un rela­to labe­rín­ti­co de con­si­de­ra­ble con­fu­sión que aun­que se acep­te el desa­fío en resol­ver el rom­pe­ca­be­zas plan­tea­do no menos cier­to es que el espec­ta­dor pue­da sen­tir cier­ta frus­tra­ción. En todo caso, más allá de las dobles inten­cio­nes de sus per­so­na­jes tra­du­ci­das en trai­cio­nes y tram­pas a gra­nel, infi­de­li­dad con­yu­gal y el accio­nar de mafio­sos padri­nos al ser­vi­cio de empre­sa­rios corrup­tos, lo que final­men­te se des­ta­ca es el espio­na­je así como el oli­go­po­lio de la indus­tria auto­mo­triz en su inten­to de encu­brir el desa­rro­llo de tec­no­lo­gías reduc­to­ras de polución.

En este inten­to de revi­vir el cine negro, Soder­bergh brin­da un entre­te­ni­mien­to menor aun­que bien rea­li­za­do e impreg­na­do de laten­te ten­sión racial. Ade­más de los acto­res men­cio­na­dos, en el elen­co igual­men­te se des­ta­can en pape­les de apo­yo Ray Liot­ta, Craig muMs Grant y Matt Damon. Cabe remar­car la enco­mia­ble foto­gra­fía del rea­li­za­dor ‑bajo el seu­dó­ni­mo Peter Andrews-quien con su cáma­ra con­tri­bu­ye a ofre­cer algu­nos vibran­tes momen­tos del rela­to. Jor­ge Gutman