SAM. Canadá, 2021. Un film de Yvan England. 95 minutos
Después de haber realizado en 2016 su remarcable ópera prima 1:54, Yan England confirma una vez más su notable madurez con Sam. Si bien este drama psicológico podría ser catalogado dentro del género deportivo, hay algo mucho más importante que alienta el guión del realizador con la colaboración de André Gulluni.
El personaje central es Sam (Antoine Olivier Pilon), un joven deportista de Montreal que ha hecho de la natación su razón de vida. Aspirando a participar en la Olimpiada que tendrá lugar en poco tiempo más, él cuenta con la invalorable ayuda de Judith (Mylène Mackay), su hermana mayor, quien lo entrena a fin de lograr lo que se propone.
Tal como se puede apreciar en los reales juegos olímpicos que en estos momentos se desarrollan en Tokio donde los atletas están sujetos a un considerable estrés físico para lograr el triunfo, el espectador puede apreciar lo que igualmente experimenta Sam; pero para él eso es un inconveniente menor porque lo importante es salir airoso y ganador al competir con sus colegas durante el entrenamiento. En esta primera mitad del film se destaca netamente cómo England consigue generar un clima absolutamente verosímil al describir tanto a Sam como un nadador de gran ambición como asímismo la devoción que Judith le dedica a su hermano durante su adiestramiento.
Sin embargo en su ruta hacia las Olimpíadas, Sam debe afrontar duros encontronazos que trastornan por completo su existencia; uno de ellos es debido a un grave ataque cardíaco que le sobreviene y que a causa del mismo es objeto de un trasplante de corazón que logra salvarlo. Claro está que este joven no puede ocultar su gran desasosiego al recibir de la cardióloga que le asiste (Catherine Sénart), el implacable diagnóstico de que jamás estará en condiciones de participar en una competencia olímpica porque su nuevo corazón que ahora porta no podrá resistir el desafío físico que eso conlleva.
Además del impacto recibido por esta noticia, Sam deberá enfrentar uno aún más intenso debido a un profundo sentimiento de culpa que le embarga por un desgraciado incidente protagonizado que afecta dolorosamente a otros personajes de esta historia.
England ha logrado un drama hondamente emotivo sin desbordar en una falsa sensiblería. Asimismo, como un excelente director de actores ha logrado interpretaciones dignas de elogio. En tal sentido, Pilon adentrándose en cuerpo y alma en el rol principal deslumbra tanto en las escenas de la piscina, demostrando condiciones de excelente nadador, como así también en el resto de su desarrollo transmitiendo vivamente el estado emocional de su personaje; a su lado resulta ponderable la participación de Mackay demostrando la completa solidaridad de una hermana que se siente intensamente conmovida por el sufrimiento de Sam. En papeles de apoyo Stéphane Rousseau es impecable como el profesor de Cegep que ha perdido a su joven hijo, así como en un papel de apoyo Milya Corbeil-Gauvreau destila ternura como una paciente del instituto de cardiología cuyo camino se cruza con el de Sam.
Con este meritorio trabajo, England demuestra ser uno de los más importantes realizadores canadienses de su generación. Jorge Gutman