Die­ci­séis Primaveras

SEI­ZE PRIN­TEMPS. Fran­ce, 2020. Un film de Suzan­ne Lin­don. 74 minutos.

Una de las más agra­da­bles sor­pre­sas de un fes­ti­val es cuan­do se des­cu­bren nue­vos valo­res capa­ces de revi­ta­li­zar la cine­ma­to­gra­fía; eso acon­te­ció en el Fes­ti­val de Toron­to de 2019 en el que Suzan­ne Lin­don, de ape­nas 20 años de edad se reve­ló como una con­su­ma­da direc­to­ra, guio­nis­ta y pro­ta­go­nis­ta de su pri­mer lar­go­me­tra­je Sei­ze Prin­temps.

Suzan­ne Lindon

Lin­don ani­ma a Suzan­ne, una chi­ca de 16 años de natu­ra­le­za tími­da que pro­vie­ne de una fami­lia de cla­se media vivien­do en París. Bien que­ri­da por sus padres (Fré­dé­ric Pie­rrot y Flo­ren­ce Via­la) y por su her­ma­na mayor, no hay nada que en ese ámbi­to pue­da afec­tar­la. Apar­tán­do­se de los clá­si­cos pro­ble­mas que sur­gen duran­te la tran­si­ción ado­les­cen­te, en este caso la novel direc­to­ra moto­ri­za su rela­to enfo­can­do la casual atrac­ción de Suzan­ne hacia Raphaél (Arnaud Valois), un actor de 35 años a quien lle­gó a divi­sar en su camino de la escue­la hacia su hogar. Indu­ci­da por ella, pron­ta­men­te se esta­ble­ce una apro­xi­ma­ción entre ambos don­de sus encuen­tros se pro­du­cen en algu­nos cafés. A tra­vés de ges­tos más que de pala­bras pro­pia­men­te dichas exis­te una comu­ni­ca­ción natu­ral don­de pare­cie­ra no impor­tar la dife­ren­cia de 19 años que media entre ellos. Para Suzan­ne ése es su pri­mer sen­ti­mien­to amo­ro­so que bro­ta de su cuer­po; para él que igual­men­te se ena­mo­ra de la ado­les­cen­te pre­fie­re guar­dar la dis­tan­cia nece­sa­ria res­pe­tán­do­la en todo momen­to y evi­tan­do que la pasión irrum­pa en ese amor platónico.

Con poco diá­lo­go, Lin­don a tra­vés de obser­va­cio­nes pre­ci­sas trans­mi­te elo­cuen­te­men­te la tur­bu­len­cia, con­fu­sión, emo­ción y has­ta cier­to temor de Suzan­ne hacia una per­so­na que aun­que la doble en edad la hace feliz aun­que el víncu­lo román­ti­co no lle­gue a con­su­mar­se. Con un final abier­to, la inte­li­gen­te rea­li­za­do­ra demos­tran­do una inusual madu­rez entre­ga una peque­ña joya, tier­na y poé­ti­ca, capaz de con­for­mar ple­na­men­te al espec­ta­dor. Sien­do Lin­don la hija de dos exce­len­tes acto­res como lo son Vin­cent Lin­don y San­dri­ne Kiber­lain aquí podría apli­car­se el refrán “De tal palo, tal asti­lla”. Jor­ge Gutman