THE LOST LEONARDO. Dinamarca-Francia-Suecia, 2021. Un documental de Andreas Koefoed. 94 minutos
Con los atributos propios de una misteriosa película de ficción, el documental de Andreas Koefoed cautiva desde su inicio hasta la última escena. Varias veces se ha dado la circunstancia de descubrir obras de arte de renombrados autores desaparecidos, sin embargo nada se compara con el tema principal de este film centrado en determinar la autenticidad de un cuadro de Leonardo Da Vinci.

El cuadro perdido
La historia comienza en 2005 cuando Alexander Parish, un amante de la pintura, en un remate realizado en New Orlenas adquiere un cuadro que le resulta atractivo por el monto de 1.175 dólares. Con su asociado financiero Robert Simon, un marchante de arte, deciden contratar los servicios de la renombrada restauradora neoyorkina Dianne Modestini a fin de efectuar su limpieza y restauración.
A medida que ella va realizando su trabajo descubre que la pintura es el Salvator Mundi, una obra de Da Vinci que se daba por pérdida. Para verificar su autenticidad ese cuadro es sometido a una importante variedad de expertos incluyendo curadores de importantes museos como el de la National Gallery de Londres, historiadores, restauradores y marchantes de arte e investigadores periodistas en la materia. La mayoría de los que han sido convocados creen que la pintura efectivamente es autoría de Da Vinci; sin embargo Jerry Saltz, el encumbrado crítico de arte de Nueva York y ganador del Premio Pulitzer, demuestra un total escepticismo considerando que el trabajo es una pobre pintura y que de manera alguna puede ser atribuido a Leonardo. Como en todo caso las opiniones positivas prevalecen aunque no exista prueba absolutamente fehaciente de que así sea, el cuadro se vuelve famoso y es objeto de una exposición importante en 2011 en la National Gallery de Londres. Naturalmente la celebridad de la obra adquiere un astronómico valor comercial siendo adquirida en 2013 por el comerciante suizo Yves Bouvier en 83 millones de dólares para inmediatamente ser revendida con un descomunal aumento a Dimitri Rybolovlev, un ruso millonario coleccionista de arte. Sin embargo el traspaso de dueños no termina allí sino que culmina en 2017 en la histórica subasta realizada por la Casa Christie’s de Nueva York donde alcanza el monto sideral de 400 millones de dólares más 50 millones de comisión por la transacción;
Por lo que antecede, Salvator Mundi se convierte en la obra artística más cara de todos los tiempos; si bien en un principio se mantuvo en reserva el nombre de su comprador finalmente se reveló que fue Mohammed bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudita, a quien se le atribuye el haber instigado el asesinato del periodista opositor Jamal Khashoggi en el consulado en Estambul en octubre de 2018.
Si bien existió en principio un acuerdo para que en 2019 el cuadro fuese exhibido en el Museo del Louvre como uno más de la exposición integral dedicada a Da Vinci en conmemoración de los 5 siglos de su fallecimiento, el príncipe rehusó a prestarlo al serle negado el derecho de que estuviese expuesto justo al lado de la célebre Mona Lisa. A la hora actual no se sabe con certeza dónde se encuentra depositada esta reliquia, si acaso en el lujoso yate del potentado heredero de la corona saudita o bien en algún puerto franco del arte que constituye un paraíso legal y fiscal donde no existe jurisdicción alguna.
El excelente trabajo ofrecido por Koefoed no solo expone de manera absorbente la travesía de este misterioso cuadro que a pesar de su astronómico valor pagado quedan dudas sobre su autenticidad. Lo más importante es que ilustra la parte oscura de los negociadores de arte donde no es la verdadera apreciación del trabajo pictórico lo que cuenta sino la capacidad de reventa de que puede ser objeto y obviamente el rendimiento económico que se obtiene; así metafóricamente en el film se alude a un nido de víboras en el que se encuentran en juego las distintas tácticas y discutibles tretas utilizadas para acumular riqueza que en última instancia genera poder y como bien lo especifica Jerry Saltz “el poder nunca es neutral”. Es ahí donde se pone en evidencia que en ciertas circunstancias quienes están involucrados en este negocio, incluyendo los dueños de subastas artísticas, no están realmente interesados en el arte sino que actúan como codiciosos mercaderes tratando de obtener el máximo beneficio en cada una de las operaciones realizadas. Eso es lo que este documental transmite de manera remarcable dejando lugar para reflexionar cómo la obra de un renombrado artista poco importa que sea verdadera para quedar sujeta a un manipuleo de compra-venta al igual que cualquier otro producto comercial. En suma, este atrapante documental, agraciado por la excelente edición de Nicolás Nørgaard Staffolani, es altamente recomendable. Jorge Gutman