DELICIEUX. Francia-Bélgica, 2021. Un film de Éric Besnard. 112 minutos
Tal como lo anticipa su título, esta comedia de época es sencillamente deliciosa. Ubicándose en la Francia rural en 1789, poco antes de la Revolución Francesa, el director Éric Besnard ofrece un relato culinario con cierta reminiscencia a otros del género como lo fue la recordada película danesa El Festin de Babette (1987) de Gabriel Axel.
En los créditos iniciales se informa que en el siglo 18 la cocina era un privilegio que gozaba la nobleza como medio de lucha contra el enemigo y para demostrar su grandeza. En tanto, las posadas y las postas se encargaban de ofrecer platos simples a los pasajeros de paso, pero en general era raro comer fuera de casa dado que el restaurante todavía no había sido inventado.
En base a lo que antecede, el guión del realizador escrito con Nicolas Boukhrief introduce a Pierre Manceron (Grégory Gadebois) un refinado chef de cocina trabajando para el duque de Chamfort (Benjamin Lavernhe). Cuando en una ocasión especial el duque agasaja con un banquete a sus frívolos amigos aristócratas con exquisitos platos preparados por Manceron, uno de ellos critica los ingredientes utilizados; al sentirse incómodo por la situación, el anfitrión le pide al gastrónomo que se disculpe, pero éste rehúsa hacerlo al haberse sentido humillado y afectado en su amor propio; como consecuencia él es despedido de su cargo.
Junto con su intelectual hijo Benjamin (Lorenzo Lefèbvre), se ubica en su sosiega casa campestre situada en una cercana zona boscosa con la intención de dejar definitivamente su vida culinaria. La situación se altera con la llegada de Louise (Isabelle Carré), una misteriosa mujer, que le solicita ser su aprendiz de cocina; a cambio de enseñarle los gajes del oficio ella le ofrece sus escasos ahorros. Reluctante en principio, Manceron, estimulado por Louise y su hijo retoma su antigua profesión con gran entusiasmo. Después de atravesar algunos contratiempos, entre los mismos el de un inesperado-accidente, con el transcurso de las semanas Pierre junto a Louise, ya convertida en una eximia cocinera, ofrecen deliciosos manjares a los pasajeros que transitan el lugar; demás está decir que Manceron logra de este modo vengarse del repudiable duque, como así mismo Louise, cuya verdadera identidad queda revelada, también tiene sobrados motivos para hacerlo. De este modo surge el primer restaurante gastronómico para que todo el mundo sin distinción de clase social pueda disfrutar de una buena comida; como es bien sabido, a través de los siglos la cocina francesa constituye un elemento distintivo de la identidad del país.
Entre los valores positivos de esta película ‑no exenta de un bienvenido humor y de cierta lograda tensión- se destaca la interpretación del dúo integrado por Gadebois y Carré cautivando por la notable composición de sus personajes y de la química existente entre ambos; igualmente resultan convincentes Lavernhe como el despreciable representante de la realeza y Guillaume de Tonquédec como el jefe del equipo de Chamffort. A ello se agrega la maravillosa y luminosa fotografía de Jean-Marie Dreujou ofreciendo una panorámica pintura visual a través del cambio de las estaciones como asimismo captando la elaboración de los apetitosos manjares. En suma, Besnard ha logrado una fina comedia de alta cocina, muy bien dirigida e imbuida de una fluida narración; así su ágil ritmo que en ningún momento decae permite que el público la pueda disfrutar plenamente a lo largo de su desarrollo. Jorge Gutman