Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (4)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Peti­te Maman (Fran­cia)

Céli­ne Sciam­ma, la rea­li­za­do­ra de Por­trait de la jeu­ne fille en feu que en 2019 fue calu­ro­sa­men­te aco­gi­da en el Fes­ti­val de Can­nes 2019, en su recien­te tra­ba­jo con­si­de­ra el encan­ta­dor mun­do de la infan­cia. Si como el refrán lo seña­la que “lo bre­ve si bueno, dos veces bueno” eso bien pue­de apli­car­se aquí don­de en esca­sos 70 minu­tos la direc­to­ra que es asi­mis­mo auto­ra del guión brin­da con Peti­te Maman entre­ga una exce­len­te película.

Peti­te Maman

En un geriá­tri­co de Fran­cia Nelly (Joséphi­ne Sanz) de 8 años de edad se des­pi­de de los resi­den­tes enfer­mos que allí se encuen­tran don­de en una de las habi­ta­cio­nes se halla su abue­la que aca­ba de morir y a quien no pudo dar­le su adiós como era su deseo. De allí acom­pa­ña a su madre Marion (Nina Meu­ris­se) a la casa de la difun­ta mujer a fin de vaciar los mue­bles y estan­tes don­de su padre (Stépha­ne Varu­pen­ne) las está aguar­dan­do. Angus­tia­da por el dolor, su madre aban­do­na el lugar en tan­to que su mari­do acom­pa­ña­do de su hiji­ta se ocu­pa de con­cluir la tarea de emba­la­je. Duran­te ese lap­so que dura un par de días Nelly cono­ce a Marion (Gabrie­lle Sanz), una niña de su mis­ma edad que está a pun­to de ser ope­ra­da. Entre ambas se for­ja una gran amis­tad don­de una pare­ce ser el espe­jo de la otra al pun­to tal que da la impre­sión de ser her­ma­nas gemelas.

Duran­te el par de días en que se jun­tan, a tra­vés de sus fér­ti­les ima­gi­na­cio­nes las niñi­tas con­vi­ven en un mun­do mági­co rea­li­zan­do dife­ren­tes acti­vi­da­des; así, se dedi­can a armar una cho­za en el bos­que ale­da­ño, simu­lan inter­pre­tar una obra de tea­tro don­de una de ellas asu­me el rol de la peque­ña mami­ta de la otra, como tam­bién demues­tran su habi­li­dad en el arte culi­na­rio coci­nan­do panqueques.

La des­crip­ción que efec­túa Sciam­ma es real­men­te enco­mia­ble. Su rea­lis­ta narra­ción cobra abso­lu­ta auten­ti­ci­dad gra­cias a las excep­cio­na­les inter­pre­ta­cio­nes de las her­ma­ni­tas Joséphi­ne y Gabrie­lle quie­nes prác­ti­ca­men­te lle­van sobre sus hom­bros todo el peso de la pelí­cu­la trans­mi­tien­do una con­mo­ve­do­ra dul­zu­ra. Esta emo­ti­va come­dia dra­má­ti­ca se diri­ge a todo tipo de audien­cia que segu­ra­men­te habrá de apre­ciar­la por su pon­de­ra­ble nivel.

Ven­gean­ce is mine, all others pay cash (Indo­ne­sia-Sin­ga­pur-Ale­ma­nia)

Habien­do obte­ni­do el pre­mio máxi­mo en el fes­ti­val de Locarno, esta pelí­cu­la sin ser excep­cio­nal cons­ti­tu­ye una bue­na mues­tra del cine de Indonesia.

El rea­li­za­dor indo­ne­sio Edwin, con­si­de­ra­do como uno de los más impor­tan­tes del país, ofre­ce un intere­san­tí­si­mo rela­to uti­li­zan­do un tema no fre­cuen­ta­do en el cine como es el de la impo­ten­cia sexual masculina.

Ven­gean­ce is mine, all others pay cash

Basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Eka Kur­nia­wan quien la adap­tó para el cine con la cola­bo­ra­ción del rea­li­za­dor, el rela­to se desa­rro­lla en 1989 en algún lugar no deter­mi­na­do de Indo­ne­sia. El per­so­na­je cen­tral es Ajo (Marthino Lio) quien en el lugar don­de vive los que lo rodean no igno­ran que es impo­ten­te; tra­tan­do de ocul­tar su humi­lla­ción y ver­güen­za demues­tra su viri­li­dad con vio­len­cia al pelear­se con los demás hom­bres que salen a su encuen­tro. A tra­vés de flash­backs se lle­ga a saber que su dis­fun­cio­na­li­dad geni­tal se debe al impac­to trau­má­ti­co expe­ri­men­ta­do en su juven­tud al haber teni­do que con­tem­plar for­za­da­men­te la bru­tal vio­la­ción come­ti­da por dos poli­cías a una mujer.

Su exis­ten­cia adop­ta un giro ines­pe­ra­do cuan­do cono­ce a Iteung,(Ladya Cheryl), una mujer guar­da­es­pal­das que demues­tra poseer sus mis­mas apti­tu­des para la lucha, defen­dién­do­se con sor­pren­den­te tena­ci­dad de aqué­llos que se inter­po­nen en su camino. Aun­que en un prin­ci­pio exis­te entre ambos un rece­lo y des­con­fian­za, muy pron­to sur­ge una mutua atrac­ción que cul­mi­na en un ful­gu­ran­te roman­ce. Con deli­ca­de­za ella tra­ta de.demostrarle a Ajo que la ausen­cia de erec­ción no cons­ti­tu­ye un incon­ve­nien­te para el gran amor que los une. Sin embar­go la pre­sen­cia de Budi (Reza Raha­dian), un ines­cru­pu­lo­so rival que gus­ta de Iteung, cons­ti­tu­ye un serio obs­tácu­lo para que la rela­ción pro­si­ga de mane­ra nor­mal, sobre todo cuan­do ella que­da embarazada.

En esta his­to­ria ple­na de acción y aven­tu­ras com­bi­na­da con roman­ti­cis­mo y sazo­na­da con apre­cia­ble humor, Edwin obtie­ne un film que lan­za una con­tun­den­te crí­ti­ca al machis­mo que con­fun­de la mas­cu­li­ni­dad con la hom­bría de un indi­vi­duo a tra­vés de su efi­ca­cia sexual. Asi­mis­mo, el guión vela­da­men­te alu­de al régi­men dic­ta­to­rial de Suhar­to, el pre­si­den­te de Indo­ne­sia (1967 – 1998) que afec­tó nega­ti­va­men­te a la gene­ra­ción de su época.

Con un buen elen­co a su favor y una remar­ca­ble coreo­gra­fía logra­da en las esce­nas de lucha, este film efi­caz­men­te narra­do por Edwin cons­ti­tu­ye un muy gra­to entretenimiento.

Coma­la (Méxi­co)

En este docu­men­tal el rea­li­za­dor mexi­cano Gian Cas­si­ni cen­tra su aten­ción en su padre El Jimmy que ase­si­na­do en 2010 fue en vida un sica­rio de poca mon­ta ade­más de tra­fi­can­te de dro­gas en Tijuana.

Coma­la

Cas­si­ni fue cria­do por su madre en Mon­te­rrey y prác­ti­ca­men­te vivió sin la pre­sen­cia pater­nal por cuan­to su padre aban­do­nó el hogar cuan­do él era muy peque­ño para ini­ciar una nue­va fami­lia don­de tuvo un hijo y una hija. De allí en más el cineas­ta per­ma­ne­ció dis­tan­cia­do de su pro­ge­ni­tor sal­vo espo­rá­di­cos con­tac­tos man­te­ni­dos a lo lar­go de su existencia.

A mane­ra de un rom­pe­ca­be­zas que es nece­sa­rio ir com­ple­tan­do has­ta que todas las pie­zas logran ade­cuar­se per­fec­ta­men­te, el docu­men­ta­lis­ta pro­ce­de a hacer­lo rea­li­zan­do un via­je que lo lle­va a cier­tos luga­res de Méxi­co, como así tam­bién a Esta­dos Uni­dos. Duran­te ese tra­yec­to, al entrar en con­tac­to con miem­bros de su fami­lia amplia­da, va des­cu­brien­do face­tas y deta­lles que para él eran has­ta ese enton­ces des­co­no­ci­dos. Así se impo­ne que su abue­lo estu­vo invo­lu­cra­do con la CIA en su lucha con la revo­lu­ción de Fidel Cas­tro; asi­mis­mo se ente­ra que su her­ma­nas­tro tam­bién optó por seguir el camino del deli­to y lo más impor­tan­te es cuan­do se impo­ne que la aman­te que su padre tuvo es posee­do­ra de cier­tos secre­tos acer­ca de su asesinato.

En esa bús­que­da rea­li­za­da a fin de obte­ner una com­ple­ta idea sobre la per­so­na­li­dad de El Jimmy, Cas­si­ni resal­ta algu­nos de los aspec­tos que mode­la­ron su con­duc­ta en el que se encuen­tra pre­sen­te el arrai­ga­do machis­mo, la miso­gi­nia y como telón de fon­do la des­afor­tu­na­da gue­rra de las dro­gas gene­ran­do el círcu­lo vicio­so de la vio­len­cia que afec­ta a cier­tas regio­nes del país azteca.

Con sumo cui­da­do de no caer en el fácil sen­sa­cio­na­lis­mo, el rea­li­za­dor logra un sóli­do e intri­gan­te docu­men­tal cuyo títu­lo Coma­la se refie­re a la ciu­dad en don­de trans­cu­rre la nove­la Pedro Pára­mo de Juan Rul­fo sobre un hom­bre en pro­cu­ra de su padre.