TITANE. Francia-Bélgica, 2021. Un film escrito y dirigido por Julia Ducournau. 108 minutos
Con el buen antecedente de haber obtenido la prestigiosa Palma de Oro en Cannes, Titane es un drama difícil de categorizar. Con una audacia inigualable la realizadora francesa Julia Ducournau brinda una delirante fantasía que para poder captar su contenido es necesario ubicarse en la complejidad de la mente cuando un elemento extraño se adhiere al cerebro.
El guión de Ducournau se centra en Alexia (Agathe Rousselle) quien a los 10 años viajando en el coche conducido por su padre fue victima de un accidente en el que quedó gravemente herida y para salvar su vida le fue implantada en su cabeza una placa de titanio. Ya adulta se gana la vida como bailarina sexy en un amplio salón de automóviles y es aplaudida por el público asistente. Dada su pasión por los autos aprovecha la ocasión para zambullirse en el capó de un coche haciendo el amor de manera frenética con el vehículo; eso no la inhibe en mantener relaciones con hombres y mujeres indistintamente donde en el momento del climax sexual se desprende de ellos clavándoles una aguja en sus nucas que les causa la muerte instantánea. A todo ello, los medios de difusión dan cuenta que hay un asesino en serie rondando la región.
Esta salvaje y brutal mujer que se encuentra embarazada, probablemente como consecuencia de su fornicación con el coche, se entera que Vincent Legrand (Vincent Lindon), un jefe de bomberos de la región, quiere tener noticias de su hijo Adrien desaparecido cuando era un niño. Eso motiva a Alexia a cortarse su cabellera, modificar la imagen de su rostro y adoptar la identidad de Adrien. Cuando Vincent sale a su encuentro no puede ocultar su dicha y en un principio todo hace suponer que él cree realmente que se trata de su vástago. Es en la relación que se da entre ambos donde se refleja los traumas y dolores que cada uno ha experimentado en el pasado donde Alexia/Adrien encuentra en Vincent el verdadero afecto que careció en su infancia en tanto que el bombero encuentra en él/ella la forma de superar el duelo de su hijo.
Si bien la historia es ciertamente disparatada la manera de aceptar su irracionalidad es considerando a Alexia como un personaje imaginario que como consecuencia de que su cerebro funciona con un metal adosado eso la impulsa a actuar como una mujer-máquina que encuentra en la violencia ‑incluso aplicada a sí misma — la manera de canalizar lo que su cuerpo le demanda.
En gran medida la solidez de esta fantasía reposa en la actuación de Rousselle quien deslumbra con la energía y magnetismo eléctrico que vuelca en su duro y complejo personaje; su actuación no le hace sombra a la del veterano Lindon ‑premiado en Cannes en La loi du marché (2015)- quien una vez más confirma su gran talento interpretativo dando vida a un personaje emocionalmente inestable.
Es posible que Titane no agrade a todo el mundo por igual, pero los cinéfilos que no rechacen su planteo ni se incomoden por haberlos sacado de su zona de confort apreciarán la audacia de la directora en concebir un desinhibido, alucinante y cautivante relato. Jorge Gutman