La Tris­te Princesa

SPEN­CER. Ale­ma­nia-Chi­le-Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2021. Un film de Pablo Larraín. 111 minutos.

En el ini­cio de Spen­cer hay un car­tel en el que se lee “una fábu­la de una tra­ge­dia real”; cier­ta­men­te lo que se expo­ne con­fir­ma su anti­ci­po y aun­que en este caso no exis­te una muer­te efec­ti­va que la pro­vo­que, el dra­ma vivi­do por Dia­na Fran­ces Spen­cer (1961 – 1997) no es menos trá­gi­co. El rea­li­za­dor chi­leno Pablo Larraín que brin­da­ra dos bue­nas bio­gra­fías con Neru­da (2016) y Jac­kie (2016), aquí inten­ta recrear la sem­blan­za de una prin­ce­sa que habien­do con­quis­ta­do al mun­do sin embar­go no logró igual suer­te con­si­go misma.

Kris­ten Stewart

Valién­do­se del guión de Ste­ven Knight, el rea­li­za­dor enfo­ca tres días en la vida de Dia­na (Kris­ten Ste­wart), duran­te la cele­bra­ción de la fies­ta navi­de­ña en la resi­den­cia real de San­dringham, un año antes de su divor­cio del prín­ci­pe Char­les. Es a tra­vés de esas jor­na­das que epi­só­di­ca­men­te el rela­to narra dife­ren­tes momen­tos de su vida Dia­na con rela­ción al entorno que la rodea. En un prin­ci­pio mane­jan­do su coche alre­de­dor de la cam­pi­ña cer­ca­na a la man­sión, ella hace un alto en un café de paso mani­fes­tan­do que se encuen­tra per­di­da. Cuan­do retor­na a la fas­tuo­sa casa, des­pués de ser obser­va­da por el Mayor Gre­gory (Timothy Spall), que entre sus fun­cio­nes se encar­ga de con­tro­lar sus pasos y evi­tar que ella se apar­te del pro­to­co­lo real, Dia­na se dis­po­ne a arre­glar­se y ves­tir apro­pia­da­men­te para la cena de Noche­bue­na. Su tar­día lle­ga­da es obje­to de una mira­da poco com­pla­cien­te por par­te de su espo­so (Jack Farthing) y de la Rei­na (Ste­lla Gonet).

La prin­ce­sa de Gales ade­más de no ser que­ri­da por la fami­lia real encuen­tra cada vez más difí­cil poder cum­plir con los ritos impues­tos por la reale­za. En con­se­cuen­cia, Todo duran­te este perío­do bre­ve en que no está en su hogar, la angus­tia que sobre­lle­va uni­da al aban­dono y des­co­ne­xión con el medio ambien­te la con­du­cen a inten­si­fi­car su buli­mia como así tam­bién dar rien­da suel­ta a su ima­gi­na­ción; así leyen­do el libro sobre la vida de Ana Bole­na ‑la rei­na con­sor­te de Enri­que VIII– Die­na se iden­ti­fi­ca ple­na­men­te con ella y aun­que sin haber lle­ga­do al cadal­so prác­ti­ca­men­te se con­si­de­ra como una muer­ta en vida.

https://www.youtube.com/watch?v=20BIS4YxP5Q

Larrain efec­túa un buen retra­to psi­co­ló­gi­co de esta mujer logran­do en Ste­wart una muy bue­na carac­te­ri­za­ción de su per­so­na­je; la com­pe­ten­te actriz com­po­ne con com­ple­ta con­vic­ción a la des­di­cha­da y tor­tu­ra­da Dia­na de Gales que úni­ca­men­te es capaz de esbo­zar una son­ri­sa en el encuen­tro con sus que­ri­dos hijos William (Jack Nie­len) y Harry (Sean Harris), como así tam­bién en los momen­tos de inti­mi­dad y cari­ño com­par­ti­dos con Mag­gie (Sally Haw­kins), la encar­ga­da de su ves­tua­rio. Aun­que el elen­co es nume­ro­so, en los roles más impor­tan­tes, ade­más del de Ste­wart se des­ta­can Spall y Haw­kins. En otros rubros es elo­gia­ble el tra­ba­jo de cáma­ra de Clai­re Mathon repro­du­cien­do feha­cien­te­men­te los inte­rio­res y exte­rio­res de la resi­den­cia real como así tam­bién el buen dise­ño de pro­duc­ción de Guy Hen­drix Dyas.

Aun­que es inne­ga­ble la cali­dad de este dra­ma, la obser­va­ción que mere­ce es que en la medi­da que la mayor par­te del rela­to se remi­te a un monó­lo­go inte­rior del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co, la narra­ción se vuel­ve un tan­to repe­ti­ti­va y en cier­tas ins­tan­cias afec­ta su dina­mis­mo. Jor­ge Gutman