RIFKIN’S FESTIVAL. España-Estados Unidos-Italia, 2020. Un film escrito y dirigido por Woody Allen. 91 minutos. Disponible en VOD en diversas plataformas de streaming.
No mucho tiempo atrás, aguardar un trabajo de Woody Allen generaba una considerable expectativa. Más allá de algunos filmes menores aunque nunca desechables, su vasta filmografía registra títulos memorables como Annie Hall, Manhattan, Hanna and her Sisters, Crimes and Misdemeanors, Match Point, Midnight in París y sigue la cuenta. Sin embargo sus últimos trabajos no han sido suficientemente inspirados y eso nuevamente se repite con Rifkin’s Festival, su cuadragésima novena película realizada en 2020 que no se ha estrenado en las salas de cine de Canadá pero que se la puede juzgar en línea. Esta comedia parece haber sido hecha con demasiada rapidez y con cierto desgano dando como resultado un film fácilmente olvidable.
Doce años después de haber dirigido Vicky, Cristina, Barcelona, Allen ha vuelto a España, esta vez al país vasco, como escenario de la historia relatada. Mort Rifkin (Wallace Shawn) ‑alter ego de Allen- es un septuagenario neoyorkino quien se ha desempeñado como profesor de cine y es un apasionado de los directores de la vieja nouvelle vague del cine francés; con su joven y sexi esposa Sue (Gina Gershon) arriba a San Sebastián en ocasión del festival Internacional de cine que allí tiene lugar; con tal motivo, Sue que es relacionista de prensa tiene como propósito entrevistar a Philippe (Louis Garrel), un director bastante snob que tiene como propósito rodar una película en el Medio Oriente. Dado que la mayor parte del tiempo Sue se ausenta, Rifkin sospecha que ella mantiene un affaire con Philippe. De este modo, quedando solo a la vez que frustrado al estar bloqueado en su intento de redactar su primera novela, el hipocondríaco Mort cree percibir un dolor de pecho lo que lo induce a efectuar una consulta a una cardióloga (Elena Ayala), más de 30 años menor que él, quien está infelizmente casada con un insoportable pintor mujeriego (Sergi López). A pesar de que la doctora no encuentra nada serio en su salud, Mort se siente infatuado por ella y es así que con la intención de conquistarla, retorna con nimias excusas a su consulta.
Si bien el libreto concebido por Allen se asemeja más a un primer borrador sujeto a ulteriores modificaciones, hay algunos aspectos destacables. Así es interesante la observación de Rifkin al apreciar que los festivales de cine ya no son como lo eran en el pasado ya que hoy día reina una considerable frivolidad y en donde la presentación de películas constituye una excusa para realizar buenos negocios por parte de sus productores. Asimismo, el gran amor de Allen por el cine motiva a que por intermedio de los sueños de Rifkin inserte secuencias en las que homenajea a grandes maestros del séptimo arte como lo han sido, entre otros, Welles, Truffaut, Buñuel, Fellini y en especial su venerado Ingmar Bergman.
En líneas generales el film es un ligero pasatiempo que ciertamente no aburre y puede divertir en algunas instancias, pero en esencia no llega a impactar. A su favor cabe destacar la buena actuación de su elenco, sobre todo la interpretación de Shawn dando vida al neurótico y obsesivo personaje de Rifkin; asimismo se distingue la impecable fotografía de Vittorio Storaro captando la belleza de San Sebastián. Sin embargo estos factores no alcanzan a compensar la medianía de esta comedia, sobre todo si se tiene en cuenta que viene de la mano de uno de los realizadores más remarcables del cine americano e internacional como lo es Woody Allen. Jorge Gutman