Una Poé­ti­ca Fábula

¿QUÉ VEMOS CUAN­DO MIRA­MOS AL CIE­LO? Geor­gia-Ale­ma­nia, 2021. Un film escri­to, diri­gi­do y mon­ta­do por Ale­xan­dre Kobe­rid­ze. 150 minu­tos. Dis­po­ni­ble en la pla­ta­for­ma de strea­ming MUBI

Aplau­di­da tan­to en la Ber­li­na­le don­de obtu­vo el pre­mio de la crí­ti­ca (Fipres­ci) como en otros fes­ti­va­les inter­na­cio­na­les, el ciné­fi­lo tie­ne opor­tu­ni­dad de juz­gar la remar­ca­ble pelí­cu­la del rea­li­za­dor geor­giano Ale­xan­dre Kobe­rid­ze. Si hubie­ra que ate­ner­se al títu­lo del film podría afir­mar­se que lo que real­men­te se ve en el fir­ma­men­to es una subli­me fan­ta­sía que se dis­tin­gue por la mane­ra en que está narra­da y por adop­tar una for­ma dife­ren­te de abor­dar el cine.

Ani Kar­se­lad­ze

El direc­tor ubi­ca la acción en la vie­ja ciu­dad de Kutai­si, Geor­gia, sin pre­ci­sar el momen­to en que trans­cu­rre, lo que poco impor­ta tenien­do en cuen­ta el rea­lis­mo mági­co de esta his­to­ria. En su minús­cu­la tra­ma, al comen­zar se ve a dos extra­ños que se topan en la calle de mane­ra casual; él es el fut­bo­lis­ta Gior­gi (Gior­gi Ambro­lad­ze) y ella es Lisa (Oli­ko Bar­ba­kad­ze), una estu­dian­te de medi­ci­na que tra­ba­ja en una far­ma­cia. Según infor­ma el narra­dor del rela­to (la voz en off del direc­tor), sur­ge de inme­dia­to una atrac­ción afec­ti­va por la cual los dos deci­den vol­ver a ver­se al día siguien­te en un café local; sin embar­go, eso ya no será posi­ble por­que en el día de la cita, un male­fi­cio pro­du­ci­do moti­va a que ambos muten su aspec­to físi­co per­te­ne­cien­do aho­ra a otros cuer­pos con dife­ren­te per­so­na­li­dad. En con­se­cuen­cia, Gior­gi (Gior­gi Bocho­rish­vli) ya no es más el ave­za­do fut­bo­lis­ta ni tam­po­co Lisa (Ani Kar­se­lad­ze) con­ser­va sus cono­ci­mien­tos sani­ta­rios; no obs­tan­te, el des­tino quie­re que de mane­ra inde­pen­dien­te los dos des­co­no­ci­dos encuen­tren empleo en el café en que debían haber­se reu­ni­do, don­de su pro­pie­ta­rio (Vakh­tang Pan­chu­lid­ze), les ha asig­na­do dife­ren­tes tra­ba­jos. Se deja­rá al espec­ta­dor para que se impon­ga sobre lo que acon­te­ce­rá con estos jóve­nes en su nue­va encarnación.

https://www.youtube.com/watch?v=K7j54T02qck

A par­tir de allí Kobe­rid­ze adop­ta una línea narra­ti­va dife­ren­te con cier­tas esce­nas que remi­ten al cine de otras épo­cas, como a algu­nos clá­si­cos de Cha­plin del cine mudo. Entre algu­nos de los epi­so­dios se encuen­tra un cineas­ta que jun­to a su direc­tor de foto­gra­fía y otro fotó­gra­fo inten­tan fil­mar un docu­men­tal abor­dan­do a varias pare­jas román­ti­cas en dis­tin­tos luga­res de la ciu­dad. Asi­mis­mo, la ciu­dad se apres­ta a pre­sen­ciar un cam­peo­na­to mun­dial de fút­bol que tie­ne lugar en ese momen­to, con su gen­te agru­pa­da en los bares para con­tem­plar su desa­rro­llo; entre los mis­mos se encuen­tra Gior­gi que como apa­sio­na­do del fút­bol es un faná­ti­co de la selec­ción argen­ti­na y sobre todo de Lio­nel Mes­si; asi­mis­mo se ve a dos perri­tos ami­gos dis­pues­tos a seguir las alter­na­ti­vas del even­to depor­ti­vo. En otras secuen­cias se obser­va a chi­cos salien­do de las escue­las así como jugan­do al fút­bol entre ellos.

Más impor­tan­te que la línea argu­men­tal estruc­tu­ra­da en inde­pen­dien­tes viñe­tas es su cau­ti­van­te esti­lo visual refle­jan­do la rela­ja­da vida coti­dia­na de la ciu­dad con sus calles, par­ques, puen­tes, su tumul­tuo­so río y el movi­mien­to de sus habi­tan­tes, den­tro de una atmós­fe­ra de vívi­da lumi­no­si­dad y gra­cia pas­to­ral; en gran medi­da eso es logra­do gra­cias a la exce­len­te foto­gra­fía de Faraz Fesha­ra­ki com­bi­nan­do la fil­ma­ción digi­tal con la de 16 milí­me­tros. Asi­mis­mo corres­pon­de des­ta­car el colla­ge musi­cal de melo­días pro­por­cio­na­das por Gior­gi Kobe­rid­ze (her­mano de Ale­xan­dre), y el mag­ní­fi­co mon­ta­je del cineasta.

En esen­cia, el encan­to, liris­mo y belle­za que ani­da a esta poé­ti­ca fábu­la per­mi­te que las dos horas y media de metra­je no se hagan sen­tir para que la audien­cia la dis­fru­te con ple­ni­tud. Jor­ge Gutman