Mafio­sos en Chicago

THE OUT­FIT. Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film de Graham Moo­re. 106 minutos

Con el ante­ce­den­te de haber obte­ni­do un Oscar por el guión de The Imi­ta­tion Game (2014), Graham Moo­re se ubi­ca por pri­me­ra vez detrás de la cáma­ra en The Out­fit. De ele­gan­te esti­lo el film que bien podría ase­me­jar­se a la adap­ta­ción de una pie­za tea­tral se dis­tin­gue fun­da­men­tal­men­te por su buen elen­co enca­be­za­do por Mark Rylance.

Mark Rylan­ce

El direc­tor abor­da un dra­ma cri­mi­nal cuyo comien­zo aus­pi­cio­so no lle­ga a con­cre­tar­se satis­fac­to­ria­men­te en su reso­lu­ción. La acción trans­cu­rre en un frío día de invierno de 1956 en la ciu­dad de Chica­go. Es allí que Leo­nard (Rylan­ce), un expa­tria­do bri­tá­ni­co que dejó su país des­pués de una tra­ge­dia per­so­nal, entra a su nego­cio de sas­tre­ría don­de se desem­pe­ña como tal. Comen­zan­do su dia­ria tarea va narran­do los gajes del ofi­cio y a decir ver­dad cons­ti­tu­ye una bue­na lec­ción para todos aque­llos intere­sa­dos en ini­ciar la pro­fe­sión de la alta cos­tu­ra. Su clien­te­la está cons­ti­tui­da por clien­tes de buen nivel eco­nó­mi­co, entre ellos Roy Boy­le (Simon Rus­sell Bea­le) quien es el líder de la orga­ni­za­ción mafio­sa The Out­fit. En su tra­ba­jo Leo­nard cuen­ta con la asis­ten­cia de su joven secre­ta­ria Mable (Zoey Deu­tch) quien está sen­ti­men­tal­men­te vin­cu­la­da con Richie (Dylan O’Brien) el hijo de Roy.

Gra­dual­men­te el espec­ta­dor se impo­ne que el local cons­ti­tu­ye asi­mis­mo el antro en el que la ban­da de Roy hace uso del mis­mo como medio de con­tac­to para el des­en­vol­vi­mien­to de sus ope­ra­cio­nes. El con­flic­to dra­má­ti­co se ori­gi­na cuan­do en el local irrum­pen Richie con Fran­cis (Johnny Flynn), el nue­vo aso­cia­do de Roy, don­de en un vio­len­to des­en­cuen­tro Richie es ase­si­na­do por aquél, a la vis­ta del impa­si­ble sas­tre que per­ma­ne­ce mudo para no arries­gar su vida. La situa­ción se agra­va cuan­do poco tiem­po des­pués Roy irrum­pe en la sas­tre­ría en pro­cu­ra de su hijo.

Es una pena que de aquí en más la pro­mi­so­ria tra­ma se enma­ra­ña a tra­vés de giros ines­pe­ra­dos que resul­tan incon­gruen­tes; si bien el pro­pó­si­to de los guio­nis­tas es el de inten­si­fi­car la intri­ga del rela­to, lo impor­tan­te es que su reso­lu­ción adquie­ra cohe­ren­cia, aspec­to que en este caso no se con­cre­ta; así, con el cam­bio de tono el guión intro­du­ce men­ti­ras y secre­tos ocul­tos que dis­tan de resul­tar con­vin­cen­tes. De todos modos, en su mayor par­te el film con­cen­tra la aten­ción, en gran par­te debi­do a la mag­ní­fi­ca pres­ta­ción de Rylan­ce como el fle­má­ti­co y taci­turno inglés capaz de man­te­ner la mode­ra­ción y con­trol de la situa­ción a medi­da que los acon­te­ci­mien­tos se van pre­ci­pi­tan­do peli­gro­sa­men­te. El res­to del elen­co se desem­pe­ña com­pe­ten­te­men­te, sobre todo Bea­le quien en un papel de apo­yo ple­na­men­te per­sua­de ani­man­do al patriar­ca del cri­men organizado.

No obs­tan­te que la acción se desa­rro­lla exclu­si­va­men­te en las tres habi­ta­cio­nes del nego­cio, su limi­ta­do espa­cio no gene­ra claus­tro­fo­bia algu­na, gra­cias a la bue­na foto­gra­fía de Dick Pop y al ágil mon­ta­je de William Goldenberg.

En resu­men, que­da como resul­ta­do una acep­ta­ble mues­tra de cine negro que no obs­tan­te las obser­va­cio­nes efec­tua­das a su guión des­ta­ca a Moo­re como un pro­mi­so­rio rea­li­za­dor. Jor­ge Gutman