He aquí el comentario de tres documentales programados en el Festival de Cine Documental que comenzó ayer y que se encuentran disponibles en línea hasta el 8 de mayo en hotdocs.ca
Split at the Root (Estados Unidos)
Aunque filmado antes de los infernales acontecimientos que tienen lugar en la invadida Ucrania donde integrantes de familias han sido forzados a separarse, este documental aborda una temática semejante; la diferencia estriba en que en este caso la separación no se debe a una guerra sino a la situación imperante en la frontera de Estados Unidos y México.
La directora Linda Goldstein Knowlton inspirada en la lucha infatigable de familias inmigrantes que provenientes de México buscan refugio en Estados Unidos, centra su atención en dos madres centroamericanas y en el desempeño de una institución de Estados Unidos defendiendo la reunificación de niños apartados de sus familiares.
La historia comienza en 2018 cuando la activista neoyorkina Julie Schwietert Collazo se impone del caso de Yeni González, una humilde mujer guatemalteca que habiendo escapado de su país y encontrándose ilegalmente en Arizona requiere que alguien pague una fianza y le permitan trasladarse a Nueva York para reunirse con sus hijos. Eso impulsa a Collazo a movilizar a un equipo de mujeres americanas para solucionar el problema; así nace “Immigrant Families Together” (IFT), una organización sin fines de lucro que lucha denodadamente para que la política inmigratoria del gobierno de Trump de tolerancia cero no prosiga causando el enorme daño emocional de madres apartadas de sus retoños.
El documental se sustenta en las entrevistas efectuadas por la documentalista a integrantes de dicha institución, en los comentarios de Yeni González explicando su situación y especialmente en las manifestaciones vertidas por Rosayra Pablo Cruz, conocida como Rosy. Esta madre de Guatemala que también decidió huir de su país dejando allí a sus dos hijas mujeres para llegar a la frontera americana acompañada de Yordi su hijo mayor y Fernando, el menor, es detenida por 81 días estando privada de verlos durante ese lapso.
A la fecha de realizarse el documental quedaba aún pendiente el pedido de asilo de Yeni y sus niños, en tanto que en el caso de Rosy la situación se ha visto solucionada en 2020 con la decisión judicial de otorgarle asilo en tanto que Yordi y Fernando tienen visas para permanecer (special juvenil status visas) en Estados Unidos. Con su liberación Rosy se graduó en el programa de entrenamiento National Domestic Workers Alliance y ahora enseña a otras mujeres en procura de asilo acerca de sus derechos como trabajadoras; su gran pena es que ya hace más de 3 años que no ha podido reunirse con sus hijas quienes siguen permaneciendo en Guatemala.
Filmado con gran agilidad Goldstein Knowlton permite que su trabajo refleje la poca comprensión de los jueces americanos encargados de otorgar asilo sobre la situación de violencia y criminalidad imperante en Guatemala, El Salvador e incluso Honduras donde la gente se ve impulsada a escapar para salvar sus vidas.
En los créditos finales se lee que el problema expuesto aún dista en ser resuelto. En febrero de 2022 la administración Biden se comprometió a reunir a las familias como parte de la Fuerza de Trabajo de Reunificación; no obstante todavía hay 2127 niños que aún no disponen de un registro confirmado de reunificación.
Nelly & Nadine (Suecia-Bélgica-Noruega)
La Segunda Guerra Mundial ha deparado numerosas historias dramáticas que han sido consideradas por el cine. En esta ocasión el excelente documentalista sueco Magnus Gertten depara un relato resaltando el espíritu humano de supervivencia reflejado en el apasionado amor entre dos prisioneras.
Apelando a imágenes de archivo, en la escena inicial la cámara del realizador enfoca la llegada de sobrevivientes del conflicto bélico al puerto sueco de Malmo en abril de 1945; entre las mujeres y niños sonrientes se destaca una de ellas cuyo nombre es Nadine Hwang
Inmediatamente el relato apunta a Sylvie quien a la muerte de su madre recibe un cofre conteniendo un paquete con inmenso material referido al vínculo mantenido entre su abuela Nelly Mousset-Vosy y Nadine.
En la medida que esta chica va explorando esa caja con fotos, cartas, videos, libros y notas escritas en diarios personales, gradualmente se impone sobre las historias de ambas damas. Nelly fue una excelente mezzo soprano de la ópera belga a la vez que integrante del movimiento de resistencia de Francia, razón por la cual ha sido capturada como espía en París en 1943. Por su parte la intelectual Nadine, hija de un diplomático chino, durante su estancia en la capital de Francia estaba vinculada con el organismo “Académie des femmes” en donde ella ayudó a escapar a gente hacia España a través de los Pirineos. Separadamente, al ser detenidas fueron destinadas al campo de concentración de Ravensbruck.
El mágico encuentro se produce cuando en la víspera de Navidad de 1944 Nelly deleita a una pequeña audiencia con cánticos navideños. En ese momento una voz que asoma en la oscuridad le solicita que entone Un bel di vedremo, el bello aria de Madame Butterfly de Puccini. De allí en más, ambas saben que han nacido una para la otra y es así que viven ese profundo amor rodeadas de las condiciones más inconfortables posibles. Esa unión perdurará hasta que en febrero de 1945 Nelly es enviada al campo de Mauthausen, la antesala del infierno. Sin embargo, el destino habrá de sonreírles cuando ambas sobrevivientes se reencuentran en 1947 decidiendo vivir juntas y desplazarse a Venezuela.
A través del relato del venezolano José Rafael Lovera, un amigo cercano de Nelly y Nadine, surgen evidencias de la vida social que ellas mantuvieron en Caracas y del inmenso amor que las dos irradiaban. Dos décadas después retornan a Bruselas, cuando una grave enfermedad aqueja a Nadine donde allí perece en 1972.
Es así como este romántico idilio constituye la gran revelación para Sylvie y su hermana Anne Bianchi y aunque Sylvie visitó a su abuela en Venezuela cuando tenía 4 años de edad, ella estaba lejos de imaginar sobre la relación de Nelly con Nadine.
El encuadre del director es estupendo donde cada fotograma se asemeja a un cuadro pictórico. Las fotos de archivo son magistrales donde quedan constatadas las que tanto Nadine como Nelly tomaron con sus respectivas cámaras para fotografiarse entre ellas. Lo más sublime que deja este entrañable documental es comprobar cómo en las circunstancias más dramáticas puede florecer un amor tan sublime como el expuesto en este emotivo documental.
I Didn’t See you There (Estados Unidos)
El elemento distintivo de este documental es que ha sido dirigido por Reid Davenport, un realizador discapacitado que ya había filmado varios cortos sobre personas que padecen de lesiones físicas, aunque en esta oportunidad dirige su primer largometraje.
Viviendo en Oakland, California, a través de su departamento Davenport vislumbra la carpa de un circo y esa visión lo inspira a reflexionar sobre algunos de los números que se presentan en los “freak shows” animados por personas con severas anomalías físicas que aparecen ante el público como si fueran “monstruos”. Pero dejando de lado esa conjetura, Davenport se limita a filmarse a sí mismo sin dejarse ver físicamente, exponiendo sus intentos de vencer los obstáculos cuando circula por las calles, recibiendo ayuda para el cruce peatonal, viajando con su silla de ruedas en transporte público, o bien visitando un museo.
Aunque nutrido de buenas intenciones el resultado del documental no alcanza a satisfacer. En primer lugar nada se sabe sobre Davenport, en qué consiste su afección, cuándo la ha adquirido, cómo transcurre su diario vivir y si acaso hay alguien que se ocupa de él para asistirlo; sólo atina a confesar que vive en un “purgatorio ético” y que reside en Oakland porque ese lugar le ofrece amplia libertad de movimiento. La única nota destacable es cuando trasladándose en avión a la costa este donde vive su madre y otros miembros de la familia, mantiene una breve conversación con su progenitora en la que le dice que ha sido politizado en su carrera y que espera que este documental sea su film más personal.
Habida cuenta de tiempos muertos, I Didn’t See you There es demasiado esquemático sin que las palabras vertidas por Davenport lleguen a alcanzar la resonancia debida para atraer mayor atención. Jorge Gutman