HOT DOCS 2022 (Pri­me­ra Parte)

He aquí el comen­ta­rio de tres docu­men­ta­les pro­gra­ma­dos en el Fes­ti­val de Cine Docu­men­tal que comen­zó ayer y que se encuen­tran dis­po­ni­bles en línea has­ta el 8 de mayo en  hotdocs.ca

Split at the Root (Esta­dos Unidos)

Aun­que fil­ma­do antes de los infer­na­les acon­te­ci­mien­tos que tie­nen lugar en la inva­di­da Ucra­nia don­de inte­gran­tes de fami­lias han sido for­za­dos a sepa­rar­se, este docu­men­tal abor­da una temá­ti­ca seme­jan­te; la dife­ren­cia estri­ba en que en este caso la sepa­ra­ción no se debe a una gue­rra sino a la situa­ción impe­ran­te en la fron­te­ra de Esta­dos Uni­dos y México.

SPLIT AT THE ROOT

La direc­to­ra Lin­da Golds­tein Knowl­ton ins­pi­ra­da en la lucha infa­ti­ga­ble de fami­lias inmi­gran­tes que pro­ve­nien­tes de Méxi­co bus­can refu­gio en Esta­dos Uni­dos, cen­tra su aten­ción en dos madres cen­tro­ame­ri­ca­nas y en el desem­pe­ño de una ins­ti­tu­ción de Esta­dos Uni­dos defen­dien­do la reuni­fi­ca­ción de niños apar­ta­dos de sus familiares.

La his­to­ria comien­za en 2018 cuan­do la acti­vis­ta neo­yor­ki­na Julie Sch­wie­tert Colla­zo se impo­ne del caso de Yeni Gon­zá­lez, una humil­de mujer gua­te­mal­te­ca que habien­do esca­pa­do de su país y encon­trán­do­se ile­gal­men­te en Ari­zo­na requie­re que alguien pague una fian­za y le per­mi­tan tras­la­dar­se a Nue­va York para reu­nir­se con sus hijos. Eso impul­sa a Colla­zo a movi­li­zar a un equi­po de muje­res ame­ri­ca­nas para solu­cio­nar el pro­ble­ma; así nace “Immi­grant Fami­lies Together” (IFT), una orga­ni­za­ción sin fines de lucro que lucha deno­da­da­men­te para que la polí­ti­ca inmi­gra­to­ria del gobierno de Trump de tole­ran­cia cero no pro­si­ga cau­san­do el enor­me daño emo­cio­nal de madres apar­ta­das de sus retoños.

El docu­men­tal se sus­ten­ta en las entre­vis­tas efec­tua­das por la docu­men­ta­lis­ta a inte­gran­tes de dicha ins­ti­tu­ción, en los comen­ta­rios de Yeni Gon­zá­lez expli­can­do su situa­ción y espe­cial­men­te en las mani­fes­ta­cio­nes ver­ti­das por Rosay­ra Pablo Cruz, cono­ci­da como Rosy. Esta madre de Gua­te­ma­la que tam­bién deci­dió huir de su país dejan­do allí a sus dos hijas muje­res para lle­gar a la fron­te­ra ame­ri­ca­na acom­pa­ña­da de Yor­di su hijo mayor y Fer­nan­do, el menor, es dete­ni­da por 81 días estan­do pri­va­da de ver­los duran­te ese lapso.

A la fecha de rea­li­zar­se el docu­men­tal que­da­ba aún pen­dien­te el pedi­do de asi­lo de Yeni y sus niños, en tan­to que en el caso de Rosy la situa­ción se ha vis­to solu­cio­na­da en 2020 con la deci­sión judi­cial de otor­gar­le asi­lo en tan­to que Yor­di y Fer­nan­do tie­nen visas para per­ma­ne­cer (spe­cial juve­nil sta­tus visas) en Esta­dos Uni­dos. Con su libe­ra­ción Rosy se gra­duó en el pro­gra­ma de entre­na­mien­to Natio­nal Domes­tic Wor­kers Allian­ce y aho­ra ense­ña a otras muje­res en pro­cu­ra de asi­lo acer­ca de sus dere­chos como tra­ba­ja­do­ras; su gran pena es que ya hace más de 3 años que no ha podi­do reu­nir­se con sus hijas quie­nes siguen per­ma­ne­cien­do en Guatemala.

Fil­ma­do con gran agi­li­dad Golds­tein Knowl­ton per­mi­te que su tra­ba­jo refle­je la poca com­pren­sión de los jue­ces ame­ri­ca­nos encar­ga­dos de otor­gar asi­lo sobre la situa­ción de vio­len­cia y cri­mi­na­li­dad impe­ran­te en Gua­te­ma­la, El Sal­va­dor e inclu­so Hon­du­ras don­de la gen­te se ve impul­sa­da a esca­par para sal­var sus vidas.

En los cré­di­tos fina­les se lee que el pro­ble­ma expues­to aún dis­ta en ser resuel­to. En febre­ro de 2022 la admi­nis­tra­ción Biden se com­pro­me­tió a reu­nir a las fami­lias como par­te de la Fuer­za de Tra­ba­jo de Reuni­fi­ca­ción; no obs­tan­te toda­vía hay 2127 niños que aún no dis­po­nen de un regis­tro con­fir­ma­do de reunificación.

Nelly & Nadi­ne (Sue­cia-Bél­gi­ca-Norue­ga)

La Segun­da Gue­rra Mun­dial ha depa­ra­do nume­ro­sas his­to­rias dra­má­ti­cas que han sido con­si­de­ra­das por el cine. En esta oca­sión el exce­len­te docu­men­ta­lis­ta sue­co Mag­nus Gert­ten depa­ra un rela­to resal­tan­do el espí­ri­tu humano de super­vi­ven­cia refle­ja­do en el apa­sio­na­do amor entre dos prisioneras.

Ape­lan­do a imá­ge­nes de archi­vo, en la esce­na ini­cial la cáma­ra del rea­li­za­dor enfo­ca la lle­ga­da de sobre­vi­vien­tes del con­flic­to béli­co al puer­to sue­co de Mal­mo en abril de 1945; entre las muje­res y niños son­rien­tes se des­ta­ca una de ellas cuyo nom­bre es Nadi­ne Hwang

Inme­dia­ta­men­te el rela­to apun­ta a Syl­vie quien a la muer­te de su madre reci­be un cofre con­te­nien­do un paque­te con inmen­so mate­rial refe­ri­do al víncu­lo man­te­ni­do entre su abue­la Nelly Mous­set-Vosy y Nadine.

En la medi­da que esta chi­ca va explo­ran­do esa caja con fotos, car­tas, videos, libros y notas escri­tas en dia­rios per­so­na­les, gra­dual­men­te se impo­ne sobre las his­to­rias de ambas damas. Nelly fue una exce­len­te mez­zo soprano de la ópe­ra bel­ga a la vez que inte­gran­te del movi­mien­to de resis­ten­cia de Fran­cia, razón por la cual ha sido cap­tu­ra­da como espía en París en 1943. Por su par­te la inte­lec­tual Nadi­ne, hija de un diplo­má­ti­co chino, duran­te su estan­cia en la capi­tal de Fran­cia esta­ba vin­cu­la­da con el orga­nis­mo “Aca­dé­mie des fem­mes” en don­de ella ayu­dó a esca­par a gen­te hacia Espa­ña a tra­vés de los Piri­neos. Sepa­ra­da­men­te, al ser dete­ni­das fue­ron des­ti­na­das al cam­po de con­cen­tra­ción de Ravensbruck.

El mági­co encuen­tro se pro­du­ce cuan­do en la vís­pe­ra de Navi­dad de 1944 Nelly delei­ta a una peque­ña audien­cia con cán­ti­cos navi­de­ños. En ese momen­to una voz que aso­ma en la oscu­ri­dad le soli­ci­ta que ento­ne Un bel di vedre­mo, el bello aria de Mada­me But­terfly de Puc­ci­ni. De allí en más, ambas saben que han naci­do una para la otra y es así que viven ese pro­fun­do amor rodea­das de las con­di­cio­nes más incon­for­ta­bles posi­bles. Esa unión per­du­ra­rá has­ta que en febre­ro de 1945 Nelly es envia­da al cam­po de Mauthau­sen, la ante­sa­la del infierno. Sin embar­go, el des­tino habrá de son­reír­les cuan­do ambas sobre­vi­vien­tes se reen­cuen­tran en 1947 deci­dien­do vivir jun­tas y des­pla­zar­se a Venezuela.

A tra­vés del rela­to del vene­zo­lano José Rafael Love­ra, un ami­go cer­cano de Nelly y Nadi­ne, sur­gen evi­den­cias de la vida social que ellas man­tu­vie­ron en Cara­cas y del inmen­so amor que las dos irra­dia­ban. Dos déca­das des­pués retor­nan a Bru­se­las, cuan­do una gra­ve enfer­me­dad aque­ja a Nadi­ne don­de allí pere­ce en 1972.

Es así como este román­ti­co idi­lio cons­ti­tu­ye la gran reve­la­ción para Syl­vie y su her­ma­na Anne Bian­chi y aun­que Syl­vie visi­tó a su abue­la en Vene­zue­la cuan­do tenía 4 años de edad, ella esta­ba lejos de ima­gi­nar sobre la rela­ción de Nelly con Nadine.

El encua­dre del direc­tor es estu­pen­do don­de cada foto­gra­ma se ase­me­ja a un cua­dro pic­tó­ri­co. Las fotos de archi­vo son magis­tra­les don­de que­dan cons­ta­ta­das las que tan­to Nadi­ne como Nelly toma­ron con sus res­pec­ti­vas cáma­ras para foto­gra­fiar­se entre ellas. Lo más subli­me que deja este entra­ña­ble docu­men­tal es com­pro­bar cómo en las cir­cuns­tan­cias más dra­má­ti­cas pue­de flo­re­cer un amor tan subli­me como el expues­to en este emo­ti­vo documental.

I Did­n’t See you The­re (Esta­dos Unidos)

El ele­men­to dis­tin­ti­vo de este docu­men­tal es que ha sido diri­gi­do por Reid Daven­port, un rea­li­za­dor dis­ca­pa­ci­ta­do que ya había fil­ma­do varios cor­tos sobre per­so­nas que pade­cen de lesio­nes físi­cas, aun­que en esta opor­tu­ni­dad diri­ge su pri­mer largometraje.

I DID­N’T SEE YOU THERE

Vivien­do en Oakland, Cali­for­nia, a tra­vés de su depar­ta­men­to Daven­port vis­lum­bra la car­pa de un cir­co y esa visión lo ins­pi­ra a refle­xio­nar sobre algu­nos de los núme­ros que se pre­sen­tan en los “freak shows” ani­ma­dos por per­so­nas con seve­ras ano­ma­lías físi­cas que apa­re­cen ante el públi­co como si fue­ran “mons­truos”. Pero dejan­do de lado esa con­je­tu­ra, Daven­port se limi­ta a fil­mar­se a sí mis­mo sin dejar­se ver físi­ca­men­te, expo­nien­do sus inten­tos de ven­cer los obs­tácu­los cuan­do cir­cu­la por las calles, reci­bien­do ayu­da para el cru­ce pea­to­nal, via­jan­do con su silla de rue­das en trans­por­te públi­co, o bien visi­tan­do un museo.

Aun­que nutri­do de bue­nas inten­cio­nes el resul­ta­do del docu­men­tal no alcan­za a satis­fa­cer. En pri­mer lugar nada se sabe sobre Daven­port, en qué con­sis­te su afec­ción, cuán­do la ha adqui­ri­do, cómo trans­cu­rre su dia­rio vivir y si aca­so hay alguien que se ocu­pa de él para asis­tir­lo; sólo ati­na a con­fe­sar que vive en un “pur­ga­to­rio éti­co” y que resi­de en Oakland por­que ese lugar le ofre­ce amplia liber­tad de movi­mien­to. La úni­ca nota des­ta­ca­ble es cuan­do tras­la­dán­do­se en avión a la cos­ta este don­de vive su madre y otros miem­bros de la fami­lia, man­tie­ne una bre­ve con­ver­sa­ción con su pro­ge­ni­to­ra en la que le dice que ha sido poli­ti­za­do en su carre­ra y que espe­ra que este docu­men­tal sea su film más personal.

Habi­da cuen­ta de tiem­pos muer­tos, I Did­n’t See you The­re es dema­sia­do esque­má­ti­co sin que las pala­bras ver­ti­das por Daven­port lle­guen a alcan­zar la reso­nan­cia debi­da para atraer mayor aten­ción. Jor­ge Gutman