Cho­co­la­te para la Paz

PEA­CE BY CHO­CO­LA­TE. Cana­da, 2021. Un film de Jonathan Keij­ser. 96 minutos

Una huma­na his­to­ria basa­da en acon­te­ci­mien­tos reales es lo que se apre­cia en el lar­go­me­tra­je Pea­ce by Cho­co­la­te, ópe­ra pri­ma del direc­tor Jonathan Keijser.

Vivien­do en este momen­to los dolo­ro­sos momen­tos que sufre el pue­blo ucra­niano por la inva­sión rusa, no resul­ta difí­cil com­pren­der lo que muchas fami­lias de Siria han expe­ri­men­ta­do por los gra­ves con­flic­tos que azo­tan al país y por el que bus­ca­ron refu­gio en otros sitios del mun­do. Entre ellos se encuen­tra la fami­lia del joven Tarek (Ayham Abou Ammar) que des­pués de haber sido bom­bar­dea­da la fábri­ca de cho­co­la­te de su padre Isam Hadhad (Hatem Ali), tra­ta­rá de encon­trar jun­to con los suyos una nue­va vida en Canadá.

El elen­co que inter­pre­ta a la fami­lia Hadhad

Con el aus­pi­cio de una fami­lia cana­dien­se de Nova Sco­tia, el pri­me­ro en lle­gar en 2016 como refu­gia­do es el joven Tarek quien es reci­bi­do con gran afec­to por Frank (Mark Cama­cho) y su mujer en el aero­puer­to de Hali­fax e inme­dia­to tras­la­da­do a Anti­go­nish, peque­ño pue­blo de Nova Sco­tia. Domi­nan­do el idio­ma inglés, el úni­co con­tras­te para el recién lle­ga­do es el inver­nal frío que lo aco­ge al que no está ambien­ta­do. Pron­ta­men­te sus padres Issam (Hatem Ali) y Shah­naz (Yara Sabri) obtie­nen la visa per­ti­nen­te unién­do­se a él; aco­gién­do­se a la ini­cia­ti­va del gobierno cana­dien­se de aco­mo­dar a los refu­gia­dos aus­pi­cia­dos, la fami­lia per­ci­bi­rá 2000 dóla­res men­sua­les por el perío­do de un año para pos­te­rior­men­te man­te­ner­se por sí mis­ma. Mien­tras tan­to la hija Alaa (Naj­laa Al Kham­ri) que resi­de en Siria sufre la pér­di­da de su espo­so en la gue­rra, que­dan­do a solas con su hiji­ta y si bien su soli­ci­tud de visa en prin­ci­pio es dene­ga­da por Cana­dá final­men­te logra obte­ner­la per­mi­tien­do así que toda la fami­lia que­de inte­gra­da en Antigonish.

Sin nece­si­dad de aden­trar­se en mayor deta­lle, lo cier­to es que con la ayu­da mone­ta­ria de un prés­ta­mo de 12 mil dóla­res sin inte­rés alguno, Issam aun­que igno­ra el idio­ma inglés vuel­ca su cono­ci­mien­to de exi­mio cho­co­la­te­ro para que uti­li­zan­do una humil­de ins­ta­la­ción físi­ca como lugar de tra­ba­jo logre pro­du­cir dis­tin­tos man­ja­res de cho­co­la­te que los clien­tes loca­les sabo­rean deliciosamente.

Sien­do Issam alta­men­te depen­dien­te de su hijo para la tarea que rea­li­za, aquí se gene­ra el con­flic­to entre ambos en la medi­da que la mayor aspi­ra­ción de Tarek es la de pro­se­guir sus estu­dios uni­ver­si­ta­rios de medi­ci­na comen­za­dos en Siria; eso impli­ca­ría dejar de tra­ba­jar con su padre, pero final­men­te el joven resig­na­rá su voca­ción médi­ca para seguir cola­bo­ran­do con él. En con­se­cuen­cia, con el apo­yo de la comu­ni­dad de Anti­go­nish y de la gen­te de Nova Sco­tia, los Hadhad logran que el sue­ño de recons­ti­tuir la com­pa­ñía de cho­co­la­te de Siria se con­vier­ta en reali­dad, sien­do bau­ti­za­da con el nom­bre de Pea­ce by Cho­co­la­te, como emble­ma de paz en el mundo.

A tra­vés del tema cen­tral, es des­ta­ca­ble la habi­li­dad narra­ti­va del novel rea­li­za­dor en refle­jar varios de los aspec­tos que sub­ya­cen en el film. En pri­mer lugar que­da expues­ta el esfuer­zo de los refu­gia­dos de tener que aco­mo­dar­se a nue­vas con­di­cio­nes de vida. Eso se apre­cia en Issam y Shah­naz tra­tan­do de ajus­tar­se a una cul­tu­ra dife­ren­te, sobre todo cuan­do el idio­ma, las cos­tum­bres y el cli­ma ambien­tal son deci­di­da­men­te dis­tin­tas a las del país de ori­gen; a mane­ra de ejem­plo, que­da cla­ra­men­te expues­to cómo la auto­ri­dad pater­nal que Issam quie­re impo­ner a su hijo adul­to siguien­do la tra­di­ción siria de nin­gún modo cua­ja en la cul­tu­ra canadiense.

Dicho lo que pre­ce­de, este cáli­do film mag­ní­fi­ca­men­te rea­li­za­do y muy bien inter­pre­ta­do per­mi­te que la audien­cia empa­ti­ce fácil­men­te con los pro­ta­go­nis­tas de esta his­to­ria real. La pelí­cu­la está dedi­ca­da a Hatem Ali, el remar­ca­ble actor falle­ci­do en 2020.

En los cré­di­tos fina­les se lee que des­de el arri­bo de Tareq, el pue­blo de Anti­go­nish reci­bió a más de 100 sirios en tan­to que la fami­lia Hadhad se sien­te orgu­llo­sa de con­si­de­rar a esta loca­li­dad su ver­da­de­ro hogar en don­de ha sido posi­ble que el esfuer­zo con­jun­to de Tarek y su padre logra­ra que Pea­ce by Cho­co­la­te sea una de las fábri­cas de cho­co­la­te más impor­tan­tes de Cana­dá. Ade­más de sus tareas en la empre­sa fami­liar Tarek es un ávi­do ora­dor públi­co abo­gan­do por la paz en sus dis­cur­sos pro­nun­cia­dos en diver­sas ins­ti­tu­cio­nes. Jor­ge Gutman