GAGARINE. Francia, 2020. Un film de Fanny Liatard y Jérémy Trouilh. 97 minutos
En su primer largometraje los directores Fanny Liatard y Jérémy Trouilh ofrecen una singular historia real entremezclada con la fantasía generada por su principal personaje. De allí que el espectador deberá dejar en parte su raciocinio a fin de disfrutar plenamente del film.
La acción se desarrolla en Gagarine, uno de los suburbios de París en el que a través de material de archivo se puede ver a Yuri Gagarine, el primer astronauta del espacio, visitando en 1963 esa zona conformada por inmensos bloques de 10 edificios con 370 unidades habitacionales construidas en Ivry-sur-Seine. A la hora de la verdad ese sitio que tantas esperanzas había albergado para su revitalización se convirtió con el paso de los años en un lugar marginal e insalubre, lo que condujo a que los servicios municipales dispusieran su demolición que finalmente se concretó en agosto de 2019. En consecuencia, el relato basado en el guión de los realizadores y Benjamin Charbit se centra en enfocar la vida de sus habitantes en los últimos días antes de ser evacuados y realojados en otros sitios.
Entre sus residentes se encuentra Youri (Alséni Bathily), un inteligente adolescente de 16 años deseoso de ser astronauta que pertenece a una humilde familia de inmigrantes. Habiendo transcurrido toda su vida en uno de los edificios, al imponerse que pronto serán derrumbados se embarca en una misión de rescate con sus amigos Houssam (Jamil McCraven) y Diana (Lyna Khoudri), una chica gitana.
Cuando el equipo que tiene a su cargo el derribamiento está preparado para iniciarlo, Youri queda solo en uno de los departamentos evacuados y es ahí que el relato adquiere un carácter surrealista a partir del momento en que él, obsesionado con los vuelos espaciales, da rienda suelta a su imaginación recreando el lugar en una mini nave espacial con un invernadero en su interior. De este modo con acertado criterio los directores logran que la segunda mitad del relato adquiera un tono de realismo mágico, realzado visualmente por la lograda fotografía de Victor Seguin y el eficaz diseño de producción de Marion Burger.
Dentro del marco central del relato, los noveles realizadores reflejan la realidad social de inmigrantes que no han podido escapar del nivel de pobreza, la solidaridad prevaleciente en la comunidad vecinal como asimismo exaltando el valor de la amistad. Con un satisfactorio elenco, destacándose Bathily en su promisorio debut, Liatard y Trouilh ofrecen una gratísima película nutrida de humano contenido. Jorge Gutman