LA IRA DE DIOS. Argentina, 2022. Un film de Sebastián Schindel. 98 minutos. Disponible en Netflix
Con tres remarcables largo metrajes en su haber como lo fueron El Patrón, radiografia de un crimen (2014), El Hijo (2019) y Crímenes de Familia (2020, el realizador Sebastián Schindel retorna con un drama psicológico que dista de satisfacer. Si bien La Ira de Dios está basado en el best seller de Guillermo Martínez La muerte lenta de Luciana B” (2007), lo cierto es que la adaptación del realizador junto con Pablo Del Teso adolece de muchos hilos sueltos que quedan flotando en el aire.

Diego Peretti
El comienzo misterioso de la trama es alentador. En una inmensa y prestigiosa librería de Buenos Aires tiene lugar el lanzamiento de la última novela de Klostner (Diego Peretti), un exitoso escritor de mediana edad que goza de enorme popularidad. Después de referirse a su contenido de manera global, está dispuesto a firmar autógrafos a los lectores allí presentes que han comprado su libro. En medio del inmenso gentío, el periodista Esteban Rey (Juan Minujin) se le aproxima diciéndole que Luciana Blanco (Macarena Achaga) se encuentra en el tercer piso del local y le indica que vaya a verla de inmediato si quiere evitar un escándalo; cuando lo hace, al estar frente a ella, un estruendoso ruido fuera de imagen se hace sentir y lo único que se sabe es que un cuerpo ha caído al vacío. ¿Qué es lo que sucedió? Mejor no responder a la pregunta para no malograr el interés del eventual espectador.
Con saltos temporales en el relato, la narración no cronológica se ubica diez años atrás, donde en el hogar de Klostner integrado por su depresiva esposa Mercedes (Mónica Antonópuulos) y la encantadora hijita Pauli (Juanita Reale), se lo ve en su escritorio preparando su próxima novela; para ello va dictando a Luciana, su joven asistente, las ideas que le van surgiendo en la mente a fin de que ella las vaya tipeando en la computadora. Esta chica que está muy unida a sus padres (Guillermo Arengo y Romina Pinto) y sus hermanos Bruno (Pedro Merlo), Ramiro (Santiago Achaga) y Valentina (Ornela D’elia), se siente igualmente satisfecha de colaborar con Klostner y a su vez de entrar en contacto con Pauli a quien adora.
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Un desafortunado incidente consistente en un beso en los labios por parte de Klostner a Luciana mientras están trabajando, se convierte en una bola de nieve generándose una insospechada reacción en cadena..Luciana abandona definitivamente su labor con el escritor y a pesar de que en el acto no hubo violencia alguna por parte de él, la joven asesorada por su abogada (Silvina Sabater) decide iniciar una demanda judicial por abuso sexual; para evitar que el caso repercuta públicamente y que afecte la reputación del novelista, él la compensa con una importante suma monetaria.
De allí en más la historia cae en picada a través de una serie de desgracias que afectarán a Luciana y que infundadamente las atribuye a Klostner porque está convencida de que es el causante de lo que le está sucediendo al suponer que quiere vengarse de ella. Así en un estado de completa enajenación Luciana le solicita a Esteban que escriba un artículo denunciando a Klostner por lo que ella está sufriendo.
Como bien señala el refrán “quien mucho abarca poco aprieta” y eso es lo que le sucede a Schindel al impregnar su relato con enfrentamientos, confabulaciones, accidentes, persecuciones, asesinatos, tragedias y hasta un contenido místico que alude a la ira de Dios ejerciendo la justicia divina.
Sin una buena descripción de personajes debido a la endeble adaptación de la novela, los actores se desempeñan correctamente aferrándose a lo que el guión les demanda; sin embargo, Achaga no termina de convencer como la psicológicamente inestable Luciana..
No obstante contar con una muy buena factura técnica, éste es un fallido film porque su estructura narrativa impide lograr el nivel dramático necesario de lo que se aguarda de un buen thriller psicológico. Jorge Gutman