WHERE THE CRAWDADS SING. Estados Unidos, 2022. Un film de Olivia Newman. 125 minutos
Dado el gran éxito obtenido por Delia Owens con su novela Where The Crawdads Sing publicada en 2018 y que sobrepasó la venta de más de 12 millones de ejemplares, no resulta raro que fuese trasladada al cine. Como varias veces suele acontecer la página escrita que permite dar rienda suelta a la imaginación de los lectores no produce el mismo efecto cuando se la adapta cinematográficamente; eso es lo que sucede con esta película de la novel directora Olivia Newman en donde se detectan varias situaciones inexplicadas e implausibles de concebir.
La acción se desarrolla en las tierras pantanosas ubicadas al norte del estado de North Carolina en tres épocas, comenzando el 30 de octubre de 1969. En su primera imagen se ve el cadáver de Chase (Harris Dickinson), un seductor joven que estuvo envuelto sentimentalmente con Kya (Daisy Edgar-Jones), una joven de 25 años. Quedando la duda si se trató de un suicidio o si ella lo asesinó, lo concreto es que es arrestada lo que motiva a Tom (David Strathairn)„un afable abogado local de mediana edad, a asumir su defensa porque está convencido de su inocencia.
De allí en más, alternativamente van surgiendo en la memoria de la muchacha recuerdos de su infancia, con el relato retrotrayéndose a 1953. Viviendo en una modesta casa con su familia, Kya (Jojo Regina) de apenas 5 años sufre el abuso de su tiránico padre (Garret Dillahunt) que además vuelca su violencia hacia su madre (Ahna O’Reilly); por esa razón, la mujer huye con sus otros hijos del hogar dejando sola a la niña. Aunque momentáneamente la acción se traslada al presente, nuevamente acude a la memoria de Kya aspectos de su etapa de adolescente en 1962.
El guión de Lucy Alibar no explica cómo vivió la chica durante esos 9 años transcurridos, sin haber recibido educación formal; lo que en cambio se aprecia es que en su humilde condición contó con el apoyo de dos comerciantes vecinos de notable benevolencia (Sterling Marcer Jr. y Michael Hyatt), que la ayudaron a subsistir. A su vez, ella conoce a Tate (Taylor John Smith), un noble muchacho bien intencionado que le enseña a leer y escribir, a la vez que surge entre ambos un casto romance; sin embargo la dicha de la joven es breve dado que Tate deja el lugar para efectuar sus estudios en otra región y aunque le asegura que regresará para estar nuevamente junto a ella, la promesa no es cumplida. Otra vez la acción retorna al presente en donde se desarrolla la audiencia judicial; durante la misma el pasado retorna en la mente de Kya con sucesos acaecidos en 1969; allí se refleja el amor que ella mantuvo con el apuesto Chase, pero que ella decidió no continuarlo debido a su machismo e inusual violencia al que solía emplear su padre hacia su madre.
Aunque el relato mantiene un tenue suspenso por conocer el veredicto del juicio, lo sustancioso de este melodrama reside en las escenas románticas. Por lo demás, no queda claro porqué Kya es marginada por la población local que la considera despectivamente como “la chica del pantano”; tampoco se sabe porqué ella es acusada de homicidio sin que exista evidencia alguna que lo demuestre cuando todo hace presumir que la muerte de Chase se produjo accidentalmente. A su vez resulta inexplicable cómo Kya adquirió las dotes de notable dibujante llegando a publicar un libro de ilustraciones.
Queda como resultado un film que cuenta a su favor con las convincentes interpretaciones de Edgar-Jones, Smith y Dickinson, aunque resulte irrealista concebir que los rostros de sus personajes no hayan sufrido modificación alguna a través de los años. En los papeles de apoyo resaltan Macer Jr., Hyatt y en especial Strathairn como el abogado defensor. Jorge Gutman