Crónica de Jorge Gutman
He aquí la evaluación de cuatro títulos adicionales de la muestra que hoy concluye en Montreal.
My Small Land (Japón-Francia).
Con el antecedente de la buena recepción obtenida en el Festival de Berlín de este año, este humano drama de la debutante realizadora Emma Kawawada, igualmente responsable del guión, adquiere relevancia considerando un tema de palpitante vigencia.
La historia gira en torno de los integrantes de una familia kurda que habiendo dejado Turquía se desplazaron a Japón en calidad de refugiados. El relato centra su atención en Sarya (Lina Arashi) de 17 años quien ha pasado casi toda su vida en el país nipón al igual que su hermano y hermana menor. Sin que se sepa que pasó con la madre ausente, ellos conviven con su padre que ha solicitado la visa que le permita permanecer legalmente.
Sarya está completamente embebida de la cultura japonesa que de algún modo conflictúa con la voluntad de su padre que quisiera que se identificara con su propia cultura. En la escuela secundaria a la que asiste, se destaca como brillante alumna y su aspiración es el de continuar sus estudios universitarios y llegar a ser una eficiente maestra de educación primaria. En otros aspectos, mantiene buenas relaciones con sus compañeros y en el pequeño almacén en que trabaja está atraída sentimentalmente por Sota (Daiken Okudaira), el sobrino del dueño.
La vida de esta adolescente experimenta un vuelco dramático cuando la autoridad pertinente de Japón le deniega a su padre el estatus de refugiado; en la medida que ya no está en condiciones de trabajar legalmente él persiste en hacerlo y es por eso que prontamente es enviado a un centro de detención. Para colmo de males a Sarya también le es rechazada la solicitud de visa, con lo que sus proyectos futuros ya no podrán concretarse. Frente a esta situación y en ausencia de una madre ella asume la adulta responsabilidad de ocuparse de sus hermanos.
Kawawada efectúa un promisorio debut narrando con convicción el proceso de madurez que atraviesa la protagonista frente a los imprevistos acontecimientos que debe enfrentar. Al propio tiempo, además de exponer aspectos concernientes con la identidad cultural de los inmigrantes, la directora considera el serio problema que atraviesan quienes por diversas razones están obligados a emigrar y encuentran que Japón no es precisamente el país que se preste fácilmente a darles la bienvenida; según se constata en el film en 2019 de más de 10 mil solicitudes efectuadas por refugiados, tan solo 44 fueron aceptadas.
En todo caso lo que aquí más interesa es la dureza por la que atraviesan los integrantes de la sufrida población kurda tratando de encontrar un lugar en el mundo para poder vivir y no ser deportados al país de origen donde son perseguidos y torturados. En ese quehacer, Kawawada demuestra con su ópera prima un notable discernimiento exponiendo con fina sensibilidad la situación que plantea este emotivo drama.
Huesera (México-Perú)
Habiendo dejado en Fantasia una muy buena impresión con su corto The Original (2018), la realizadora mexicana Michelle Garza Cervera retorna al Festival con Huesera, su primer largometraje en donde aborda el tema de la maternidad. La calidad del film por primera vez exhibido en el Festival de Tribeca de este año le valió el galardón a la mejor narrativa de una novel cineasta como asimismo el premio al mejor guión que fue compartido con Abia Castillo.
Suele acontecer que durante el período de gestación de una criatura, la futura madre pueda atravesar por ciertos problemas emocionales que precisamente es lo que sucede con la protagonista del relato. Valeria (Natalia Solián) casada con su cariñoso Raúl (Alfonso Dosal), durante largo tiempo había anhelado ser madre sin haberlo logrado; de allí que en la primera escena se la observa visitando un monumento de la Virgen María pidiéndole que la ayude a concebir.
Cuando finalmente queda embarazada la alegría que envuelve al matrimonio comienza a diluirse frente a las visiones que Valeria comienza a percibir al sentirse acechada por una turbia entidad supernatural que la está maldiciendo. A esa horrible sensación se agrega el hecho de que su entorno familiar no cree que ella posea un verdadero instinto maternal; eso es debido a que comienza a recordar una verdadera pesadilla vivida en el pasado cuando al haber estado a cargo como guardiana de la niña de su hermana Vero (Sonia Couoh) la deja caer en las escaleras provocando su muerte. Por si fuera poco, a medida que la gestación progresa Valeria se vuelve más tensa y ansiosa a la vez que experimenta sentimientos no resueltos con Octavia (Mayra Batalla), su antigua amante.
https://www.youtube.com/watch?v=9QuP9Gp-xXc
En este relato altamente perturbador en donde la religión se entremezcla con el sexo y con una leyenda supernatural del folclor mexicano, la directora sin recurrir al empleo de efectos sensacionalistas crea una auténtica y contagiosa atmósfera de terror. A la estupenda realización de Garza Cervera se une la excepcional interpretación de Solián quien en su debut para el cine transmite con gran expresividad la angustia y desintegración emocional de Valeria; su brillante actuación permite rememorar al personaje que Mia Farrow animó en Rosemary’s Baby (1968) sobre una temática parecida.
Globalmente considerado se asiste a un complejo e impactante thriller psicológico que a través de su impecable narración permite evidenciar el talento de la novel directora.
Dark Glasses (Italia-Francia)
Después de una década de ausencia como realizador, Dario Argento se ubica nuevamente detrás de la cámara. Considerado como el maestro en el género del giallo – suspenso y terror a la italiana-. en esta oportunidad, sin llegar a alcanzar el nivel de los mejores trabajos de su filmografía, con este thriller Argento brinda un liviano entretenimiento.
El prólogo del relato es promisorio en donde la joven Diana (Ilenia Pastorelli), el personaje protagónico, observa un eclipse que torna en penumbra a la ciudad.
En su comienzo se asiste al crimen que de manera sangrienta acomete un depravado psicópata (Andrea Gherpelli) a una prostituta. De inmediato se contempla a Diana, que es una trabajadora sexual, terminando de satisfacer a uno de sus clientes en la pieza de un hotel. Cuando posteriormente maneja su coche repara que una furgoneta blanca la está persiguiendo; en la desesperada carrera que emprende choca violentamente en donde ella queda ciega además de haber dejado huérfano a Chin (Xinyu Zhang), un niño asiático que perdió a sus padres en el fatal accidente. De allí en más y con la ayuda de una educadora (Asia Argento, la hija del realizador) asignada para que pueda valerse con la guía de un perro, comienza una dolorosa etapa para Diana quien debe utilizar oscuras gafas. A todo ello Chin que ha huido del orfanato católico donde había sido colocado por la asistencia social, ubica a la meretriz y le pide que lo tome a su cargo a cambio de ayudarla a manejarse en su condición de no vidente.
El conflicto dramático surge cuando Diana y Chin, apoyándose mutuamente, observan que el asesino serial siempre conduciendo su vehículo blanco continúa acosándola. El guión del realizador y de Franco Ferrini no pone énfasis en revelar la identidad del psicópata, que desde un principio se sabe quién es, sino que expone la manera en que sucesivamente Diana y Chin recurren a diferentes maniobras para escapar del criminal.
Como en muchos de sus trabajos previos Argento nutre a este relato con continuados asesinatos, incluyendo a un par de inspectores policiales (Maria Rosaria Russo y Gennaro Iaccarino), en donde la sangre corre a raudales.
Con un suspenso aceptable y una tercera parte en donde el hilo narrativo se desinfla, los altibajos de la película no alcanzan a desmerecerla, sobre todo por la muy buena prestación de Pastorelli y Zhang en sus respectivos roles. Consideración especial merece la banda sonora de Arnaud Rebotini en la que la música electrónica adquiere relieve en los momentos de máyor tensión..
Next Sohee. (Corea del Sur)
Este film de July Jang es el que clausura la muestra y sin duda alguna constituye un broche de oro dado su indiscutible nivel de calidad.
La realizadora se inspiró en un caso real que en 2016 llegó a su conocimiento y que le impresionó considerablemente acerca de una joven estudiante que había sido enviada por su escuela para trabajar en una compañía de telecomunicaciones con lamentables consecuencias. Es así que en su guión introduce a Sohee, (Kim Si-eun) una excelente alumna de escuela secundaria que es elegida para realizar una pasantía en un centro de llamadas de una empresa que suministra servicios de internet.
Ella es adiestrada para persuadir a los clientes que quieren abandonar al proveedor mediante concesiones que aparentemente podrían beneficiarlos. Lo cierto es que Sohee lucha desesperadamente para cumplir de la mejor manera con su trabajo, empleando todas las artimañas que le han sido transmitidas para convencer a los receptores del servicio a que sigan utilizándolo; sin embargo resulta dificultoso lidiar con muchos de ellos quienes muy insatisfechos de la atención recibida quieren definitivamente desligarse de la compañía.
La explotación a la que Sohee es sometida por la firma a través de una constante presión motiva a que ella intente poner fin a su vida sin lograrlo. Cuando en un momento dado, su supervisor se suicida dejando por escrito las discutibles maniobras de la empresa y el lamentable trato aplicado a los empleados, eso repercute hondamente en Sohee intensificando su malestar psicológico. La situación llega a un punto culminante cuando su salario esta sujeto a un cambio y los incentivos prometidos por las horas extras realizadas son postergados indefinidamente; eso la impulsa a reprochar severamente a la nueva supervisora por el incumplimiento de la firma, razón por la cual es suspendida. Al ser recriminada por su escuela por haberla desprestigiado al no haberse adaptado al trabajo, su caída en desgracia la conduce a suicidarse.
En una segunda parte muy bien cohesionada con la precedente la cineasta centra su atención en la intervención de la policía a través de la detective Yoo-jin (Doona Bae) quien está determinada a esclarecer los motivos que indujeron a Sohee a poner fin a su vida. A pesar de que quienes la rodean deciden prontamente cerrar el caso, ella no ceja en su cometido porque a medida que su investigación progresa va descubriendo significativos detalles que inculpan a los verdaderos responsables de la muerte de la desafortunada adolescente.
En una magnífica puesta escénica y sin grandilocuencia alguna, la realizadora ha logrado un vigoroso drama en el que mesuradamente expone la vulnerabilidad de jóvenes que devienen víctimas de un indeseable sistema de trabajo. Asimismo Jung reunió a dos inigualables intérpretes. Kim Si-eun moviliza a la audiencia permitiendo que su Sohee despierte profunda compasión en su descenso infernal hasta llegar a sucumbir por los abusos sufridos en la despótica compañía. Igualmente es admirable la composición que logra Doona Bae como la impertérrita investigadora que lentamente va desenterrando la enredada madeja demostrando los obscenos intereses creados que entran en juego a través de los vínculos de la escuela con la empresa en cuestión.
Esta excelente película reúne todos los atributos necesarios para conmover a la audiencia sobre un tema raramente explorado. Por sus indiscutibles méritos, el Festival ha distinguido a Jung con el premio a la mejor dirección.