Des­ati­na­do Dra­ma de Horror

RESU­RREC­TION. Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film escri­to y diri­gi­do por Andrew Semans. 104 minutos

Si bien en cier­tos casos una gran inter­pre­ta­ción pue­de res­ca­tar a un film imbui­do de un flo­jo guión, eso no acon­te­ce con Resu­rrec­tion. Valién­do­se de su pro­pio libre­to, el rea­li­za­dor Andrew Semans plan­tea una his­to­ria de extre­ma inve­ro­si­mi­li­tud en don­de no obs­tan­te la tras­cen­den­tal actua­ción pro­ta­gó­ni­ca de Rebec­ca Hall resul­ta impo­si­ble creer en el per­so­na­je que compone.

Rebec­ca Hall

Hall ani­ma a Mar­ga­ret, una madre sol­te­ra de 40 años que se desem­pe­ña en un car­go eje­cu­ti­vo de alto ran­go en una empre­sa far­ma­céu­ti­ca de Esta­dos Uni­dos. Sere­na, lle­van­do una exis­ten­cia orde­na­da sin sobre­sal­to alguno y de buen con­fort, su vida fami­liar está cir­cuns­crip­ta a su hija Abbie (Gra­ce Kauf­man) de 17 años; asi­mis­mo dis­fru­ta de los favo­res sexua­les de Peter (Michael Esper) un cole­ga de tra­ba­jo casa­do sin que exis­ta un com­pro­mi­so sen­ti­men­tal. Dada la sobre­pro­tec­ción que ejer­ce en su hija, la úni­ca preo­cu­pa­ción de esta mujer es la inmi­nen­te par­ti­da de Abbie para estu­diar en la universidad.

El dra­ma comien­za cuan­do en una con­fe­ren­cia de nego­cios Mar­ga­ret des­cu­bre con estu­por la pre­sen­cia de un hom­bre, lo que la impul­sa a aban­do­nar la sala y como si la hubie­se ata­ca­do algún ani­mal sal­va­je corre deses­pe­ra­da­men­te por la calle has­ta lle­gar a su hogar, don­de su hija se asom­bra al com­pro­bar su esta­do extre­ma­da­men­te agi­ta­do. Su men­te comien­za a des­es­ta­bi­li­zar­se cuan­do al efec­tuar una com­pra en un nego­cio obser­va a lo lejos al mis­mo indi­vi­duo y pos­te­rior­men­te lo divi­sa en un par­que. Final­men­te en un lar­go monó­lo­go que Mar­ga­ret diri­ge a su hija le expli­ca que esa per­so­na que la per­si­gue (cuan­do en reali­dad, no exis­te pau­ta algu­na que así sea) es David (Tim Roth) de quien dos déca­das atrás estu­vo fuer­te­men­te ena­mo­ra­da sopor­tan­do sus tor­tu­ras y abu­so emo­cio­nal has­ta que un acon­te­ci­mien­to pre­ci­so ‑que no se habrá de deve­lar- la moti­vó a aban­do­nar­lo. En su para­noia actual y sin fun­da­men­to alguno ella está con­ven­ci­da de que él regre­só para ven­gar­se de ella y ade­más poner en peli­gro a Abbie.

No hay nin­gu­na pro­gre­sión dra­má­ti­ca entre la Mar­ga­ret ini­cial­men­te nor­mal y la aho­ra men­tal­men­te des­con­tro­la­da por la pre­sen­cia de David. ¿Cómo es posi­ble que si esta mujer no sufrió tras­torno alguno duran­te el lar­go tiem­po trans­cu­rri­do, repen­ti­na­men­te se enlo­que­ce con la apa­ri­ción de este hom­bre? Para peor, cuan­do final­men­te se pro­du­ce entre ambos un cru­cial encuen­tro, el rela­to cobra un vuel­co sig­ni­fi­ca­ti­vo pero sin sen­ti­do alguno sal­vo la inten­ción pro­vo­ca­ti­va de Semans para trans­for­mar­lo en un dra­ma de horror Aun­que en un comien­zo la pelí­cu­la pue­de intri­gar, a la hora de su des­ati­na­do des­en­la­ce lo úni­co que logra es frus­trar por com­ple­to al espectador.

Como se men­cio­nó al prin­ci­pio de esta cró­ni­ca la enco­mia­ble labor de Hall así como los valo­res téc­ni­cos de pro­duc­ción no pue­den res­ca­tar a este pro­vo­ca­dor rela­to que inten­ta impac­tar al espec­ta­dor con bajos gol­pes efec­tis­tas. Cier­ta­men­te, he aquí un film des­ti­na­do al olvi­do. Jor­ge Gutman