SAINT OMER. Francia, 2022. Un film de Alice Diop. 122 minutos
La experimentada documentalista Alice Diop aborda por primera vez un largometraje de ficción y su debut no pudo haber sido más auspicioso al haber logrado una historia de considerable impacto emocional. La realizadora se ha inspirado en el infanticidio cometido por Fabienne Kanou en noviembre de 2013 al haber abandonado en horas nocturnas a su hijita de 15 meses en una playa del norte de Francia, aguardando a que la alta marea del mar la arrastrara consigo.
El guión de Diop compartido con Amrita David y Marie Ndiaye introduce a Rama (Kayjie Kagame), una joven escritora franco-senegalesa que para su próximo libro tiene proyectado adentrarse en una versión contemporánea del mito de Medea. La ocasión no pudo haberle sido más propicia cuando se presenta el caso de un filicidio donde Laurence Coly (Guslagie Malanda), una inmigrante de Senegal, es acusada de haber matado a su hijita de 15 meses en Saint-Omer, por lo tanto Rama está dispuesta a asistir al juicio.
La gran atracción del relato reside en la enigmática personalidad de Laurence quien al ser interrogada por la jueza (Valérie Dréville) manifiesta abiertamente que ella es la responsable del crimen cometido; lo más sorprendente es que además de considerarse inocente desea saber las razones que la impulsaron a cometer el abominable crimen de la criatura a la que ella fervientemente amó. Con todo, aparentemente no existe motivo alguno para suponer que Laurence padece de desequilibrio mental.
Si bien la mayor parte de esta historia se concentra en el juicio desarrollado a lo largo de varias jornadas, el relato igualmente encara la situación personal y familiar de Rama; estando casada con Adrien (Thomas de Pourquery) ella se encuentra en los primeros estadios de embarazo, hecho que le oculta a su madre con quien mantiene una difícil relación. A medida que la audiencia prosigue Rama se interesa con mayor intensidad en el caso de la inculpada y de qué manera eso podrá influir en su futura maternidad teniendo en cuenta ciertos traumas experimentados en el pasado; por lo tanto su estado anímico está vinculado con lo que el destino le aguardará a Laurence.
Con una magnífica puesta escénica más propia de un documental que de una historia de ficción, la realizadora permite que el relato concentre permanentemente la atención del espectador; además de la dirección y del sólido guión, las remarcables actuaciones de Kagame y de Malanda resaltan los valores de este excelente film que obtuvo el Gran Premio del Jurado en el festival de Venecia de 2022. Jorge Gutman