Ascen­so y Caí­da de BlackBerry

BLACK­BERRY. Cana­dá, 2023. Un film de Matt John­son. 121 minutos

Este film cons­ti­tu­ye un mere­ci­do home­na­je a quie­nes con­ci­bie­ron el pri­mer telé­fono inte­li­gen­te cono­ci­do común­men­te como “smartpho­ne”. En un rela­to que podría cata­lo­gar­se como come­dia dra­má­ti­ca así como satí­ri­ca el direc­tor Matt John­son ofre­ce una bue­na revi­sión del ascen­so, encum­bra­mien­to y meteó­ri­ca caí­da de Black­Berry.

El guión del realli­za­dor y Matthew Miller está basa­do en el libro publi­ca­do en 2015 “Losing the Sig­nal: The Untold Story Behind the Extra­or­di­nary Rise and Spec­ta­cu­lar Fall of Black­Berry” que fue escri­to por los perio­dis­tas Jac­quie McNish y Sean Sil­coff del dia­rio Glo­be and Mail. Aun­que el film al ser de fic­ción adop­ta cier­tas licen­cias de todos modos se ajus­ta en su mayor par­te a los acon­te­ci­mien­tos tal como se han producido.

Glenn Hower­ton

La acción comien­za a fines de la déca­da del 90 cuan­do en Water­loo, la ciu­dad cana­dien­se de Onta­rio, Mike Laza­ri­dis (Jay Baru­chel) y Doug Fre­gin (Matt John­son), dos ami­gos inge­nie­ros eléc­tri­cos y genios de la infor­má­ti­ca que en 1985 fun­da­ron la com­pa­ñía Research in Motion (RIM), con­ci­ben una bri­llan­te idea; se tra­ta de crear un apa­ra­to tele­fó­ni­co por­ta­ble dota­do de un tecla­do que pue­da cum­plir la tarea de una compu­tado­ra con correo elec­tró­ni­co para reci­bir y enviar men­sa­jes. Como la empre­sa no se encuen­tra en bue­na situa­ción finan­cie­ra para imple­men­tar el pro­yec­to, Laza­ri­dis per­sua­de a Jim Bal­si­llie (Glenn Hower­ton), un hom­bre de nego­cios gra­dua­do en Har­vard, para que invier­ta y se aso­cie a RIM ade­más de ser su pre­si­den­te. Fini­qui­ta­do el acuer­do, ambos ponen manos a la obra y así con empe­ño y deter­mi­na­ción sur­ge en 1998 el Black­Berry don­de Bal­si­llie, gran exper­to en finan­zas, logra impor­tan­tes clien­tes tales como la com­pa­ñía de tele­co­mu­ni­ca­cio­nes Bell Atlan­tic; asi­mis­mo el novel apa­ra­to sedu­ce a usua­rios más allá de la órbi­ta comer­cial e inclu­so a ado­les­cen­tes a fin de cha­tear. Es así que duran­te la pri­me­ra déca­da de este siglo, en el momen­to cum­bre de su popu­la­ri­dad la empre­sa logra cap­tar el 45% del mer­ca­do de telé­fo­nos inteligentes.

El gran auge logra­do por RIM cuyas accio­nes son coti­za­das en el mer­ca­do bur­sá­til, evi­den­cia­rán pos­te­rior­men­te una estre­pi­to­sa caí­da debi­do a deci­sio­nes erró­neas y por la fuer­te com­pe­ten­cia sur­gi­da con la apa­ri­ción del iPho­ne de Apple en 2007 y al año siguien­te con la lle­ga­da al mer­ca­do del sis­te­ma ope­ra­ti­vo Android.

Con fir­me pul­so el rea­li­za­dor impri­me a esta revi­sión his­tó­ri­ca un dina­mis­mo nota­ble median­te un rit­mo a todo galo­pe que per­mi­te que el espec­ta­dor se inmer­se por com­ple­to en el mis­mo. Asi­mis­mo, el film se bene­fi­cia por la bue­na des­crip­ción de los per­so­na­jes y la exce­len­te com­po­si­ción logra­da por sus pro­ta­go­nis­tas. Hower­ton des­lum­bra como el psi­có­ti­co e impa­cien­te Bal­si­llie, poco menos que ladran­do en las órde­nes sumi­nis­tra­das a su equi­po de pro­gra­ma­do­res. Por su par­te, Baru­chel no le va en zaga carac­te­ri­zan­do al genio e inte­lec­tual Laza­ri­dis en tan­to que John­son en su con­di­ción de actor ofre­ce muy bien la ima­gen del tec­no­ló­gi­ca­men­te inte­li­gen­te Fre­gin quien dota­do de una madu­rez casi infan­til gene­ra algu­nos momen­tos de humor absur­do. En otros pape­les de apo­yo igual­men­te se des­ta­can Michael Iron­si­de como Char­les Purdy, el ofi­cial de ope­ra­cio­nes de Bal­si­llie, Saul Rubi­nek y Cary Elwes.

La auten­ti­ci­dad logra­da por el direc­tor per­mi­te que el film alcan­ce un carác­ter de fal­so docu­men­tal, valo­ri­za­do por la exce­len­te foto­gra­fía de Jared Raab quien con cáma­ra en mano cap­ta el ambien­te un tan­to claus­tro­fó­bi­co de la ofi­ci­na en que trans­cu­rre la mayor par­te del rela­to. Jor­ge Gutman