Rela­to de una Sóli­da Amistad

LES HUIT MON­TAG­NES / THE EIGHT MOUN­TAINS. Ita­lia-Bél­gi­ca-Fran­cia, 2022. Un film escri­to y diri­gi­do por Felix van Groe­nin­gen y Char­lot­te Van­der­meersch. 147 minutos

Des­pués de haber obte­ni­do el Pre­mio del Jura­do en el Fes­ti­val de Can­nes de 2022 y haber sido dis­tin­gui­do con el Dona­te­llo al mejor film del año, aho­ra se pue­de juz­gar The Eight Moun­tains. Sin duda los pre­mios otor­ga­dos son bien mere­ci­dos por­que reúne los atri­bu­tos que requie­re un film de noto­ria calidad.

Los rea­li­za­do­res bel­gas Felix van Groe­nin­gen y Char­lot­te Van­der­meersch se han vali­do del best seller ita­liano del mis­mo títu­lo de Pao­lo Cog­net­ti en una mag­ní­fi­ca adap­ta­ción que han rea­li­za­do, igual­men­te dis­tin­gui­da con un Dona­te­llo, vol­can­do en la ima­gen la rique­za con­te­ni­da en la novela.

Ales­san­dro Borghi y Luca Marinelli

La acción se desa­rro­lla en el valle de Aos­ta, en el noroes­te de Ita­lia, rodea­do de impo­nen­tes mon­ta­ñas, don­de las mis­mas asu­men un impor­tan­te rol pro­ta­gó­ni­co como esce­na­rio del rela­to. Narra­do por el adul­to Pie­tro (Luca Mar­ti­ne­lli), se sabe que a los 11años (Lupo Bar­bie­ro) vivien­do en Turín pasa las vaca­cio­nes con su madre (Ele­na Liet­ti) en una casa arren­da­da en esa región. Ahí cono­ce a Bruno (Cris­tiano Sas­se­lla) de su mis­ma edad quien dice ser el úni­co chi­co que habi­ta en ese lugar, con­vi­vien­do con su tía ya que no tie­ne madre que le cui­de en tan­to que su padre está ausen­te del hogar. De ese encuen­tro emer­ge una amis­tad en don­de pasean, corre­tean, cha­po­tean en los lagos cer­ca­nos, así como van subien­do y bajan­do las mon­ta­ñas cir­cun­dan­tes. Cuan­do Gio­van­ni (Filip­po Timi), el padre de Pie­tro que sien­te una atrac­ción por las mon­ta­ñas, visi­ta el lugar for­ja una bue­na rela­ción con Bruno al pun­to tal que él y su mujer están dis­pues­tos a ayu­dar­lo a efec­tuar sus estu­dios en Turín, aun­que final­men­te eso no se lle­ga a concretar.

Des­pués de 20 años en que Pie­tro se ha ale­ja­do de su fami­lia para vivir inde­pen­dien­te­men­te, retor­na a la zona alpi­na para reen­con­trar­se con Bruno (Ales­san­dro Borghi) en don­de rena­ce la amis­tad de anta­ño. Ahí Pie­tro se ente­ra de que su fami­lia estu­vo en per­ma­nen­te con­tac­to con su ami­go de infan­cia y que Gio­van­ni antes de morir com­pró un lote de tie­rra en el flan­co de una de las mon­ta­ñas pidién­do­le a Bruno que allí cons­tru­ya una casa. Dado que Pie­tro se había dis­tan­cia­do de su padre, se impo­ne que en su ausen­cia su pro­ge­ni­tor man­tu­vo un entra­ña­ble víncu­lo con Bruno, quien a su vez encon­tró en él al padre que habría desea­do tener.

En tan­to que Bruno per­ma­ne­ce afe­rra­do como mon­ta­ñe­ro, Pie­tro expe­ri­men­ta una sin­gu­lar expe­rien­cia via­jan­do a Nepal y con­vir­tién­do­se en un afa­ma­do escri­tor. A pesar de la dis­tan­cia y la riva­li­dad exis­ten­te por sen­tir que su ami­go pudo haber­lo sus­traí­do del amor de su padre, la amis­tad sub­sis­te cuan­do Pie­tro retor­na al pára­mo mon­ta­ño­so com­par­tien­do con él la casa que le ayu­dó a construir.

En esen­cia, van Groe­nin­gen y Van­der­meersch ilus­tran una his­to­ria de sóli­do cari­ño fra­ter­nal mas­cu­lino sin que exis­tan lazos de san­gre como asi­mis­mo abor­dan el com­ple­jo víncu­lo paterno filial que pue­de mani­fes­tar­se en cier­tas oca­sio­nes. En ese deve­nir han logra­do un film poé­ti­co y espi­ri­tual en don­de Mari­ne­lli y Borghi en sus per­so­na­jes trans­mi­ten un sin­gu­lar sen­ti­mien­to impreg­na­do de emo­ción, tris­te­za y melancolía.

Final­men­te cabe resal­tar la excep­cio­nal foto­gra­fía de Ruben Impens cap­tan­do el espec­ta­cu­lar e idí­li­co pano­ra­ma alpino a tra­vés de las dife­ren­tes esta­cio­nes del año, don­de las mon­ta­ñas domi­na­das por los Alpes influ­yen para defi­nir las per­so­na­li­da­des de quie­nes allí habi­tan. Jor­ge Gutman