NO HARD FEELINGS. Estados Unidos, 2023. Un film de Gene Stupnitsky. 103 minutos
Una comedia sexual de muy dudoso gusto es lo que se contempla en No Hard Feelings; a pesar de estar protagonizada por la remarcable Jennifer Lawrence quien obtuvo un merecido Oscar por su actuación en Silver Linings Playbook,(2012).
La premisa del guión elaborado por el realizador Gene Stupnitsky con la colaboración de John Phillips en principio ofrece cierto interés. La dinámica Lawrence anima a Maddie, una mujer de 32 años que habita en la ciudad costera de Montaux en Long Island; su estilo de vida irresponsable motiva que debido a impuestos impagos esté a punto de perder su casa heredada de su difunta madre monoparental. A ello se une la circunstancia de que al estar igualmente retrasada en el pago de su coche que lo utiliza para su trabajo en Uber, el vehículo le es remolcado por Gary (Ebon Moss-Bacharach), uno de sus varios ocasionales affaires.
Desesperada por lograr dinero ella responde a un aviso colocado por Laird Becker (Matthew Broderick) y Allison Becker (Laura Benanti); se trata de un matrimonio millonario que desea encontrar a la joven ideal que permita salir del cascarón a su aún virgen introvertido hijo Percy (Andrew Barth Feldman) de 19 años para que pueda socialmente adaptarse en vísperas de entrar a la Universidad de Princeton. Desde el vamos resulta un tanto extraño que al entrevistar a la candidata de no muy adecuada presentación, esta pareja la acepte a pesar de la diferencia marcada entre su edad y la de Percy. Dejando de lado ese aspecto, lo cierto es que Maddie recibe del matrimonio un Buick nuevo cuyo confort permitirá transportar a Percy y poder intimar dentro del mismo; asimismo, ella deberá ocultarle el arreglo dispuesto con sus padres.
Si bien el contacto inicial de Maddie con Percy donde trabaja de voluntario en un local de adopción de animales tiene cierta gracia, la misma rápidamente se diluye cuando en forma intempestiva ella poco menos que lo arrastra incorporándolo al coche. A partir de allí resulta incongruente comprobar los rústicos procedimientos que ella emplea para conquistarlo; su atrevido comportamiento lo demuestra cuando se desnuda en la playa frente a él tratando de seducirlo, o bien cuando violentamente irrumpe en una fiesta donde él celebra con sus compañeros de clase el final de los estudios.
Aunque es indudable que Lawrence despliega una energía irrefrenable a lo largo de esta historia, lo cierto es que su inestable, inmaduro y absurdo personaje impide que pueda existir el mínimo de empatía requerido. Eso es debido a una pobre marcación actoral impresa por el realizador, quien parece estar convencido de que de ese modo la película provocará hilaridad a la audiencia. Además el contradictorio libreto destaca en Percy a un joven con madurez suficiente en su comportamiento sin que demuestre ser el antisocial muchacho como lo creen sus padres.
Tanto Stupnitsky y su coguionista tratan de demostrar el empoderamiento femenino a través de la conducta torpe e idiota de una mujer liberada; claro está que ésa no es la manera en que el movimiento #metoo persigue su objetivo.
Para rematar este sexista e innocuo relato pretendidamente cómico, el flácido guión nutrido de pobres diálogos trata de ser complaciente demostrando cómo a la postre sus principales personajes arribarán a un feliz desenlace. En el elenco nítidamente sobresalen Lawrence y Barth Feldman, aunque es de lamentar que hayan brindado sus talentos al servicio de este fallido y prescindible proyecto. Jorge Gutman