LA MONTAGNE. Francia, 2022. Un film de Thomas Salvador. 115 minutos
Teniendo como escenario las montañas de Mont Blanc que se elevan en Chamonix al sureste de Francia, este segundo largometraje de Thomas Salvador, en donde también asume el rol central, es a todas luces desconcertante.
No es la primera vez que el cine considera el deporte del alpinismo pero en este caso lo que deja perplejo es que su personaje protagónico es completamente enigmático sin que se pueda conocer cuál es su personalidad. El guión del director compartido con Naila Guiguet presenta a Pierre (Salvador), un ingeniero parisino que se encuentra en Chamonix para ofrecer una conferencia sobre un aparato robótico ideado por la compañía donde trabaja; eso no impide a que en ciertos momentos de su charla dirija su mirada a los Alpes. Después de una elipsis se ve a Pierre, quien habiendo abandonado su empleo aparece con los atuendos de alpinista y preparado para iniciar su excursión a las rocosas montañas donde al principio es dirigido y transportado por un guía (Sylvain Frends) para posteriormente proseguir el peregrinaje por su cuenta.
El relato alterna con el encuentro que mantiene con Léa (Louise Bourgoin), la encargada de un restaurante en la estación de cable carril y poco después en la reunión con su madre (Martine Chevallier) y sus dos hermanos (Laurent Poitrénaux, Andranic Manet), quienes le instan a que regrese a París, sin que él acepte dicha proposición.
Con exacerbante lentitud, el film pone a prueba la paciencia del espectador durante casi dos horas, donde lo que acontece prácticamente se circunda a los continuados viajes de exploración que Pierre realiza tratando de descubrir el alma de las montañas. Entretanto un accidente que sufre en el trayecto motiva a que esté hospitalizado brevemente y atendido por una amable enfermera (Catherine Lefroid), pidiéndole que repose antes de darle de alta; pero este obstinado alpinista escapa de la clínica para seguir sumido en su pasión por las montañas.
Lo que comenzó como un relato realista el mismo cobra un giro decididamente surrealista en donde al anochecer sumergido en la montaña Pierre observa misteriosos resplandores que brillan en la profundidad de las rocas y a su vez somete sus manos para tocarlos.
Sin tener referencia alguna sobre su vida anterior en París, poco o nada se puede extraer de este viaje aparentemente existencial que realiza este individuo. Hilando demasiado fino podría quizás inferir que de algún modo el realizador deja entrever cómo el calentamiento climático puede desprender las rocas que conforman las montañas.
Con un muy endeble guión agravado por el desarrollo moroso impreso por Salvador, esta historia resulta frustrante y finalmente aburrida. Sin que nada específico resalte la actuación correcta del elenco, el mérito a destacar es la deslumbrante fotografía de Alexis Kavyrchine captando la majestuosidad de los Alpes de Francia; aunque, eso no alcanza a compensar las falencias de La Montagne. Jorge Gutman