Crónica de Jorge Gutman
The Teachers Lounge (Alemania)
Una severa crítica al sistema educacional imperante en una escuela de Alemania es lo que ofrece el director Ilker Çatak en este magnífico film. En una satisfactoria combinación de la acertada dirección y del remarcable guión escrito por el realizador y Johannes Duncker se aprecia un impactante drama matizado de suspenso que ha sido muy bien acogido en oportunidad de su estreno mundial en el festival de Berlín del año en curso.
La historia presenta a Carla Novak (Leonie Benesch) que en su primer trabajo como docente imparte matemáticas y educación física a estudiantes que cursan el séptimo año de estudios. Con entusiasmo e idealismo la joven profesora se esmera en brindar la mejor educación a sus alumnos.
El factor que impulsa la acción es una serie de robos que han tenido lugar en la sala de profesores lo que motiva a que la directora del establecimiento escolar Bettina Bohm (Anne-Kathrin Gummich) junto con otros docentes comiencen a revisar los bolsos de los estudiantes; de inmediato acusan a Ali (Can Rodenbostel), un alumno de rostro moreno proveniente de una familia de inmigrantes de Turquía que a su vez sufre el bullying de sus compañeros. Sorprendida y frustrada por el procedimiento realizado Carla defiende a Ali y al propio tiempo tratando de investigar por su cuenta el problema sospecha que la ladrona es la señora Kuhn (Eva Löbau), una de las secretarias de la escuela; eso produce un gran revuelo, sobre todo en Oskar (Leonard Stettnisch), el hijo de Kuhn, uno de los alumnos más destacados del curso.
Como una bola de nieve que se va agrandando, la actitud de Carla motiva a que resulte marginalizada por sus colegas, reprendida por la directora Bohm sintiendo que su acusación daña la imagen de la institución, reciba la agresividad de algunos de sus alumnos liderados por Oskar, asi como el encono de ciertos padres; incluso lo que acontece alcanza difusión en el periódico de la escuela. A medida que el relato progresa la tensión va incrementándose hasta llegar a un desenlace convincente que resultaría indiscreto revelar.
En su cuarta película, el director acertadamente ilustra el ámbito escolar como un microcosmos de lo que acontece en el medio social donde los rumores y las noticias falsas pueden afectar la vida de personas inocentes que por empeñarse en la búsqueda de la verdad terminan destruidas.
A los méritos de la realización y de la riqueza del guión se añade el irreprochable elenco en el que los actores ofrecen completa autenticidad a los personajes que les ha tocado componer; entre los mismos, se distingue Benesch quien en el rol protagónico mantiene una postura tranquila y nada impetuosa para no afectar a sus alumnos, a pesar de la angustia que está viviendo por dentro. En los renglones técnicos se destaca la buena banda sonora de Marvin Miller, decididamente funcional al clima de inquietud e incertidumbre del relato.
La excelencia de este provocativo film sin duda será apreciada por los cinéfilos del TIFF.
Perfect Days (Japón)
El remarcable realizador, escritor y autor germano Wim Wenders efectúa un triunfal retorno después de cierto tiempo de ausencia con esta película minimalista que constituye una bella carta de amor a Japón. Después de su experiencia en ese país en la década del 80 con buenos documentales como lo fueron Tokyo-Ga (1985) y Notebook on Cities and Clothes (1989) ahora aborda un relato de ficción que transcurre en la capital de Japón.
En su guión compartido con Takuma Takasaki, Wenders introduce a Hirayama (Koji Yakusho), un aposado hombre de mediana edad que vive solo en un pequeño departamento de la ciudad. De manera rutinaria, por las mañanas al despertarse se ocupa de poner su vivienda en orden y después de los aseos pertinentes se dirige en su miniván hacia su lugar de trabajo que consiste en la limpieza los baños públicos de un sector de Tokio en donde cuenta con la colaboración de su errático ayudante Takashi (Tokio Emoto). Todo hace presumir que él es un hombre feliz de la vida; así se lo ve disfrutando de la buena lectura, escuchando en casets temas musicales de Lou Reed, Van Morrison, entre otros, mientras conduce su vehículo, concurriendo a bares locales, tomando fotos en los parques y solazándose con algunas vistas de la arquitectónica urbe.
Aunque sin diálogos durante la primera de sus dos horas de metraje, la acertada forma en que Wenders expone a su personaje impide que el relato pueda aburrir. Posteriormente se escuchará la voz de Hirayama en sus encuentros con un hombre divorciado (Tomokazu Miura) y con la visita que recibe de su sobrina Niko (Arisa Nakano), en donde asomarán algunos indicios de su pasado y las razones para llevar ese distintivo estilo de vida.
Con una estupenda puesta escénica resulta sencillo empatizar con Hirayama quien completamente alejado del mundo tecnológico actual es un individuo que disfruta con las cosas simples de la vida. Contando con la extraordinaria actuación de Yakusho que merecidamente le valió el premio al mejor actor en el festival de Cannes, el director brinda un luminoso film silencioso, meditativo e impregnado de poesía y que dentro de su sencillez seduce al espectador.
La Chimera (Italia-Francia-Suiza)
La directora y guionista italiana Alice Rohrwacher, después de haber realizado cuatro notables filmes, Corpo Celeste (2011), Le Meraviglie (2014), Lazzaro Felice (2018) y Futura (2021), vuelve a ofrecer en La Chimera, otro trabajo que despierta interés mediante el distintivo estilo que suele emplear.
La acción transcurre en la década del 80 en la región de Toscana; allí regresa Arthur (Josh O’Connor), un antiguo arqueólogo inglés pero bien integrado a la cultura italiana quien recientemente ha salido de la cárcel y que ahora habita en un suburbio de Tuscia, en el mar Tirreno. Prontamente se relaciona con un grupo de compinches dedicados a profanar tumbas en busca de reliquias a fin de ser vendidas clandestinamente en el mercado de arte. En tal sentido Arthur, valiéndose de un palo bifurcado aplica su don especial que le permite detectar los sitios precisos para excavar las tumbas donde se hallan valiosos tesoros enterrados por la gente de la antigua civilización etrusca, antes de haber sido asimilada por la sociedad romana.
Alternando su actividad arqueológica con su vida personal, Arthur visita a Flora (Isabella Rossellini) que vive en una aristocrática villa y es la madre de Benjamina (Yle Vianello) ya fallecida por quien él sintió una gran pasión; con todo en la medida que él la ubica en sus sueños, esa ilusión aparentemente irrealizable aspira concretarla reuniéndose con ella espiritualmente. Entre tanto Arthur establecerá un vínculo sentimental con Italia (Carol Duarte), la empleada doméstica de Flora.
Resulta atractivo vislumbrar cómo Rohrwacher logra ensamblar las dos historias, donde los vestigios del pasado repercuten en el presente y lo terrenal se conjuga con lo sobrenatural, infundiendo a su relato un tono surrealista y onírico no exento de ternura.
La fotografía de Hélène Louvart captando las imágenes en 35 mm, Super 16 y 16 mm y con diversos encuadres de pantalla se asocia muy bien a los diferentes climas emocionales que trasunta el relato. A los méritos de la buena puesta escénica de Rohrwacher, la película se valoriza por su magnífico elenco en donde además del eficaz desempeño de O’Connor, Rossellini y especialmente de Duarte, en roles de apoyo salen airosos Vincenzo Nemolato, Guiliano Mantovani, Lou Roy Lecollinet, así como la hermana de la cineasta Alba Rohrwacher caracterizando un singular personaje.
Les Filles d’Olfa (Túnez-Francia-Arabia Saudita-Alemania)
Con buenos antecedentes en filmes documentales y de ficción, la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania adopta en esta oportunidad un singular híbrido mezclando ambos géneros. Su relato explora a Olfa Hamrouni, una mujer tunecina y madre de cuatro hijas, en donde dos de ellas, Ghofrane y Rahma, en ese entonces de 16 y 15 años respectivamente, desaparecieron.
La cámara de Ben Hania penetra en 2023 en la intimidad del hogar de Olfa a fin de reproducir la vida de esa familia. Para ello acude a actrices profesionales para personificar a Ghofrane (Ichraq Matar) y Rahma (Nour Karoui) y en ciertas instancias a Olfa (Hend Sabri) en tanto que Eya y Tayssir se representan a sí mismas.
A través de ese singular mecanismo, Olfa cuenta su vida detallando el trauma recibido por parte de su madre, su boda con un marido al que no quiso y que luego llegó a dejarlo para unirse a otro hombre y cómo su actitud ambigua adoptada para con sus hijas llegó a influir en sus vidas. Asimismo se reproduce la dinámica existente entre las cuatro hermanas donde no faltan momento de humor y alegría. En la reconstrucción efectuada puede contemplarse cómo en ciertas ocasiones las hijas son atacadas por su madre como así también los abusos sufridos por el amante de Olfa (Majd Mastoura).
Reflejando la condición de la mujer árabe dentro del patriarcado imperante, Ghofrane y Rhama desean emanciparse y para ello escapan del hogar para posteriormente adoptar una actitud radical; sin develar el desenlace se llega a saber qué es lo que aconteció con ellas, dónde se encuentran y en qué condiciones transcurren sus vidas.
Aunque no es la primera vez que el cine apela a un dramatismo ficcional en el marco de un documental, en esta ocasión la directora no logra plenamente ensamblar esta historia llegando a situaciones que en algunas instancias desconciertan y resultan contradictorias. No obstante lo apuntado, hay escenas que legítimamente conmueven y globalmente considerado, el film interesa en la compleja relación materno-filial ilustrada por la realizadora, como así también, por medio de extractos de archivos, permite imponerse de la reciente historia de Túnez con sus atentados terroristas y cómo eso ha afectado a la población.
Inside the Yellow Cocoon Shell (Vietnam-Singapur-Francia-España)
Premiada en Cannes con la Cámara de Oro, que se atribuye a la mejor ópera prima presentada en cualquiera de las secciones del festival, esta película del novel director vietnamita Pham Thien An constituye un justo reconocimiento por su notable calidad.
El realizador que es a su vez el guionista y editor del film presenta a Thien (Le Phong Vu), un agnóstico editor de video que trabaja en Saigón sin que su vida resulte demasiado excitante. Un cambio inesperado se produce cuando se impone de la muerte de su cuñada Hanh en un accidente de motocicleta en el cual Dao (Nguyen Thinh), su hijito de cinco años, logró salvarse. En la medida que su hermano mayor Tam y padre del niño ha desaparecido desde largo tiempo, es Thien quien se encarga temporalmente de cuidar al pequeño, así como trasladar el cadáver de la occisa a la aldea donde vivió y a su vez tratar de localizar a Tam.
A lo largo del viaje va produciéndose una metamorfosis en Thien en la medida que su ambigüedad con respecto a la fe cede lugar a un profundo vuelco espiritual; en tal sentido la conversación que mantiene con su sobrino reflexionando sobre la vida y la muerte adquiere relevancia. Durante el trayecto mantiene contacto con un veterano de guerra de Vietnam, ahora ocupado de los sudarios funerarios, reviviendo el pasado del país así como se encuentra con Thao (Nguyen Thi Truc Quynh), una antigua novia que ahora es monja y enseña en una escuela católica.
Más allá de su trama, lo destacable es la manera impecable en que la puesta escénica de Pham apoyada por la excelente fotografía de Dinh Duy Hung permite que a través de extensos planos secuencia se obtengan valiosas imágenes que van surgiendo a lo largo del viaje desde la ciudad hacia el campo y que están al servicio de lo que se está narrando; así la flora y la fauna que rodean a los viajeros, el gorjeo de los pájaros, el sonido de las cascadas y en general la serenidad que ofrece el panorama, llegan a fascinar.
En esencia el joven cineasta ofrece un sublime film místico y profundamente espiritual que no obstante su lento ritmo colma las expectativas del cinéfilo exigente.
Nota: Las fotos han sido suministadas por el TIFF