Odio que fue Amor

FAIR PLAY. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Chloe Domont. 113 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix

En su pri­mer lar­go­me­tra­je Chloe Domont con­si­de­ra una his­to­ria que comien­za como come­dia román­ti­ca para deve­nir pos­te­rior­men­te en un inquie­tan­te dra­ma psi­co­ló­gi­co. Si bien la novel rea­li­za­do­ra tie­ne como ante­ce­den­te el haber rea­li­za­do varios cor­to­me­tra­jes y series de tele­vi­sión, en este caso demues­tra su talen­to detrás de la cáma­ra en el dili­gen­te rela­to por ella concebido.

Alden Ehren­reich y Phoe­be Dynevor

La acción se desa­rro­lla con­tem­po­rá­nea­men­te en New York don­de viven des­pués de cier­to tiem­po la pare­ja inte­gra­da por Emily (Phoe­be Dyne­vor) y Luke (Alden Ehren­reich); ellos se aman apa­sio­na­da­men­te y están pró­xi­mos a com­pro­me­ter­se. Los dos tra­ba­jan como ana­lis­tas finan­cie­ros en One Crest Capi­tal, una impor­tan­te com­pa­ñía dedi­ca­da a fon­dos de cober­tu­ra de ries­go, pero ocul­tan su rela­ción amo­ro­sa dado que la polí­ti­ca de dicha empre­sa impi­de que exis­ta un víncu­lo sen­ti­men­tal entre los inte­gran­tes de su personal

El rela­to cobra impul­so cuan­do Camp­bell (Eddie Mar­san), el insen­si­ble due­ño de la empre­sa, abrup­ta­men­te des­pi­de a uno de los jefes. Los rumo­res de la ofi­ci­na hacen supo­ner que el ele­gi­do para reem­pla­zar al des­pla­za­do geren­te de por­ta­fo­lios es Luke; sin embar­go, gran­de es la sor­pre­sa cuan­do ines­pe­ra­da­men­te Emily es con­vo­ca­da por Camp­bell para ofre­cer­le ese codi­cia­do pues­to. Al ente­rar­se de la noti­cia, en prin­ci­pio Luke demues­tra satis­fac­ción por la pro­mo­ción de su novia que obvia­men­te impli­ca que será su subor­di­na­do en el tra­ba­jo; ella por su par­te sien­te ale­gría por su ascen­so pero no exen­ta de cier­ta inco­mo­di­dad por la nue­va situa­ción como jefa de su ama­do; de allí que le pro­me­te a su novio dedi­car su máxi­mo esfuer­zo para lograr que él tam­bién sea promovido.

Es intere­san­te apre­ciar cómo Domont expo­ne el cli­ma espe­cial que se va crean­do en el víncu­lo labo­ral que emer­ge entre la pare­ja, don­de ade­más de ocul­tar estric­ta­men­te el amor que les une, ella tie­ne que tra­tar a Luke de simi­lar mane­ra que al res­to de los emplea­dos que tie­ne a su car­go. Cuan­do Emily inten­ta con­ven­cer a Camp­bell de que Luke es un ana­lis­ta alta­men­te com­pe­ten­te y mere­ce­dor de un ascen­so, gran­de es su des­ilu­sión cuan­do él le infor­ma que por el con­tra­rio dis­ta de estar satis­fe­cho con su desem­pe­ño y aguar­da a que renun­cie pron­to a su pues­to; natu­ral­men­te, para no herir­lo Emily le ocul­ta a Luke la opi­nión del patrón.

A medi­da que los días trans­cu­rren, los suce­si­vos pro­gre­sos de Emily que enri­que­cen a la empre­sa se con­tra­po­nen con los celos que inte­rior­men­te ali­men­tan a Luke al pun­to tal que su cre­cien­te iras­ci­bi­li­dad lo con­vier­te en un ser agre­si­vo al dudar de la com­pe­ten­cia pro­fe­sio­nal de Emily pro­du­cien­do de ese modo una dra­má­ti­ca grie­ta en esa rela­ción; en con­se­cuen­cia, el roman­ti­cis­mo de anta­ño se esfu­ma por com­ple­to. Para peor, ella tra­ta de evi­tar la fies­ta de com­pro­mi­so orga­ni­za­da por su madre (Geral­di­ne Somerville),quien no está al corrien­te de lo que está ocurriendo.

Has­ta poco más de la mitad del metra­je, el film real­men­te cau­ti­va por el mag­ní­fi­co modo de retra­tar la per­so­na­li­dad de sus dos pro­ta­go­nis­tas y demos­trar las aspe­re­zas que pue­den gene­rar­se cuan­do dos per­so­nas que se aman se con­vier­ten en riva­les. Sin embar­go, en su últi­ma par­te el guión de la rea­li­za­do­ra se vuel­ve pro­ble­má­ti­co al gene­rar un alto gra­do de vio­len­cia que a la vez de gra­tui­ta resis­te cre­di­bi­li­dad. En todo caso, ese des­liz es com­pen­sa­do por la bri­llan­te inter­pre­ta­ción de Dyne­vor y Ehren­reich La actriz expre­sa con total con­vic­ción la difí­cil situa­ción de una jefa pre­sio­na­da fuer­te­men­te en lograr que la empre­sa resul­te exi­to­sa con sus inver­sio­nes fren­te a la deman­da de su due­ño que es capaz de insul­tar­la si ella da un paso en fal­so y asi­mis­mo reci­bir los ata­ques ver­ba­les de su novio. Igual­men­te es enco­mia­ble la acer­ta­da for­ma en que Ehren­reich trans­mi­te el des­cen­so a los infier­nos de un ser paté­ti­co que con su vul­ne­ra­bi­li­dad y fra­gi­li­dad mas­cu­li­na es capaz de lle­gar a nive­les insos­pe­cha­dos de bru­ta­li­dad fren­te a Emily como así tam­bién en la compañía.

Sin que Fair Play alcan­ce un nivel de com­ple­ta per­fec­ción, Domont ha logra­do un film ambi­cio­so a la vez que atrac­ti­vo cuya temá­ti­ca se pres­ta a la dis­cu­sión una vez que la pro­yec­ción con­clu­ye.  Jor­ge Gutman