Cine­ma­nia 2023

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí los comen­ta­rios de 7 fil­mes vis­tos en el fes­ti­val Cine­ma­nia que tie­ne lugar en Mon­treal has­ta el 12 de noviembre.

Hors Sai­son /Out of Sea­son (Fran­cia)

Dejan­do esta vez de lado el cine social que Stépha­ne Bri­zé muy bien ha tra­ta­do en varias de sus pelí­cu­las, aho­ra cam­bia de tono abor­dan­do una nos­tál­gi­ca come­dia román­ti­ca basa­da en el guión que com­par­te con Marie Drucker.

Hors Sai­son /Out of Season

El rela­to pre­sen­ta a Mathieu (Gui­llau­me Canet) un repu­tado actor de cine que habien­do deci­di­do actuar por pri­me­ra vez como pro­ta­go­nis­ta en una pro­duc­ción tea­tral en París, a cua­tro sema­nas antes del estreno deja el ensa­yo en ban­da para alo­jar­se por una sema­na en un hotel spa ubi­ca­do en una ciu­dad cos­te­ra de la Bre­ta­ña fran­ce­sa. Dado su esta­do de exte­nua­ción y con­si­de­ra­ble ansie­dad, allí espe­ra bene­fi­ciar­se con la tala­so­te­ra­pia, un espe­cial méto­do tera­péu­ti­co que el hotel le ofrece.

El áni­mo de Mathieu se res­ta­ble­ce cuan­do reci­be la ines­pe­ra­da visi­ta de Ali­ce (Alba Rohr­wa­cher) que habi­ta en esa región don­de 16 años atrás exis­tió entre ambos una bre­ve aun­que inten­sa rela­ción sen­ti­men­tal cuan­do él estu­vo allí y todo aca­bó cuan­do dejó el lugar para pro­se­guir su carre­ra cinematográfica.

En el pri­mer reen­cuen­tro cada uno se impo­ne de la vida del otro y así se sabe que Ali­ce está casa­da con un médi­co y con­se­je­ro local (Sha­rif Andou­ra), en tan­to que ella tra­ba­ja en una resi­den­cia de ancia­nos y tie­ne una hija ado­les­cen­te (Emma Bois­sard Pau­me­lle). Por su par­te él le cuen­ta que está casa­do con su mujer perio­dis­ta (Marie Duc­ker) que no pudo acom­pa­ñar­lo por razo­nes de tra­ba­jo y que es igual­men­te padre de un hijo.

No es nece­sa­rio ser cla­ri­vi­den­te para ima­gi­nar que don­de hubo fue­go ceni­zas que­dan y que el amor de anta­ño será revi­vi­do. No obs­tan­te la pre­vi­si­bi­li­dad de la his­to­ria, Bri­zé la tra­ta con afec­to y ter­nu­ra y al hacer­lo trae el recuer­do de otros fil­mes de simi­lar temá­ti­ca como por ejem­plo lo ha sido Un hom­me et une fem­me (1966) de Clau­de Lelouch.

Esen­cial­men­te esta pelí­cu­la está cen­tra­da en sus dos per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos y en ese aspec­to tan­to Canet como Rohr­wa­cher se des­ta­can por la auten­ti­ci­dad que brin­dan a sus per­so­na­jes per­mi­tien­do que resul­te creí­ble el amor rena­ci­do entre ellos. Sin pre­ten­cio­si­dad algu­na, Bri­zé logra que este melo­dra­ma con sabor agri­dul­ce resul­te agra­da­ble de contemplar.

Rien à per­dre (Fran­cia)

En su debut como rea­li­za­do­ra Delphi­ne Delo­get demues­tra un talen­to inusual abor­dan­do el deli­ca­do tema de una madre luchan­do por la tenen­cia de su hijo.

Aso­cian­do ese film a los muchos que el gran direc­tor Ken Loach ha ofre­ci­do en su com­pro­me­ti­do cine social, la novel direc­to­ra con­mue­ve en la his­to­ria que rela­ta basa­da en su guión con­ce­bi­do con Cami­lle Fon­tai­ne y Oli­vier Demangel.

Rien à perdre

La acción que trans­cu­rre en Brest pre­sen­ta a Syl­vie (Vir­gi­nie Efi­ra), una mujer viu­da y madre de Jean-Jac­ques (Felix Léfeb­vre) de 15 años y Sofia­ne (Ale­xis Tonet­ti) de 8 años quie­nes con­for­man una fami­lia uni­da. Tra­ba­jan­do en horas noc­tur­nas en un bar, duran­te el día debe ocu­par­se de sus hijos así como a veces de su her­mano Her­vé (Arieh Worthal­ter) poco responsable.

El dra­ma se pre­sen­ta cuan­do estan­do ella ausen­te, Jean-Jac­ques tras­la­da al hos­pi­tal a su her­mano Sofia­ne al haber sufri­do que­ma­du­ras mien­tras pre­pa­ra­ba papas fri­tas en la coci­na, cau­san­do asi­mis­mo un peque­ño incen­dio. De inme­dia­to la noti­cia tras­cien­de y en con­se­cuen­cia se hace pre­sen­te el ser­vi­cio de pro­tec­ción al menor repre­sen­ta­do por una insen­si­ble ofi­cial (India Hair); eso moti­va a que el niño sea des­ti­na­do a vivir en un hogar de aco­gi­da. No vale la súpli­ca de Syl­vie demos­tran­do cuan­to quie­re y cui­da de sus hijos, no obs­tan­te el acci­den­te cita­do; pero cuan­to más per­sis­te las cosas se com­pli­can para ella a pesar de estar auxi­lia­da por una abo­ga­da (Audrey Mikon­do) y de su otro her­mano Alain (Mathieu Demy) a fin de recu­pe­rar la cus­to­dia de Sofiane.

Sin ape­lar a sen­si­ble­ros recur­sos emo­cio­na­les, Delo­get per­mi­te que su film tras­cien­da fuer­te­men­te en la crí­ti­ca que efec­túa al sis­te­ma judi­cial impe­ran­te en la medi­da que la buro­cra­cia ins­ti­tu­cio­nal per­ma­ne­ce cie­ga e igno­ran­te de cuá­les son los ver­da­de­ros intere­ses del niño.

Si el con­te­ni­do de este dra­ma es deci­di­da­men­te atrac­ti­vo, su valor se enri­que­ce por la des­ta­ca­da inter­pre­ta­ción de Vir­gi­nie Efi­ra; la actriz que hoy día es una de las más renom­bra­das de la cine­ma­to­gra­fía fran­ce­sa al supe­rar­se a sí mis­ma en cada una de sus apa­ri­cio­nes. Aquí trans­mi­te con elo­cuen­cia el tre­men­do esfuer­zo rea­li­za­do por una madre que has­ta lle­ga a per­der el con­trol de sí mis­ma al tra­tar de tener nue­va­men­te al peque­ño en su hogar.

En suma, esta pelí­cu­la de pro­fun­do con­te­ni­do huma­nis­ta cala hon­do en el áni­mo del espec­ta­dor y por su remar­ca­ble rea­li­za­ción cons­ti­tu­ye una exce­len­te car­ta de pre­sen­ta­ción para nue­vos pro­yec­tos de la novel cineasta.

Un Silen­ce (Bél­gi­ca)

El rea­li­za­dor Joa­chim Lafos­se que en su fil­mo­gra­fía ha con­si­de­ra­do las com­ple­jas rela­cio­nes que se esta­ble­cen en el seno de una fami­lia, aquí vuel­ve a tra­tar este tópi­co a tra­vés de una narra­ción frag­men­ta­da aun­que a la pos­tre muy bien estructurada.

Un Silen­ce

La his­to­ria de Lafos­se y Tho­mas van Zuy­len está basa­da en la ver­da­de­ra tra­ge­dia acon­te­ci­da en Bél­gi­ca en la déca­da del 90 cuan­do Marc Paul Alain Dutroux adqui­rió tris­te noto­rie­dad como vio­la­dor de meno­res y en don­de el abo­ga­do Vic­tor His­sel gra­vi­tó para que el impla­ca­ble pede­ras­ta fue­se condenado.

En esta fic­ción el rela­to comien­za cuan­do Astrid Schaar (Emma­nue­lle Devos) se encuen­tra en una esta­ción poli­cial sien­do inte­rro­ga­da por una ins­pec­to­ra (Jean­ne Cherhal) debi­do a que Raphaël (Matthieu Galo­ux), el hijo adop­ti­vo de la fami­lia dd 18 años, tra­tó de matar a su mari­do abo­ga­do Fra­nçois Schaar (Daniel Auteuil).

De aquí en más, se pasa revis­ta a lo que Astrid rela­ta; así se sabe que ella ha esta­do uni­da con su mari­do por espa­cio de tres déca­das y que al igual que el real His­sel él se dedi­ca a defen­der a los padres de meno­res que han sido víc­ti­mas de ines­cru­pu­lo­sos asal­tan­tes sexua­les. Ade­más del hijo adop­ti­vo la pare­ja tie­ne a Caro­li­ne (Loui­se Che­vi­llot­te), la hija bio­ló­gi­ca que no vive en el hogar y man­tie­ne dis­tan­cia de los suyos por un omi­no­so silen­cio man­te­ni­do en el seno familiar.

Al pro­me­diar el rela­to, se va des­cu­brien­do el moti­vo que impul­só a Raphaël para aten­tar con­tra la vida de su pro­ge­ni­tor. Por dis­cre­ción no con­vie­ne reve­lar­lo sal­vo seña­lar cómo los abu­sos de padres hacia hijos inde­fen­sos pue­den dejar­les lesio­nes trau­má­ti­cas a tra­vés de los años.

Median­te la diná­mi­ca inter­re­la­ción entre los miem­bros de la fami­lia Schaar, se asis­te a un esca­bro­so dra­ma fami­liar en don­de una vez más el talen­to­so Lafos­se demues­tra su nota­ble domi­nio en la expo­si­ción de esta his­to­ria que con el res­pal­do de su impe­ca­ble elen­co man­tie­ne una apa­sio­nan­te intri­ga has­ta la esce­na final.

Making of (Fran­cia)

Las vici­si­tu­des que acon­te­cen duran­te la fil­ma­ción de una pelí­cu­la es lo que Cedric Kahn tra­ta en esta alo­ca­da comedia.

Making of

Simon (Denis Podaly­des) es un reco­no­ci­do cineas­ta que está diri­gien­do una pelí­cu­la de carác­ter social; su tema se cen­tra en la huel­ga de obre­ros ocu­pan­do la fábri­ca en que tra­ba­jan por­que la mis­ma está a pun­to de cerrar. El cli­ma crea­do entre los tra­ba­ja­do­res asu­me un carác­ter caó­ti­co y no se dife­ren­cia mucho con res­pec­to a la situa­ción real que viven en el set de fil­ma­ción los inte­gran­tes del elenco.

El roda­je alcan­za un momen­to ten­so cuan­do los finan­cis­tas del film acom­pa­ña­dos de un cola­bo­ra­dor pro­duc­tor (Xavier Beau­vois) no están de acuer­do con el des­en­la­ce del film y deci­den reti­rar su apo­yo si Simon no lo modi­fi­ca, aspec­to al cual él se opo­ne por­que no está dis­pues­to a efec­tuar cam­bio alguno.

Para­le­la­men­te el cineas­ta de la fic­ción debe sopor­tar a Alain (Jonathan Cohen), el inso­por­ta­ble y arro­gan­te pro­ta­go­nis­ta del film quien riva­li­za con Nadia (Souhei­la Yacoub), una talen­to­sa nue­va actriz que par­ti­ci­pa en la pelí­cu­la; ade­más Simon debe enfre­nar los pro­ble­mas per­so­na­les con su espo­sa Ali­ce (Valé­rie Donzelli).

A todo ello, lle­ga al set de fil­ma­ción Joseph (Ste­fan Cre­pon) un aspi­ran­te a cineas­ta que vive en la región a quien Simon le da la opor­tu­ni­dad de que fil­me el “making of” que impli­ca todo lo que acon­te­ce detrás de la cáma­ra mien­tras se efec­túa el rodaje.

Dada la situa­ción impe­ran­te urge encon­trar nue­vas fuen­tes de finan­cia­mien­to, en tan­to que la pro­duc­to­ra Vivian (Emma­nue­lle Ber­cot) debe hacer mila­gros para que el roda­je pro­si­ga recor­tan­do esce­nas y man­te­nien­do atra­sa­dos los sala­rios de las per­so­nas invo­lu­cra­das en el equi­po de filmación.

Si bien resul­ta intere­san­te la pre­mi­sa de Making of, ilus­tran­do el caos que acon­te­ce duran­te el roda­je del film, suce­de que resul­ta difí­cil dis­tin­guir en cier­tas secuen­cias la fic­ción de la real anar­quía sus­ci­ta­da entre los miem­bros del elenco.

Más allá de algu­nas secuen­cias secun­da­rias inne­ce­sa­rias, como es el caso del roman­ce que sur­ge entre Nadia y Joseph, la come­dia de Kahn resul­ta entre­te­ni­da a la vez que per­mi­te apre­ciar los pro­ble­mas que van sur­gien­do duran­te el pro­ce­so de crea­ción de un film, sobre todo cuan­do se pre­sen­tan los emba­ra­zo­sos pro­ble­mas de financiamiento.

La fian­cée du poè­te (Bél­gi­ca-Fran­cia)

La apre­cia­da actriz bel­ga Yolan­de Moreau se ubi­ca por ter­ce­ra vez detrás de la cáma­ra para ofre­cer una encan­ta­do­ra come­dia don­de tam­bién asu­me el rol pro­ta­gó­ni­co. Con sen­ci­llez y sin gran­di­lo­cuen­cia algu­na resul­ta muy fácil empa­ti­zar con los per­so­na­jes que ema­nan del guión escri­to por ella jun­to con Fré­dé­ri­que Moreau.

La fian­cée du poète

El rela­to pre­sen­ta a Mirei­lle (Moreau), una aman­te de la pin­tu­ra y la poe­sía, quien des­pués de una lar­ga ausen­cia retor­na a su hogar natal don­de se hace car­go de la vetus­ta man­sión fami­liar que ella ha here­da­do encon­trán­do­la muy aban­do­na­da y con la nece­si­dad de refac­cio­nar­la. Con un modes­to tra­ba­jo en la cafe­te­ría del museo de Char­le­vi­lle, ella tra­ta de aumen­tar su pre­su­pues­to con la reven­ta de paque­tes de ciga­rri­llos y de papel higié­ni­co que a veces sus­trae de los baños públicos.

A suge­ren­cia del afa­ble clé­ri­go local (William She­ller) ella sigue su con­se­jo de alqui­lar algu­nas de las habi­ta­cio­nes de su casa para con el dine­ro obte­ni­do poder vivir con mayor con­fort. Es así que su vida soli­ta­ria ten­de­rá a cam­biar con la lle­ga­da de tres loca­ta­rios. Uno de ellos es Ber­nard (Gré­gory Gade­bois), el jar­di­ne­ro muni­ci­pal que lle­va una doble vida; otro es Elvis (Esté­ban), un refu­gia­do que Mirei­lle encuen­tra en su jar­dín y el ter­ce­ro es el joven Cyril (Tho­mas Guy) quien ella lo ubi­có en la escue­la de bellas artes don­de él como afi­cio­na­do pin­tor se dedi­ca a efec­tuar repro­duc­cio­nes de con­sa­gra­dos maes­tros del arte.

De esta mane­ra Mirei­lle logra con­for­mar una fami­lia sin­gu­lar que le ofre­ce nue­vo alien­to en su vida. Lo intere­san­te es que sus inqui­li­nos asu­men per­so­na­li­da­des dife­ren­tes don­de cada uno de los mis­mos con­ser­va secre­tos. En todo caso, lo cier­to es que las situa­cio­nes gra­cio­sas a la vez que excén­tri­cas que se pro­du­cen duran­te esa con­vi­ven­cia fami­liar gene­ran un buen humor capaz de ele­var el áni­mo de Mirei­lle. A todo ello, para su gran sor­pre­sa ines­pe­ra­da­men­te arri­ba Fer­nan­do (Ser­gi López), un anti­guo amor que la había trai­cio­na­do al asu­mir la iden­ti­dad de un famo­so poeta.

Como si se tra­ta­ra de una fan­ta­sía nutri­da de ver­da­des y men­ti­ras, lo cier­to es que Moreau ha logra­do una encan­ta­do­ra fábu­la que des­ti­la con­si­de­ra­ble ter­nu­ra resal­tan­do el espí­ri­tu de con­fra­ter­ni­dad y soli­da­ri­dad que se esta­ble­ce entre sus per­so­na­jes; ese aspec­to es alta­men­te recon­for­tan­te den­tro de un mun­do pre­do­mi­nan­te­men­te individualista.

Les Âmes sœurs (Fran­cia)

El renom­bra­do cineas­ta André Téchi­ne quien en gran par­te de su fil­mo­gra­fía ha abor­da­do auda­ces temas, en su recien­te tra­ba­jo nue­va­men­te con­si­de­ra un dra­ma des­es­ta­bi­li­za­dor a tra­vés de la espe­cial rela­ción que se esta­ble­ce entre dos hermanos.

Les Âmes sœurs

La his­to­ria idea­da por Téchi­ne y Cédric Anger comien­za con una bre­ve esce­na de gue­rra en Mali don­de par­ti­ci­pa el sol­da­do fran­cés David (Ben­ja­min Voi­sin). Lue­go de una seve­ra explo­sión del vehícu­lo en que se encuen­tra, de inme­dia­to se lo ve repa­tria­do a un hos­pi­tal de París en esta­do de coma. Es allí don­de acu­de su her­ma­na Jean­ne (Noé­mie Mer­lant), que vive en la zona de los Piri­neos, para estar en los pri­me­ros días jun­to a él. Es asom­bro­so apre­ciar la minu­cio­si­dad de la aten­ción médi­ca dedi­ca­da al pacien­te en las mar­ca­das heri­das sufri­das en su cuer­po como asi­mis­mo para que pue­da emer­ger de su coma. Pasa­do varios meses de hos­pi­ta­li­za­ción el pacien­te des­pier­ta pero sin poder acce­der a la memo­ria con ante­la­ción a su accidente.

Con inmen­sa pacien­cia y devo­ción, una vez que David retor­na al lugar don­de habi­ta su her­ma­na, Jean­ne tra­ta de ir des­per­tan­do en él los hechos que vivió en el pasa­do como asi­mis­mo actúa a modo de enfer­me­ra a fin de cica­tri­zar sus heri­das duran­te su convalecencia.

A medi­da que el tiem­po trans­cu­rre, David par­cial­men­te retor­na a su pre­via exis­ten­cia así como se pro­du­ce un sen­ti­mien­to que exce­de lo mera­men­te fra­ter­nal. Mien­tras que en prin­ci­pio él igno­ra que se tra­ta de su her­ma­na, ella es cons­cien­te de la situa­ción y es allí don­de se lle­ga a des­cu­brir que ambos man­tu­vie­ron en el pasa­do una situa­ción inces­tuo­sa. En con­se­cuen­cia, mien­tras que Jean­ne tra­ta de repri­mir sus deseos, su her­mano desea con­su­mar nue­va­men­te el prohi­bi­do amor.

El octo­ge­na­rio rea­li­za­dor logra infun­dir con­si­de­ra­ble ten­sión a la rela­ción inces­tuo­sa, la cual es favo­re­ci­da por la auten­ti­ci­dad en que Mer­lant y Voi­sin trans­mi­ten el sen­ti­mien­to de amor de sus per­so­na­jes. Entre otros acto­res del repar­to par­ti­ci­pan en roles de apo­yo André Mar­con ani­man­do al pro­pie­ta­rio de la casa que Jean­ne arrien­da y Audrey Dana como la alcal­de­sa local.

Entre los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción cabe des­ta­car la logra­da foto­gra­fía de Geor­ges Lechap­tois cap­tan­do la belle­za de las mon­ta­ñas y lagos de los Pirineos.

Sien­do el inces­to un tópi­co urti­can­te es loa­ble la for­ma en que Téchi­ne lo enca­ra en la medi­da que su narra­ti­va per­mi­te gene­rar legí­ti­ma emo­ción sin des­bor­dar en un gra­tui­to sensacionalismo.

Il pleut dans la mai­son (Bél­gi­ca-Fran­cia)

Con el ante­ce­den­te de su muy buen docu­men­tal Petit Same­di (2017), la cineas­ta bel­ga Palo­ma Ser­mon-Daî debu­ta en el lar­go­me­tra­je de fic­ción con este film enfo­can­do la situa­ción vivi­da por dos adolescentes.

Il pleut dans la maison

El guión de la direc­to­ra ambien­ta la acción en un lugar turís­ti­co de la pro­vin­cia de Wallo­nia don­de en una casa bas­tan­te veni­da a menos habi­tan Pur­dey (Pur­dey Lom­bet) pró­xi­ma a cum­plir 18 años, su her­mano menor, Makenzy (Makenzy Lam­bet) de 15 años y la madre Ley­la (Loui­se Man­teau). El cua­dro fami­liar no es muy armo­nio­so en la medi­da que Ley­la es una mujer adic­ta al alcohol y con fre­cuen­cia se ausen­ta del hogar dejan­do a sus hijos a la deri­va dado que no hay un padre que se res­pon­sa­bi­li­ce por ellos.

Lejos de la segu­ri­dad y pro­tec­ción mater­nal, los her­ma­nos tra­tan de apro­ve­char sus vaca­cio­nes esti­va­les de la mejor for­ma posi­ble, en tan­to que entre ellos exis­te un sóli­do lazo fra­ter­nal. Tra­tan­do de dejar de lado la vida poco exci­tan­te que atra­vie­san, Pur­dey que tra­ba­ja como emplea­da de lim­pie­za para obte­ner un míse­ro ingre­so, avi­zo­ra la idea de alqui­lar un lugar don­de alo­jar­se para vivir con su her­mano y apar­tar­se de su madre; cla­ro está que para Pur­ley no resul­ta fácil deci­dir en tener que dejar sus estu­dios de lado y pos­ter­gar su sue­ños de lle­gar a ser enfermera.

Con mucha suti­le­za, la rea­li­za­do­ra abor­da deli­ca­da­men­te ese perío­do de tran­si­ción de la ado­les­cen­cia hacia la vida adul­ta y en tal sen­ti­do ha con­ta­do como pro­ta­go­nis­tas a dos her­ma­nos de la vida real, por lo que obvia­men­te no han teni­do difi­cul­tad para carac­te­ri­zar con total auten­ti­ci­dad sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. En el bre­ve repar­to par­ti­ci­pan ade­más Ami­ne Habi­dou como el inte­rés román­ti­co de Pur­dey y Dono­van Nizet como el ami­go de corre­rías de Makenzy.

Cier­ta­men­te el tema abor­da­do por Ser­mon-Daî no es nove­do­so pero lo que dis­tin­gue a este film es el retra­to rea­lis­ta que ella efec­túa de dos seres que deben con­vi­vir en un medio pre­ca­rio y sin mucho ali­cien­te de que la situa­ción tien­da a mejorar.

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